EL DESPERTAR SAI
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domingo, 19 de febrero de 2012

Profundísimas enseñanzas del mismísimo SHIVA (extraído del Yoga Vasistha)



---------- Mensaje reenviado ----------
De: Sai Baba Rosario <saibabarosario@gmail.com>
Fecha: 19 de febrero de 2012 08:33
Asunto: Profundísimas enseñanzas del mismísimo SHIVA (extraído del Yoga Vasistha)
Para: Centro Rosario Sathya Sai <centrorosario@sathyasai.org.ar>


Atento la proximidad de Maha Shivaratri adjuntamos (para reflexionar), la profundísima sabiduría que el mismísimo SHIVA le reveló al sabio Vasistha.

Recordemos que el sabio Vasistha fue el instrumento divino, para la iluminación del avatar Rama.

                              Extraído del libro Yoga Vasistha. 
                              Enseñanzas del Sabio Vasistha al príncipe Rama (Avatar).
                              Pág 351 a 371.

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Continuó diciendo el sabio Vasistha a Rama:
"...En relación con esto, ahora te contare" una enseñanza que me impartió el Señor Shiva; la visión que se revela en esta enseñanza es capaz de destruir la más intensa de las ilusiones.

Enseñanza de Shiva
Todo esto ocurrió en la morada de Shiva, conocida como Kailása. Residí allí durante algún tiempo, adorando a Shiva y practicando penitencias, rodeado por sabios perfectos con los que solía comentar las verdades de las escrituras.
Una tarde estábamos ocupados en la adoración ritual a Shiva en una atmósfera saturada de paz y de silencio. La oscuridad de aquel bosque era tan densa que parecía poder cortarse con un cuchillo. En un momento me pareció ver una gran luz en el bosque. Con mi visión externa vi la luz y con la interior me pregunté acerca de su naturaleza. Comprendí que era el propio Señor Shiva que paseaba por allí con su esposa Párvatí, tomados de la mano. Delante de ellos iba su vehículo Nandi abriendo paso al Señor. Comuniqué la divina presencia a los discípulos congregados junto a mí y fui a donde estaba el Señor.
Saludé al Señor y le ofrecí la adoración adecuada. Permanecí mucho rato saboreando con mis ojos la visión divina. 

El Señor Shiva me dijo entonces:
¿Encuentras algún obstáculo en tus penitencias o marchan de forma adecuada?. ¿Has alcanzado ya el conocimiento más valioso que disipa todos los temores internos?.

Respondí respetuosamente al Señor Shiva:
Supremo Señor, los que tienen la fortuna de ser tus devotos no encuentran ninguna dificultad en alcanzar eso y no sienten miedo en absoluto. Todos en este mundo te respetan y se arrodillan ante tus devotos que constantemente te recuerdan. En todas partes, en todas las ciudades, en todas las montañas, hay gente que te rinde devoción en el fondo de su corazón de un modo sincero y reverente. Tu recuerdo es el fruto de los méritos adquiridos en pasados nacimientos y la garantía de una bendición todavía más poderosa en el futuro. Tu constante recuerdo, señor, es como un vaso de néctar, la puerta abierta a la liberación. Adornado con la preciosa y radiante joya de tu evocación, Señor, he vencido todas las calamidades que hubieran podido asaltarme en el futuro.
Señor, aunque he conseguido por tu gracia el estado de realización del ser, todavía estoy impaciente por saber más acerca de un asunto. Te ruego que me lo aclares. ¿Cuál es el método de adorar al Señor que elimina todas las culpas y produce un futuro auspicioso y feliz?.

El Señor Shiva respondió al instante:
¿Sabes quién es Dios?. Dios no es Vishnu, Brahmá ni Shiva, ni el viento, ni el sol ni la luna, ni los brahmánas ni los reyes, ni tú ni yo, ni Laksmi ni la mente. Dios no tiene forma y no está determinado por objeto alguno, sea cual fuere; el esplendor (devanam) no creado que no tiene principio ni fin, es lo que se conoce como Dios o el Señor Shiva, que es conciencia pura. El sólo es todas las cosas y solo él merece ser adorado.
Si te sientes incapaz de adorar a ese Shiva, entonces tienes que adorar esta forma que produce frutos finitos, pero sólo el primero produce la eterna felicidad. El que olvida el infinito y siente devoción por lo finito, es como si abandonara un delicioso jardín para refugiarse bajo un arbusto espinoso. Sin embargo, algunos sabios adoran esta forma complacidos durante algún tiempo, antes de entrar en contacto con el Shiva sin forma del que te he hablado.
Los instrumentos empleados en esa adoración son la sabiduría, el autocontrol y la percepción del ser, que es el Señor Shiva, el único digno de adoración con las flores de la sabiduría.

En ese momento pregunté al Señor.
Te lo ruego, explícame cómo se convierte este mundo en conciencia pura y cómo esa conciencia se manifiesta como el jiva y el resto de los objetos.
El Señor Shiva me respondió:

Sobre la disolución y la creación
Lo único que existe en este mismo momento, completamente vacío de objetividad, es la conciencia infinita o chidákásha, que sigue existiendo después de la disolución cósmica. Los conceptos y nociones iluminados por la conciencia en su interior, brillan como esta creación a causa del movimiento de la energía (shakti) en el interior de la conciencia, del mismo modo que los sueños surgen en el estado onírico. Ningún objeto de percepción puede existir fuera de esta conciencia omnipresente e infinita.

Todas estas montañas, el mundo entero, el firmamento, el ser, el jíva y todos los elementos que forman este mundo, no son más que conciencia. Antes de lo que conocemos por creación, cuando la conciencia existía en soledad, ¿dónde estaba todo esto?. Hablar de ákásha, paramákásham (ákásha infinito), brahmákásham (ákásha de Brahmá), de creación, conciencia, etc.. es pronunciar distintas palabras con el mismo significado, todas son sinónimos. Como la dualidad que experienciamos en los sueños entre el soñador y lo soñado, es ilusoria, la dualidad implícita en la creación del mundo de la vigilia también es fantástica. Como en un sueño los objetos parecen existir y actuar en los límites de su mundo soñado, los objetos imaginados en el mundo de la vigilia también parecen existir y actuar separados de la conciencia misma. Pero en ambos casos, nada de esto sucede realmente. La conciencia es la única realidad substancial, tanto en el sueño como en la vigilia. Ella es el Señor, la verdad suprema: tú eres Eso, yo soy Eso y todo lo que hay es Eso.

La adoración a Shiva Mahádeva.
La sumisión a este Señor es el culto verdadero por el que se obtienen todas las cosas. Es indiviso e indivisible, no dual y no producido por ninguna otra actividad, no puede alcanzarse por un esfuerzo exterior. Su adoración es un manantial de dicha.
Los ritos externos se prescriben únicamente para aquellos cuya inteligencia aún no ha despertado y está inmadura como la de los niños. Cuando uno no posee autocontrol, tiene que utilizar flores y substancias olorosas para rendir culto a Dios, pero ese culto es inútil, porque adorar al ser en su forma externa siempre es algo innecesario. A pesar de ello, estos inmaduros devotos obtienen satisfacción rindiendo culto a ese objeto divino que ellos mismo han creado e incluso pueden conseguir valiosas recompensas por esta acción.
Ahora voy a decirte cómo deben adorar a ese Dios los iluminados como tú. El Señor al que debemos rendir culto es algo que sobrepasa toda la creación, que está más allá de toda descripción posible, más allá de conceptos como todo o la totalidad en su conjunto. Lo que se designa como Dios es algo indiviso e indivisible en el espacio y en el tiempo, cuya luz ilumina todos los objetos, la conciencia pura y absoluta. Es la inteligencia que está más allá de todo análisis porque se mantiene oculta bajo todo lo que existe, la existencia de todo lo existente y que despoja a los seres de su existencia, puesto que ella también vela y oculta la verdad del ser. Esté Brahmán que está a medio camino entre el ser y el no ser, es el verdadero Dios o Mahádeva y la verdad designada como OM. 

