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martes, 27 de octubre de 2009

LA SALIDA DEL SOL Y EL DESPERTAR SAI DE LA CONCIENCIA

La Salida del Sol y el Despertar Sai de la Conciencia

Mayo 22, 2009 de senderosalalma

Publicado por ronnie percy alvarado moya el mayo 21, 2009 a las 8:03pm EN Sincrodestino

El Maestro Omraam Mikhael Aivanhov (1900-1986) nació en Bulgaria. Filósofo y pédagogo francés de origen búlgaro, fue a Francia en 1937, donde residió desde entonces.

Lo que más sorprende en su Enseñenza, es la multiplicidad de puntos de vista bajo los que está presentada esta única pregunta: el hombre y su perfeccionamiento. Sea qual fuere el asunto abordado, es invariablemente tratado en función del hombre, en función del uso que puede hacer para una mejor comprensión de sí mismo y una mejor conducta en su vida. Si su palabra tiene tal alcance, es porque él mismo es una ilustración de su Enseñanza.

Vais a meditar por la mañana a la salida del sol, pero este ejercicio no os aportará gran cosa si no os habéis preparado antes, la víspera. Y sobre todo, en el momento en que os encamináis para reencontrar la aurora, debéis tener bien presente en vuestra cabeza y en vuestro corazón la convicción de que vais no solamente a asistir, sino a participar en este acontecimiento formidable que se produce en el universo.

¿Qué hay de más bello y más esencial que el nacimiento del día?

Diréis que vuestra presencia no cambiará nada, el sol se levantará tanto si estáis ahí como si no. Es cierto, el sol no os necesita para elevarse.

Pero es para vosotros que es importante, porque existe una relación entre los acontecimientos de la naturaleza y los de vuestra vida interior. Cuando sepáis cómo mirar al sol cuando sale, en ese instante en el que surge el primer rayo, sentiréis todos los poderes puros y luminosos que entran en acción, y comprenderéis cuán importante es trabajar con ellos a fin de que el día se despierte también en vuestra conciencia. »

La Salida del Sol, Fuente de Alimentos
Está dicho en el Zeha Besta, que cuando Zaratustra preguntó al Dios Aur Mazda cómo se alimentaba el primer hombre, éste le respondió: “

- “Comía fuego y bebía luz.”

Entonces, ¿por qué no debemos también nosotros aprender a comer fuego y a beber la luz para volver hacia la perfección del primer hombre?

Diréis que esto no es posible. Sí, es posible.

Estáis contemplando la salida del sol: esperáis el primer rayo permaneciendo vigilantes y atentos… Desde el momento en que ese primer rayo aparece, pensad que lo absorbéis, que lo tragáis. En lugar de mirar sólo el sol, lo bebéis, lo coméis, e imagináis que esta luz que está viva, se propaga por todas las células de vuestros órganos y los purifica, los refuerza, los vivifica. No solamente este ejercicio os ayuda a concentraros, sino que sentiréis que todo vuestro ser se estremece, se ilumina porque conseguís verdaderamente absorber la luz…

En Grecia se le llama ambrosía, en la India soma, los alquimistas lo llaman el elixir de la vida inmortal… Todas las culturas han mencionado la existencia de un brebaje de inmortalidad, y hablan de cómo prepararlo.

En realidad este brebaje existe en la naturaleza, pero evidentemente no en cualquier parte: sólo se le encuentra en las regiones más sutiles, las más puras, y en ciertos momentos particulares, como a la salida del sol.

El momento de la salida del sol, es el más favorable del día para poder beber de esta ambrosía que el sol distribuye por todas partes en el universo y de la que todas las criaturas vivas, las rocas, las plantas, los animales, los humanos, recogen las partículas. La verdadera bebida de la inmortalidad es la luz, y por la mañana, a la salida del sol, podéis captar esta luz para alimentar vuestros cuerpos sutiles.

En la mitología, el fénix es ese pájaro de Arabia que, periódicamente, se instalaba sobre una hoguera de plantas aromáticas, y él mismo le prendía fuego, se consumía, y después renacía de sus cenizas. Por ello se ha convertido en el símbolo de los seres muy evolucionados que, conociendo las leyes de la vida inmortal, son capaces de renovarse sin cesar. Esos seres tomaron como modelo el sol.