Existe en todas partes como la savia que nutre a la planta. La pura conciencia que hay en tí mismo, en mí y en los dioses y diosas, sólo es este Dios que todo lo penetra. Los demás dioses dotados de forma no son nada más que esa conciencia pura. El universo entero sólo es esa conciencia. Eso es Dios y todo lo que llamamos yo: todas las cosas se alcanzan desde y a través de él.

Este Brahmán no está lejos de nosotros, ni es difícil de alcanzar: está siempre establecido en el cuerpo y se extiende por doquier como el espacio. Es el que hace todo, el que come, el que capta todas las cosas, el que anda, el que respira, el que conoce todos los miembros del cuerpo, la energía por la que funcionan todos esos miembros y por la que todas las acciones se efectúan. Se halla oculto en la cueva del corazón (hridayam). Trasciende la mente y los sentidos y en consecuencia no puede ser captado ni descrito por ellos y sólo se denomina conciencia por motivos didácticos. Aunque parece que lo hace todo, está siempre inactivo. Esta conciencia pura se ocupa de ia actividad del mundo como la primavera se ocupa de la floración de los árboles.

A veces esta conciencia se manifiesta como espacio, otras como jiva o alma individual, otras como acción, otras como sustancia y como todo lo demás, pero nunca pretende hacer esto deliberadamente. Igual que todos los océanos son en realidad una masa indivisible de agua, esta conciencia es una sola masa de conciencia cósmica aunque se la describa de distinta forma y con nombres distintos. En la conciencia es como un loto, pero en el universo satura toda la experiencia como la miel que degusta la inquieta abeja de la mente. Todos los seres del universo fluyen en su interior como los remansos y los remolinos fluyen en el océano. La rueda de la ignorancia que nunca deja de dar vueltas produciendo la vida y la muerte de los seres, agita el interior de esta conciencia cósmica cuya energía está en perpetuo movimiento.

Fue la conciencia, revestida con las cuatro armas de Vishnu, la que destruyó a los demonios, como la estrepitosa tormenta acompañada del arco iris apaga el calor de la tierra abrasada por el sol. Esta misma conciencia es quien toma la forma de Shiva o Párvatí, del creador Brahmá y de todos los dioses. Es como un espejo que parece captar los reflejos que se producen en su seno, sin sufrir ninguna alteración y manifestándose de ese modo como los innumerables seres del universo.
Esta conciencia es como una ascendente enredadera impulsada por las tendencias latentes de los jívas. Los deseos son sus yemas, las acciones pasadas sus filamentos, los seres animados e inanimados sus órganos y sus miembros. Y lo que es uno parece ser muchos, sin transformarse en esos muchos.

Todo es pensado, desplegado y hecho por esa infinita conciencia que brilla como el sol. Se manifiesta como todos esos cuerpos que en realidad son inertes y que se producen mutuas experiencias al entrar en contacto unos con otros. Es como un tifón, que sólo puede ser visto porque agita infinitas partículas de arena y de polvo como si se movieran por sí mismas.

Esta conciencia parece proyectar una sombra en su interior que es lo que se considera inercia o tamas. Del mismo modo, en el cuerpo, los pensamientos y las ideas, que sólo son su sombra, generan acciones a la luz de esa conciencia. Sin ella, no podríamos percibir un objeto aunque estuviera frente a nosotros, porque el cuerpo no puede existir ni funcionar sin ella. Lo que surge en esa conciencia, sólo es conciencia.
En ese momento siguió diciendo Vasishtha; pregunté al Señor:

Si la conciencia es omnipresente, ¿cómo puede haber cosas insentientes e inertes en este universo, cómo es posible que lo que está dotado de conciencia pierda la conciencia?.
Shiva agradeció esta pregunta y me contestó:

La materia como estado inconsciente de la conciencia.
La conciencia omnipresente, que es todo en todos, existe en este cuerpo tanto en su forma cambiante como en su forma inmutable. Igual que una mujer sueña que es otra distinta con un marido diferente, la conciencia imagina poseer otra naturaleza, igual que un hombre invadido por un furor incontrolable parece ser otro hombre, la conciencia asume distintos aspectos y diferentes funciones sin dejar de ser ella misma. En algunos de esos estados se siente inconsciente e inerte, material.

De ese modo, se transforma en su propio objeto, creando el espacio, el aire y los demás elementos materiales. Al mismo tiempo, en su interior, proyecta el tiempo y se transforma en un jíva dotado de inteligencia y mente limitadas. La conciencia se transforma a sí misma en algo aparentemente inconsciente e inerte, como el agua se transforma en hielo transparente. A consecuencia de ello, la mente se torna confusa y comienza a acumular deseos y expectativas, cae en el cebo de la lujuria y de la angustia, siente experiencias favorables y adversas y se agarra desesperadamente a vanas esperanzas que perpetúan esa ilusión. Autoengañada de esta forma, pasa de la ignorancia a la más completa estupidez.

Durante la infancia, la conciencia engañada está a merced de los demás, en la juventud persigue sin tino las riquezas y los placeres sexuales que la llenan de temor y preocupación, en la vejez es arrojada a la enfermedad y a la muerte por sus propias acciones (karma). A causa de ese karma, nace luego en el cielo o en el infierno, o vuelve a la tierra como un ser humano, como un animal o como un ser inerte. Esta misma conciencia funciona como el sol, la luna, el viento y los factores que provocan los cambios de estaciones, como el día y la noche. Esta misma conciencia es la fuerza vital (prána) en las semillas y las características específicas de todo lo inerte. ¡Esta conciencia, condicionada por su imaginaria autolimitación, se asusta de sí misma!. Esta es la verdad de la conciencia individual que llamamos jíva. También se la conoce como karma-atma, el ser prisionero en la rueda de la causa y el efecto.

¡Comprende el tremendo poder de esa inercia que llamamos tamas!. A causa del simple olvido de su estado natural, la conciencia sufre grandes trastornos y sufrimientos y experiencia un estado digno de compasión.
La conciencia piensa erróneamente que es desgraciada, como una mujer desequilibrada puede pensar que es una pordiosera. Como un hombre atormentado por una pesadilla, gime desconsolado creyendo que ha muerto, la conciencia se imagina miserable y limitada, aunque tal cosa sea irracional e infundada. Debida a la falsa asunción del sentimiento del ego, la conciencia piensa que el mundo es lo real y que ella es un cuerpo limitado y frágil. La única causa de experienciar el mundo como real es la mente. pero no puede ser considerada una verdadera causa si tenemos en cuenta que esa mente no puede ser distinta de la conciencia infinita. Cuando se comprende en profundidad que la mente perceptora es irreal, queda muy claro que el mundo percibido también es irreal.

En la conciencia pura no existe la división del que ve, lo visto y la visión, como en una roca no puede haber aceite. La distinción entre yo y tú también es imaginaria. La diferencia entre la unidad y la multiplicidad es meramente verbal. Como la oscuridad no existe en el sol, estas nociones no existen en absoluto en el ser. Los opuestos como el ser y el no ser, el vacío y el no vacío, son meros conceptos. Cuando son investigados en profundidad, desaparecen y lo único que queda es la conciencia pura inmodificable.

La conciencia no puede sufrir modificación alguna ni adquirir impurezas de ninguna clase. Esas impurezas también son imaginarias: la imaginación es precisamente la impureza. Cuando esto se comprende, cesa la imaginación y la impureza. Sin embargo, incluso en aquellos que lo han comprendido ya, la impureza se mantiene hasta que la imaginación ha sido completamente extir-pada. Por el esfuerzo personal esta imaginación puede ser rechazada con facilidad, ¡uno puede dejar caer los tres mundos con la misma facilidad que suelta una caña sujeta entre sus manos!. ¡No hay nada que no pueda conseguirse con el propio esfuerzo!.

La conciencia infinita, inmodificable y no dual, no puede ser comprendida por la mente individual. Es pura, eterna, omnipresente y vacía de mente, inmodificable e inmaculada, la conciencia inmóvil que existe como el testigo de todo lo que hay, como la luz alumbra los objetos materiales sin realizar ninguna acción especial. En la materia es la energía que dinamiza lo inerte. Está en todas partes sin sufrir divisiones particulares en la pluralidad de las cosas.

Cuando esta conciencia infinita, vacía de conceptos y extremadamente sutil, se olvida de sí misma, alimenta pensamientos y siente todo tipo de percepciones, aunque eso sólo es posible a causa de su propia naturaleza, momentáneamente olvidada; el que duerme, aunque no lo parezca, también permanece despierto en su interior.
Por la identificación con su propio objeto, la conciencia parece reducirse a sí misma a un estado de pensamiento y angustia, como el oro adulterado toma el aspecto del cobre, pero cuando se ha purificado brilla como auténtico oro. Cuando la conciencia infinita se olvida de ella misma surge la noción de universo, que cesa de inmediato por el auto conocimiento.

El funcionamiento de la mente, cuerpo sutil opuryashtaka
El sentimiento del ego o ahamkára, que es la base de la mente, surge pre cisamente en el momento en que la conciencia toma conciencia de sí misma en su interior.

Con el menor pensamiento, este sentimiento del ego, que no es otra cosa que conciencia, se derrumba como una roca por la pendiente de una mon taña. Sin embargo, incluso en ese momento, ese sentimiento del ego sólo es con ciencia, que es la realidad de todas las formas y todas las experiencias. El mo vimiento del aire vital o prána produce una representación en el interior y un objeto que parece estar en el exterior. Pero la experiencia de la representación es la conciencia pura. El prána aparentemente inerte de la sensación táctil, que llamamos sparsha, entra en contacto con su objeto y aparece el sentido del tac to. Pero la conciencia de la sensación táctil sólo es conciencia pura. También es el prana el que permite a la nariz oler los aromas que son modificaciones de esa misma energía, pero la conciencia del olor es conciencia pura. Si la mente no está unida al sentido del oído, no es posible oír. También es la conciencia pura la que experiencia el sonido.

La acción surge del pensamiento, el pensamiento es la función de la mente y la mente es conciencia condicionada, pero la conciencia, de hecho, es incondicionada.
El universo sólo es una representación en la conciencia, como una imagen que se refleja en una bola de cristal, pero la conciencia no está condi cionada por esa reflexión.

El "jiva" es el vehículo de la conciencia, el sentimiento del ego (ahamkára) es el vehículo del "jiva", la inteligencia (buddhi) el vehículo del sentimiento del ego, los pensamientos (manas) el vehículo de la inteligencia, el "prána" el vehículo de los pensamientos, los sentidos (indriya) el vehículo del "prána", el cuerpo el vehículo de los sentidos, y el vehículo del cuerpo es el movimiento, la acción, el "karma ". Cuando funciona el "prána ", la mente actúa, porque el "prána" es el vehículo de la mente. Pero cuando la mente se hunde en el corazón (hriaayam), el "prána " deja de moverse. Y cuando el "prána" no se mueve, la mente alcanza el estado de quietud, es decir no produce ese reflejo de la conciencia que pone en marcha el mundo y el "jiva ". Mientras se mueve el "prána ", la mente continúa actuando, como un jinete se mueve mientras su caballo está en marcha.

La reflexión de la conciencia en sí misma se conoce como "puryashtaka ". La mente sólo es "puryashtaka ", aunque otras escuelas prefieren describirla como el conjunto de los cinco elementos, el órgano interno (manas, buddhi, ahamkára y chitta), el "prána", los sentidos del movimiento o "karmendriya", los sentidos del conocimiento o "jñánendriya ", la ignorancia, el deseo, y el karma. También se conoce como "linga sharíra " o el cuerpo sutil. Puesto que todo esto surge de la conciencia, existe en la conciencia y se disuelve en la conciencia, la única reali dad es la propia conciencia.

El cuerpo es una masa inerte movida por la mente y el "prána". Igual que un trozo de hierro se mueve en presencia de un imán, el "jíva " se mueve en pre sencia de la conciencia omnipresente e infinita. El cuerpo inerte se pone en mar cha por la conciencia cuando ésta se identifica con la energía vital (prána). Es te "ser activo" o "karamátmá " es el que conserva al cuerpo en movimiento. Pero quien ha imaginado a la mente y al "prána " como agentes de la vida en el cuerpo, es la conciencia, el ser supremo.

Cuando esta limitación se ha producido, las otras la siguen sin tardanza, co mo una enfermedad psicosomática e inevitable, como las olas que comienzan a rizar la superficie del océano crecen y crecen hasta convertirse en grandes y te mibles tempestades. La conciencia, al perder el conocimiento de sí misma, se convierte en un "jiva" limitado y vulnerable. Actuando bajo el pesado velo de la ignorancia, es incapaz de reconocer el daño que se está infligiendo a sí mis ma, como un borracho que maneja una espada se hiere a sí mismo sin poder evi tarlo. Pero la conciencia puede recuperar el autoconocimiento, como el borra cho puede volver a estar sobrio si deja de tomar el líquido que lo intoxica.
Cuando la mente pierde su soporte, que es el sentimiento del ego, permane ce en el ser. Cuando el puryashtaka (el cuerpo sutil en su conjunto) se despoja de sus soportes, alcanza el estado de quietud y queda inmóvil. Cuando la con ciencia, a causa de su objetivación, se confunde y engaña a sí misma, las vása nás o condicionamientos mentales operan a su antojo; la conciencia olvida su naturaleza esencial al identificarse con ellas.

Cuando el loto del corazón se abre, la mente o puryashtaka se pone en funcio namiento, cuando ese loto se cierra, el cuerpo sutil o puryashtaka deja de funcionar. El cuerpo vive mientras puryashtaka funciona; cuando deja de moverse, el cuerpo muere. Dicho de otro modo, cuando puryashtaka deja de funcionar, el cuerpo muere y la mente busca otra envoltura para llenarla de tendencias ocultas, con las que forja nuevos eslabones que le permitan seguir olvidando su naturaleza de conciencia pura. Los cuerpos son ocupados y abandonados por el Jíva como los árboles retoñan nuevas hojas librándose de las antiguas. Los hombres sabios no permiten ninguna acumulación de vásanás que faciliten esos cambios. En ese momento Vasishtha preguntó de nuevo al Señor: ¿Cómo puede cesar esa falsa dualidad de la conciencia fortalecida por siglos de confirmación?. El Señor Shiva respondió:

Sobre la cesación de la mente
Puesto que la conciencia está presente en todo momento y en todas partes, la dualidad es absurda e imposible. El concepto de uno surge del concepto de dos, y viceversa; cuando la dualidad se comprende como diversidad de la con ciencia, se ve como conciencia y nada más; entonces el efecto y la causa son una y la misma cosa, indivisible, perfecta. Puesto que la conciencia es su pro pio objeto, no deja de ser conciencia en ningún momento; sus modificaciones son pensamientos vacíos de sentido. Decir que hay olas sobre la superficie del océano es como decir que montañas de agua flotan sobre el mar. ¿Pero qué son las olas separadas del océano o qué son los pensamientos separados de la con ciencia?. Sólo la conciencia es eso, yo y lo que hay entre ambos, es decir el fac tor que percibe la diferencia entre eso y yo. La conciencia infinita que es una, se percibe diversa y plural como Brahmán, la verdad, Shiva, el vacío, el ser su premo, uno y sin segundo.

Lo que está más allá de todas estas formas y estados de conciencia, el ser su premo que significamos con el puro yo, no tiene palabras para ser descrito. Lo que se percibe en el mundo como diverso es en sí mismo indivisible. Cuando esta conciencia se cubre con una reflexión o representación secundaria, percibe la dualidad y se siente atada a esa ignorante imaginación. Esta fantasía provoca la subs tancialidad de los objetos y la experiencia del mundo objetivo confirma la reali dad de esos objetos. El sentimiento del ego va ganando credibilidad a medida que se reafirma en su papel de agente (karta) de las acciones y experienciador (bhok ta) de las percepciones. Y lo que en un principio sólo fue una coincidencia acci dental, se transforma con el tiempo en un hecho indudable.

La creencia en la existencia de los duendes, provoca su existencia. La creen cia en la dualidad, provoca la dualidad. Cuando se conoce el ser no dual, la dualidad se desvanece como por encanto. La creencia da origen a la diversidad, cuando rechazamos esa creencia, la diversidad desaparece. Las creencias y los pensamientos conducen indefectiblemente al dolor, mientras que el no pensa miento y la ausencia de creencias es la pura felicidad. Con la ayuda del fuego de la sabiduría, evapora el agua de tus creencias y queda en paz para siempre al captar la conciencia una e infinita.

Mientras el rey olvida que es rey, se siente miserable. Cuando recuerda lo que es, su preocupación desaparece. Cuando pasa el monzón lluvioso, el cielo no puede acumular nubes que le oculten, cuando se comprende la conciencia infinita, las nubes de la ignorancia desaparecen para siempre.

La existencia del universo es real e irreal al mismo tiempo; el Señor los une, los trasciende y es ambas cosas a la vez. El universo es conciencia manifestada, pero en su forma inmanifestada también es conciencia. La objetivación de las percepciones provoca el auto-olvido del ser. Pero incluso en ese estado de di versidad y actividad, la conciencia permanece realmente libre e indivisa, por que es el Brahmán siempre inmóvil aparentemente manifestado como universo en virtud del instrumento de la mente y sus tres aspectos o modos: la vigilia, el sueño onírico y el sueño profundo.

Las fases de tranquilización de la mente
Cuando la mente es destruida por la mente, el velo se rompe y la verdad de este mundo ilusorio queda al descubierto, la idea de mundo objetivo y de jíva individual desaparecen por completo. El estado en el que la mente purificada abandona la costumbre de construir imágenes objetivas, se conoce como pas hyanti. Es un estado de homogeneidad de conciencia parecido al sueño profun do, que impide la aparición de nuevos pensamientos. Es el primer estado de tranquilización mental.

Ahora voy a describirte el segundo estado. La conciencia desprovista de mente es toda luz, libre de oscuridad, hermosa y pura como el espacio. La con ciencia se libera a sí misma de todas las modificaciones o dualidades y perma nece como en sueño profundo o como una figura todavía no esculpida en el már mol. Abandona los conceptos de tiempo y espacio y trasciende el movimiento y la inercia; permanece como puro ser más allá de toda expresión. Trasciende los tres estados de conciencia y permanece en el cuarto, turíya, que es el estado de la conciencia indivisa. Este es el segundo estado de tranquilización mental.

Ahora voy a describirte el tercero. Está más allá de lo que se indica con el término Brahmán, el ser, etc... A veces se le llama turíyatíta (más allá del cuar to) y es el estado supremo. Desafía toda descripción, porque está más allá de to dos los acontecimientos descritos por aquellos que lo perciben.
Permanece siempre, sabio Vasishtha. en este tercer estado, que es la verdade ra adoración del Señor, más allá de lo que es y de lo que no es. Nada ha sido crea do y por tanto, nada puede desaparecer. Tal estado está más allá de lo uno y de lo otro. Es una masa pura de conciencia más allá de lo eterno y de lo transitorio. En él no se plantea ninguna cuestión de diversidad. Es la paz y la felicidad más allá de toda expresión posible. El OM más puro, trascendente, supremo.
Después de decir esto, el Señor Shiva quedó en profunda contemplación du rante algún tiempo y Válmikí, Vasishtha y los demás sabios respetaron escrupulosamente su silencio. Después de permanecer inmerso en sí mismo durante cierto tiempo, el Señor abrió sus ojos y continuó:

Otra exposición de la naturaleza de la mente.
Abandona el hábito de aprehender los objetos con tu mente, sabio Vasis htha. Los que conocen lo único que merece la pena conocer, dicen que el ser es la espada que corta por igual la paz y las preocupaciones. Pero si lo prefieres, sigue prestando un mínimo de atención extrovertida para que puedas oír lo que ahora voy a decirte.

iNada se consigue estando completamente inactivo!. Este cuerpo se conser va vivo y activo por la energía vital o prána. Sin esa fuerza vital el cuerpo es completamente inerte. La inteligencia que experiencia todo esto es la concien cia sin forma. Cuando cesa el contacto del cuerpo y la fuerza vital, lo único que ocurre es que esa energía se separa de ese cuerpo. La conciencia, más pura que el espacio, no perece en esa separación.

Un espejo limpio refleja lo que está ante él, pero cuando está cubierto de suciedad no se produce la reflexión. Del mismo modo, cuando el prona ha de jado de mover el cuerpo, aunque seguimos viéndolo, ya no refleja los objetos como cuando estaba en contacto con el prána.

La conciencia, aunque es infinita y omnipresente, puede limitarse a tomar conciencia del cuerpo y de la mente. Cuando este defecto de objetivación es su perado, brilla por sí misma como el ser supremo. Ella misma es el creador Brah má, Vishnu, Shiva, Indra, el sol, la luna y el Señor Supremo. Algunas de estas divinidades, como Brahmá, Vishnu y Shiva, no son engañadas por la ilusión cós mica. Sólo son aspectos de la conciencia infinita que participan de su naturale za esencial, como el hierro al rojo vivo participa de la naturaleza del fuego. Por que ninguna de estas divinidades ha sido creada por la conciencia infinita ni existe con independencia de ella. En realidad, no son más que ideas, aunque siempre hay ideas más densas e importantes que otras. Resultaría inútil e impo sible describir el alcance de todas las ideas que pueden brotar de la ignorancia.

Decir que el ser supremo es el padre de Brahmá, Vishnu y Shiva, es un mero modo de hablar. Sólo la conciencia infinita merece ser adorada y venerada. Pero es inútil rendirle adoración, y ningún mantra sirve para eso, porque ella es inme diata, lo más próximo a uno mismo, nuestro propio yo y por tanto no necesitamos adorarla, invocarla o reclamar su presencia de ningún modo. La mejor forma de adoración es la profunda comprensión o realización de esta conciencia infinita.

Por eso suele decirse que el Señor Rudra (Shiva) es la autoexperiencia es pontánea y pura que mora como conciencia en todas las substancias. La semilla de todas las semillas, la esencia del mundo objetivo, la más grande de todas las acciones, la causa de todas las causas y la esencia de todos los seres, aunque de hecho no produce nada ni es un ser conceptual como el resto de los seres y por tanto, no puede ser concebido. Es la conciencia en todo lo consciente, que se conoce a sí misma como su propio objeto, consciente en su interior de esta diversidad universal.

Es la conciencia pura e incondicionada de todas las experiencias. Es la verdad absoluta y por tanto no es verdadera como los conceptos, pues no está sujeta a la definición de verdad o falsedad. Es el último término de comparación de toda verdad, la realidad primordial, pura conciencia absoluta y nada más.

Sin embargo, aparece teñida por el deseo o la atracción del placer sensible y entonces se transforma en experiencia de ese placer, aunque esa experiencia placentera es la mancha con que ella misma se ha cubierto o velado. Incondi cionada e indivisible como el cielo, se convierte en algo limitado y dividido. En esta conciencia infinita se producen millones de espejismos conocidos como universos objetivos que se multiplican sin término. Pero fuera de esa concien cia infinita, no hay nada real: la luz y el calor se perciben como si estuvieran fuera del fuego, pero no tienen ninguna independencia con respecto a él.

La conciencia infinita puede ser comparada con la última partícula subatómica que oculta en su seno la mayor de las montañas. En un sólo instante, abar ca la extensión de todos los siglos, porque nunca se separa ni se desdobla de sí misma como algo distinto. Más diminuta y sutil que la punta de un cabello, pe netra el universo entero, nadie ha visto sus límites o acotaciones.

No hace nada, se limita a imaginar el universo y a eso lo llamamos creación. Manteniéndole en su totalidad, tampoco hace nada. Aunque no es substancial, pe netra y reside en todas las substancias. El universo es su cuerpo, pero no tiene cuer po. Es el eterno ahora, pero también es el antes y el después. A menudo, sonidos carentes de significado alguno cobran significación cuando se trasmiten de unos individuos a otros como artificios convencionales. Todas las ideas sobre el ser y el no ser están basadas en la lógica, pero la infinita conciencia está más allá de to da verdad lógica como hemos dicho antes: es, incluso, lo que no es.
Produce las flores que perfuman y la nariz que huele su fragancia. Es capaz de producir las substancias del universo y los órganos sensibles que las detectan. La energía (shakti) de esa conciencia es capaz de crear lodo el universo y luego, con la idea contraria, reducirlo al estado de vacío.

Esta aparente creación no es mas que una reflexión de la conciencia, que pa rece haber tomado cuerpo a lo largo del tiempo. La "trimurti" (Brahmá, Vishnu y Shiva) es la manifestación del poder cósmico o energía que decide lo que de be ser y lo que no debe ser. Pero la conciencia no crea nada en absoluto, es co mo una lámpara que ilumina una habitación en la que están ocurriendo unos he chos que no la afectan.

En ese momento, Vasishtha preguntó:
"Señor, ¿cuál es la energía de esa conciencia y cuáles sus poderes y actividades?"
El Señor Shiva contestó:

Sobre la energía o "shakti"
El supremo ser no tiene forma, pero presenta cinco aspectos esenciales: vo luntad, espacio, tiempo, orden causal y la naturaleza cósmica inmanifestada. Tiene incalculables poderes o potencialidades, que reciben el nombre de "shakti" o "Maya", entre las que sobresalen el conocimiento, las fuerzas dinámicas, la acción y la no acción. Se consideran distintas de la propia conciencia y por eso se denominan potencias de la conciencia, pero de hecho no son distintas de ella, sino ella misma.

Esta creación en su conjunto es como un escenario en el que estas fuerzas de la conciencia danzan al ritmo dei tiempo. La más importante de todas ellas se conoce como "orden causal" e impone la secuencia de manifestación de los fenómenos. También se conoce por acción, voluntad o querer, etc.... Es la po tencia que ordena las características específicas de cada cosa, desde la más humilde hoja de hierba al creador Brahma.

Este orden natural no está regido por ninguna emoción, pero no está libre de limitaciones; protagoniza esta danza dramática que conocemos como mundo objetivo, representando diversos papeles (compasión, cólera, etc..) y genera y consume los siglos y las estaciones al compás de la música celestial y el rugir de los océanos, iluminado por el sol, la luna y las estrellas y poniendo en escena infinitos actores que son los seres vivos de todos los mundos.

El Señor es el testigo silencioso y alerta de esta danza cósmica. El es, al mismo tiempo, el danzante y la danza, es decir el orden causal y los acontecimientos.

El Señor que merece la adoración constante de los santos, es venerado por los sabios como Shiva, Vishnu, etc.. Ahora voy a describirte las principales for mas en que recibe veneración.

Formas de adorar al Señor
Para adorarlo, uno debe abandonar la idea de cuerpo. El verdadero culto es la meditación. Debemos adorar constantemente al señor de los tres mundos por me dio de la meditación. ¿Pero cómo podemos contemplarlo?. El es pura inteligencia, más radiante que cien mil soles brillando juntos, la luz que ilumina todas las lu ces, la luz interior; su garganta es el espacio, el firmamento sus pies, los puntos cardinales sus brazos, los mundos las armas que lleva en sus manos, todo el uni verso está oculto en su corazón, los dioses son el vello de su piel, las potencias cós micas sus energías corporales, el tiempo su perro guardián y tiene miles de cabe zas, ojos, oídos y brazos. Lo toca todo, lo saborea todo, lo oye todo y aunque está más allá del pensamiento, piensa a través de todo lo que existe. En todo momen to lo hace todo, concede lo que cada uno piensa o desea, reside en todo, es todo y lo que tiene que ser buscado por todos. Así debemos contemplarlo.

El Señor no debe ser adorado con objetos materiales sino con nuestra pro pia conciencia. No hace falta encender velas, ni derramar incienso, ni ofrecerle flores, alimentos o pasta de sándalo. Puede ser alcanzado sin el menor esfuerzo y sólo puede ser adorado por la profunda comprensión o realización del ser. Es ta es la meditación y la adoración supremas: la continua e inquebrantable cons ciencia de su presencia interior, la luz interior de la conciencia. Mientras hace mos cualquier cosa: ver, oir, tocar, oler, comer, movemos, dormir, respirar o hablar, debemos comprender y realizar nuestra naturaleza esencial como con ciencia pura. De este modo alcanzaremos la liberación.

La meditación es la ofrenda, el agua que se ofrece a la divinidad para lavar sus pies y sus manos; el autoconocimiento alcanzado por la meditación es la flor que debe servimos como nueva ofrenda de posterior meditación. El ser no pue de ser alcanzado por otro medio que por la meditación. Si somos capaces de me ditar siquiera por trece segundos, aunque seamos ignorantes, conseguimos más méritos que liberando a una vaca por caridad. Si conseguimos meditar durante ciento un segundos, obtendremos los mismos méritos que practicando el más sagrado de los ritos.

Si la duración de la meditación alcanza los doce minutos, el mérito es mil veces mayor. Si permanecemos todo un día meditando, llegamos a la más alta esfera, que es el yoga supremo, el supremo "kriyá". El que practica este tipo de adoración es alabado por los dioses y los demonios y por el resto de los seres. A pesar de ello, esta sólo es una adoración externa.

Ahora voy a describirte la adoración interior del ser, que es la más grande entre las más puras y consume la ignorancia de modo absoluto. Tiene que ser constante, ya estemos de pie o caminando, dormidos o despiertos, en cualquier actividad. Es preciso contemplar al Señor sentado en el corazón y, produciendo todas las modificaciones en el interior de uno mismo. Es preciso adorar el "bodhalingam", la conciencia manifestada o autoconsciencia, que duerme y despierta, camina y se detiene, toca lo que tiene que ser tocado, abandona lo que tiene que ser abandonado, disfruta los placeres y prescinde de ellos, se ocupa de las actividades externas, concede valor a las acciones y permanece en los órganos vitales como silenciosa quietud '. Esta inteligencia interior debe ser venerada en todo lo que nos sucede impremeditadamente. Firmemente sentados en la corriente de la vida y de sus experiencias purificadas con el baño del autoconocimiento, debemos adorar esta inteligencia interior con los materiales de la realización del ser.

Debemos contemplar al Señor como la luz proyectada por el sol y la luna, co mo la inteligencia que yace oculta en los objetos materiales, como la conciencia extrovertida que fluye a través de los conductos corporales hacia el mundo exte rior, como el "prána " que se agita delante de nuestra nariz, como la potencia que transforma los contactos sensibles en percepciones significativas, como el con ductor del "prána" y del "apána" que habita en secreto en la cueva de nuestro corazón. El que conoce todo lo conocible y realiza todas las acciones, el experien ciador de todas las experiencias, el pensador de todos nuestros pensamientos. El que conoce inmediatamente todas las partes o miembros de nuestro cuerpo, ilumi na todas las experiencias y es reconocido como ser y como ausencia

Aunque lo es todo, no tiene partes, aunque es omnipresente, reside en el cuerpo, disfruta sin disfrutar, es inteligencia en cada miembro. En la mente es la facultad de pensar y está en medio del "prána" y del "apána". Habita en el corazón, en la garganta, en el velo del paladar, en el punto medio de las cejas y en la punta de la nariz. Es la realidad en los treinta y seis elementos, trascien de los estados internos y produce los sonidos interiores, trayendo a la existen cia a ese pájaro nervioso de la mente. Es la realidad de lo imaginario y de lo no imaginario. Habita en todos los seres, como el aceite en las semillas. Reside en el loto del corazón (hridayam), pero también está fuera del cuerpo. Resplande ce como conciencia pura y puede ser visto en todas partes inmediatamente, por que es el puro experienciar de toda experiencia, que aparentemente se desdobla en sujeto y objeto cuando aprehende los objetos de tales experiencias.

Debemos contemplar al Señor como la inteligencia en el cuerpo. Las diver sas funciones y facultades corporales sirven a esta inteligencia como las espo sas al esposo. La mente es el mensajero que presenta ante el Señor el conoci miento de los tres mundos. Las dos energías fundamentales, la del conocimiento o "jñána shakti" y la de la acción o "kriyá shakti", son las esposas del Señor.

Los distintos aspectos del conocimiento son sus ornamentos. Los órganos de la acción o "karmendriya " son las puertas a traves de las cuales el Señor entra y sale del mundo exterior. Es el infinito ser indivisible, que permanece entero e infinito en el cuerpo.

El que contempla de este modo es la misma ecuanimidad, pues su conducta es ecuánime, guiada por una visión justa. Ha alcanzado el estado de bondad natural y pureza interna y es hermoso en todos los aspectos de su ser, porque adora al Señor que es inteligencia que penetra su cuerpo por entero y lo envuelve.

Esta adoración debe practicarse continuamente, día y noche, con todos los objetos que obtenemos sin esfuerzo alguno y son ofrecidos al Señor con la mente firmemente establecida en la ecuanimidad y en la rectitud, porque el Señor es conciencia que solo se preocupa de los espíritus rectos. El Señor debe ser adorado con todas las cosas que se obtienen espontáneamente y nunca debemos hacer el menor esfuerzo por conseguir lo que no tenemos para adorarle. Todos los placeres que disfruta el cuerpo, como comer, beber, estar con nuestras mujeres y los demás placeres semejantes, deben ser ofrecidos al Señor. El Señor debe ser adorado con las enfermedades que padecemos y con todas las experiencias desdichadas y los sufrimientos que nos toque soportar. El Señor debe ser adorado con todas nuestras acciones, incluyendo la vida y la muerte y hasta con nuestros sueños. El Señor debe ser adorado con nuestra pobreza y nuestra prosperidad. El Señor debe ser ado-rado incluso con nuestras peleas y disensiones, igual que con nuestros deportes y nuestros entretenimientos y con las manifestación de las emociones de amor y de odio. El Señor debe ser adorado con las nobles cualidades de un piadoso corazón: la amistad, la compasión, la alegría y la tolerancia.

El Señor debe ser adorado con todo tipo de placeres que nos sobrevengan sin buscarlos, ya sean sancionados por las escrituras o tal vez prohibidos por ellas. El Señor debe ser adorado tanto con lo que se considera agradable como con lo que consideramos indeseable, con lo que consideramos adecuado y con lo que estimamos inadecuado. Por esta adoración, uno debe abandonar lo que ha perdido y debe aceptar lo que ha recibido sin pretenderlo.
Todo nuestro tiempo debe ser ocupado en esta adoración, establecidos en la perfecta ecuanimidad ante todo lo percibido, sea agradable o desagradable. Debemos considerar todas las cosas como buenas y afortunadas o tal vez como una mezcla de fortuna y desgracia. Comprendiendo y realizando que todo es el ser uno, debemos adorar al ser en ese espíritu, contemplando con una visión ecuánime tanto lo bello y agradable como lo repugnante e impermanente. Así debemos adorar al ser.

Debemos abandonar nociones de ser esto o lo otro y realizar que todo esto es Brahmán, la única conciencia indivisible e infinita. Con este espíritu debemos adorar al ser. En todo momento y bajo cualquier circunstancia, uno debe adorar al ser por medio de y a través de todo lo que obtiene. Uno debe adorar al ser después de abandonar toda distinción entre lo deseable y lo aborrecible e incluso apreciando en las cosas esa diferencia, pero utilizándola como objetos de adoración.
Sin desear ni rechazar nada, debemos disfrutar con lo que obtenemos de modo natural y espontáneo. No debemos sentimos exaltados ni deprimidos por los objetos, ya sean grandes o insignificantes, como el espacio no se siente afectado por los objetos que existen y crecen en su seno. Debemos adorar al ser sin deseos ocultos en lodos los objetos que coinciden con nosotros en el tiempo, lugar o circunstancias cualesquiera, ya sean considerados socialmente malos o buenos.

En este proceso de adoración del ser, cualquier objeto ha de ser merecedor de adoración porque es de la misma naturaleza que los demás, aunque lo expre semos con diferentes nombres. La ecuanimidad es la dulzura que está más allá de los sentidos y de la mente. El que es tocado por esta ecuanimidad se dulcifi ca de inmediato, sea cual sea su descripción o definición. Sólo podemos consi derar adoración del ser, la que es practicada en estado de ecuanimidad, como el espacio, con la mente completamente tranquila sin el menor movimiento de pensamientos en su interior y en ausencia de toda perversidad. En ese estado de ecuanimidad sin esfuerzo, el sabio experiencia una infinita expansión en su in terior mientras realiza sus funciones naturales sin deseo ni reticencia de ningún tipo. Esta es la naturaleza del adorador de la conciencia. La ilusión, la ignoran cia y el sentimiento del ego no brotan ni en sueños en un hombre como éste. ¡Permanece en tal estado, sabio Vasishtha, experienciando todas las cosas co mo hace un niño!. Reverencia al Señor en tu cuerpo con todo lo que el tiempo te proporciona en cualquier circunstancia y vive en paz, libre de deseos.

Hagas lo que hagas y estés donde estés, todo es adoración del Señor que es conciencia pura. Considerándolo todo como una adoración del ser, el Señor se siente complacido.

Gustos y disgustos, atracción y repulsión, amor y odio, no se fundamentan en el ser como algo distinto de su propia naturaleza, en realidad sólo son pala bras. Incluso los conceptos indicados por los términos "soberanía", "pobreza", "placer", "pena", "mío", "otros", etc.. son una adoración del ser, porque la in teligencia que los concibe es el propio ser. El conocimiento del universo es el culto más adecuado del universo'.

Cuando hablamos de "este mundo" nos referimos en realidad al ser o con ciencia cósmica. ¡Qué sorprendente y misterioso es que este ser que es concien cia pura, parezca olvidar su propia naturaleza y llegue a creerse un "jiva" indi vidual!. En este ser cósmico que es la realidad de todas las cosas, no hay división entre el adorador, la adoración y lo adorado. Es imposible describir este ser cós mico que sostiene el universo entero sin fisuras, por que es imposible mostrar otra cosa que tenga relación con él. Los que consideran que Dios está limitado por el tiempo y por el espacio, no merecen ser incluidos en este grupo. Por tan to, después de abandonar todos los conceptos de limitación, abandonando in cluso la división entre el adorador y lo adorado, debes adorar al ser con el ser. Queda en paz, puro y libre de deseos. Considera que todas tus experiencias y expresiones son una adoración del ser.
Vasishtha preguntó entonces al Señor Shiva:

¿Cual es la verdadera naturaleza de Shiva?. ¿Por qué se le designa también con los nombres de Brahmán y el ser?.

E! Señor Shiva contestó:
La realidad no tiene principio ni fin ni puede reflejarse en ninguna otra cosa: eso es la realidad. Se la considera como un no ser, porque no se puede percibir con la mente ni con los sentidos.

Vasishtha preguntó de nuevo al Señor Shiva:
¿Hay algo más allá de la mente?. Si lo hay, ¿cómo puede comprenderse y realizarse?.

El Señor Shivacontestó:
Si el buscador se siente impaciente por alcanzar la liberación y está dotado de "ignorancia sátvica", con este tipo de ignorancia y la ayuda de las escrituras, supera la obscura ignorancia, como un lavandera suprime la suciedad de la ropa con ayuda de otra cosa sucia. Por esta acción la ignorancia es desterrada, el ser realiza el ser y se ve a sí mismo en su luminosa naturaleza.
Cuando un niño juega con un carbón, ensucia de negro sus manos. Si se las lava y se pone a jugar otra vez con el carbón, se ensucia de nuevo. Pero sí no vuelve a tocar el carbón, sus manos permanecen limpias. Del mismo modo, si uno investiga la naturaleza del ser y al mismo tiempo detiene todas las acciones provocadas por la ignorancia, la suciedad se desvanece. Pero sólo el ser puede llegar a tomar conciencia del ser.

No contemples esta diversidad objetiva como el ser. No creas que el autoconocimiento es el resultado de la enseñanza de un maestro. El gurú o preceptor posee también mente y sentidos; el ser, Brahmán, está más allá de la mente y de los sentidos y sólo puede ser alcanzado cuando estos han cesado, pero de ningún modo con su ayuda, pues eso significa que aún existen. Sin embargo, aunque la instrucción del maestro, no es realmente un medio para realizar el autoconocimiento, es conveniente considerarlo así en una fase previa de aproximación.

El ser no se manifiesta por las escrituras ni por la enseñanza del gurú, pero tampoco se revela sin ellas. Sólo se manifiesta cuando todo eso actúa conjuntamente. Cuando el conocimiento de las escrituras, la enseñanza del preceptor y el esfuerzo disciplinado del discípulo actúan simultáneamente, el ser se revela por sí mismo.

Naturaleza del ser, Shiva
Lo que queda cuando los sentidos han dejado de funcionar y todos los conceptos de placer y dolor se han desvanecido, es el ser, Shiva, que también se designa con los términos de "Eso", "verdad" o "realidad". Pero lo que queda cuando todo eso deja de funcionar, existe también cuando la mente y los sentidos están presentes, como el espacio sin límites. Por compasión hacia el ignorante que permanece engañado, en un esfuerzo por despertar su sed de liberación, los redentores de) universo (Brahmá, Indra, Rudra y los otros dioses) han compuesto las escrituras como los Vedas y los Puránas, utilizando palabras como "conciencia", "Brahmán ", "Shiva ", "ser", "Señor", etc.. Aunque estas palabras parecen implicar una diversidad de seres, en verdad no existe tal diversidad.

El verdadero significado de las palabras "Brahmán ". etc.. sólo es la conciencia pura. En relación con ella, hasta el espacio ilimitado es grosero y substancial como una pesada montaña. Cuando esta conciencia pura se percibe como un objeto cognoscible, da lugar al concepto de inteligencia o conciencia individual, aunque en realidad no es objeto de conocimiento alguno pues es el ser más interno de todo lo existente. A causa de su provisional y errónea conceptualización, la conciencia pura da origen al sentimiento del ego o "ahamkára".

Este sentimiento produce los conceptos de espacio y tiempo. Dotado con la energía vital que llamamos "prána", se transforma en el "jíva" o individuo, que siguiendo los dictados de estos conceptos, duerme en la más espesa ignorancia. Esa es la mente que surge en conjunción con el sentimiento del ego y las diferentes formas de la energía psíquica. Todas ellas juntas se conocen como el cuerpo "átiváhika", el cuerpo sutil que se desplaza sin cesar de un plano a otro.

A continuación, son concebidas las substancias objetivas que se corresponden con aquellas energías sutiles del cuerpo "átiváhika" y de este modo son concebidos los sentidos, sus objetos correspondientes y las experiencias que ponen en contacto a ambos. Estos conjuntos se conocen como "puryashtaka ", aunque en su forma sutil ya hemos dicho que es el cuerpo "átiváhika".

Sustancialidad de los objetos
Así son creadas todas las substancias, aunque de hecho nada ha sido creado. Todo ello sólo son aparentes modificaciones de La conciencia infinita. Como los objetos soñados están en el interior del que los suena, el universo substancial no es nada distinto y separado de la conciencia infinita. Pero igual que los objetos soñados parecen cosas percibidas mientras uno los está soñando, las cosas del universo parecen tener una realidad objetiva mientras la mente está en estado de vigilia

Cuando se comprende La verdad sobre ello, resplandecen como el Señor. Sin embargo, hasta eso mismo es falso, porque jamás han sido objetos materiales o substancias. Su aparente sustancialidad sólo ha sido producida por el concepto de sustancialidad u objetividad que nosotros experienciamos al producirse la percepción. De este modo, al producir ella misma la sustancialidad, la conciencia ve la objetividad de los objetos.

Condicionada por esos pensamientos, la conciencia parece sufrir y este dolor es su limitación. Pero esta limitación sólo está basada en pensamientos o ideas. ¡La verdad está más allá de tales experiencias y el mundo sólo es un espejismo!. En consecuencia, ¿qué es esa limitación mental que construye un objeto y un sujeto limitados?. ¿Quién bebe el agua de ese espejismo?. Cuando todo esto es rechazado, sólo queda la realidad no condicionada por nada. Podemos considerarlo como ser o como no ser, pero es lo único que hay, lo único que es, lo único que existe. Las limitaciones o condicionamientos mentales son un ilusorio no ser, parecido a un fantasma; cuando las expulsamos de nuestro lado, la ilusión de la creación se desvanece. El que considera real este espejismo del sentimiento del ego, no está preparado para la instrucción. Los maestros enseñan solamente al hombre dotado de sabiduría, no al insensato que sólo cree en la realidad de este mundo aparente, como el estúpido que concede la mano de su hermana a un hombre que ha conocido en un sueño.

El "jiva" percibe los elementos que constituyen su cuerpo en el vacío, co-mo el que sueña percibe muchos objetos en su vacío interior. La conciencia o ser cósmico percibe este universo de diversidades en su interior como si estu-viera soñando y este sueño se prolongara hasta este momento.

El "jiva " se cree Brahmá, Vishnu y Shiva, pero todo esto no son más que formas pensadas, que conciben y perciben otras formas y las experiencian como si fueran verdaderos objetos. La única realidad en estas percepciones es el . concepto primordial de ego, que brota en el momento en que la conciencia se concibe como un objeto y piensa que está percibiendo otros objetos. Este instante coincide con un siglo y sus múltiples divisiones también pensadas. En cada átomo de existencia se está representando continuamente el drama de la au-toocultación y el autoconocimiento, que no son otra cosa que formas pensadas y en cada momento creadas por la conciencia cósmica. Pero nada es creado en y por esa conciencia, que permanece siempre invariable e inmóvil.

La montaña vista en un sueño parece existir en el tiempo y en el espacio, aunque no ocupa espacio alguno ni necesita ningún tiempo para aparecer y disolverse. Lo mismo ocurre con el mundo objetivo. Los dioses todopoderosos surgen en un abrir y cerrar de ojos, como el más miserable gusano. Desde el Señor Rudra hasta la más humilde hoja de hierba, todos los seres de este universo tienen el mismo modo de existencia, sean colosales personalidades o diminutos microrganismos.

Cuando uno investiga la naturaleza de este "samsára " o universo objetivo, la percepción de la diversidad desaparece en el mismo instante en que se prodoce el autoconocimiento, que es la realización de Shiva. Cuando se consiente que la naturaleza real de la conciencia quede dormida o anonadada siquiera durante la mitad de la centésima parte de un segundo, se producen todas estas creaciones ilusorias y desgraciadas. Con la palabra "Brahmán ", los sabios sólo pretenden indicar el estado en el que uno permanece firme en la conciencia infinita. En cuanto nos distraemos un instante, concebimos la idea de mundo como real y eso da lugar a una infinita secuencia de diversidades, dioses, demonios, hombres, plantas e insectos. Pero si uno no se desliza de ese estado de conciencia cósmica, comprende que la verdad está presente en todas partes y en cualquier momento.

Después de decir esto, adoré al Señor Shiva que me bendijo mientras hablaba con su esposa, Párvatí. Como había comprendido su enseñanza, abandoné mi anterior modo de veneración y comencé a adorarlo como el omnipresente ser no dual. ¿Pero en todo esto, qué puede ser considerado real e irreal?. Un objeto imaginario es descrito imaginariamente por uno mismo, a pesar de comprender que lo está imaginando e imaginar que lo comprende. El ser está en todas partes, como la humedad en los líquidos, el movimiento en el viento y el vacío en el espacio.

Desde que el Señor me instruyó de esta forma, he practicado el culto al ser infinito y gracias a esta práctica, aunque esté ocupado en las tareas comunes, vivo libre de todo sufrimiento. Practico el culto al ser indiviso aparentemente dividido, con flores y con todo lo que se me ofrece de modo natural, incluso con mis acciones naturales.

Poseer y ser poseído es común a los cuerpos encamados, pero el yogui permanece siempre alerta y esta continua vigilancia es la adoración del ser. Adoptando esta actitud interna y con una mente vacía de apego, deambulo por el terrible bosque del samsára. Si haces lo mismo que yo, no te arrepentirás.

Cuando te sobrevengan las mayores calamidades, como la pérdida de los seres queridos o de la riqueza, si inquieres la naturaleza de la verdad de la manera que te he enseñado, no te verás afectado por la alegría ni por la tristeza. Ahora sabes cómo surgen y cesan esas cosas y conoces el destino del hombre que se deja engañar por ellas por no investigar su verdadera naturaleza. Ellos no tienen nada que ver contigo y tú no tienes nada que ver con ellos. Esta es la irreal naturaleza del mundo. No te preocupes por ello.
Querido Rama, tú eres conciencia pura jamás afectada por la ilusoria per-cepción de la diversidad de lo creado. Cuando veas esto, ¿cómo podrán surgir en tí ideas de lo deseable o lo repugnante?. Comprendiéndolo, permanece establecido en el estado de conciencia llamado turíya.

Rama intervino en ese momento para decir:
Señor, estoy libre de la ilusión de dualidad. He comprendido que todo esto es Brahmán. Mi inteligencia se ha purificado, liberándose de dudas, deseos y preguntas. Ni deseo el cielo ni temo el infierno. Estoy firme en el ser. Por tu gracia, Señor, he cruzado el océano del samsára. He realizado la plenitud del autoconocimiento.
Vasishtha, muy complacido por las palabras del príncipe, continuó su discurso..."

Extraído del libro Yoga Vasistha. 
Enseñanzas del Sabio Vasistha al príncipe Rama (Avatar).
pág 351 a 371.





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EL DESPERTAR SAI (multiply)
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