Todos los que aspiran a la vida inmortal, que es la verdadera vida espiritual y no una prolongación sin fin de la vida física, deben ir cerca del sol. Únicamente el sol puede enseñarles cuales son los elementos que dan la inmortalidad, y qué trabajo pueden hacer con ellos. Estos elementos son tres: la luz, el calor y la vida. El sol no cesa de distribuirlos a través del espacio como la expresión de la luz, del calor y de la vida divina.

El día que comprendáis esta verdad y os preparéis para asistir a la salida del sol como si este fuera el acontecimiento que sobrepasa todos los demás, entonces beberéis el sol, os alimentaréis del sol y os volveréis inmortales, porque sabréis renovaros.

« Yo soy la luz del mundo. El que me sigue nunca andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. »

(Juan 8:12)

El Sol, espríritu vivo
Decís que amáis al sol, que tenéis necesidad de él. Pero ¿Cuándo vais a verlo y a exponeros a sus rayos?…

Es por la mañana, a la salida del sol cuando podéis descubrirlo en todo su esplendor, en toda su significación. Para asistir a la salida del sol en las mejores condiciones, pensad en prepararos durante la vigilia: comer ligeramente, acostaros temprano, y también no os lancéis en discusiones que continuarán persiguiéndoos, a pesar vuestro, el día siguiente.

Cuando sepáis mirar el sol con un pensamiento despegado, libre, sentiréis que entráis en contacto con él, con su espíritu, y que absorbéis sus rayos como si fuesen gérmenes de vida. Desde que empezáis a respirar y a beber la vida del sol, todo cambia: vuestra alma se abre, una fuente brota, os impregnáis del esplendor del alba. Algo de la pura luz en la que os bañáis penetra poco a poco en vosotros, y deseáis expandir por todas partes estas bendiciones a fin de que todos los seres disfruten de esta misma felicidad.

Por todas partes en el espacio el sol proyecta partículas de una gran pureza. Y si sabéis cómo concentraros en él, podréis eliminar de vuestro organismo toda clase de materias usadas, oscuras, para sustituirlas, por nuevas partículas vivas, luminosas.

He ahí un ejercicio extremadamente útil que podéis hacer por la mañana meditando a la salida del sol. Con todo vuestro corazón, con toda vuestra alma, tratad de captar estas partículas divinas de forma que penetren en vosotros; así, poco a poco, gracias al sol, renovaréis la materia de vuestro ser, y pensaréis y actuaréis como un hijo de Dios.

La Práctica De La Salida del Sol
Fue el Maestro Peter Deunov, en Bulgaria, quien había instaurado esta práctica: asistir a la salida del sol durante los meses de primavera y de verano. ¡Hay tantas cosas que comprender mirando salir el sol, tantos ejercicios que hacer para impregnarse de esta vida, de esta luz, de este calor!
Desde el alba, ya es un verdadero evento que se prepara en el cielo… todas esas nubes oscuras o claras que aparecen y desaparecen…. Después todos esos colores de la aurora, estas son presencias que presiden la llegada de esta presencia deslumbrante: el sol.

Pero, ¿cuántos se dan cuenta de lo que representa el nacimiento de un nuevo día que, desde hace miles de años, repite incansablemente la primera mañana del mundo?… Todas esas criaturas visibles e invisibles que asisten a esta prodigiosa aparición de la luz… Pero los humanos están tan poco habituados a utilizar las facultades psíquicas, espirituales que el Creador les ha dado que, ante una salida de sol, ellos no saben qué hacer. Por su puesto, ellos reconocen que es un bello espectáculo, pero al cabo de un momento, ellos se aburren, esta bola brillante en el cielo, están cansados de mirarla. Y ellos abandonan el sol para ocuparse de cosas más tangibles… más “¡importantes!”…

El sol es la imagen más perfecta de Dios. Pero a pesar de esta perfección, él no es mas que una forma, y es necesario ir más lejos y más alto para buscar a Dios más allá de esta forma.

Dios debe ser siempre buscado más allá de las formas.

Entonces, mirando el sol, esforzaos en sentir que vosotros estais delante la mejor representación de Dios. Esta sensación contribuirá a elevar todas las vibraciones de vuestro ser. Todos los elementos serán exaltados en vosotros, serán proyectados a las regiones superiores del espacio, e incluso la noción del tiempo se va a abolir. Como Dios vosotros vivireis en la eternidad. Así pues, sepan que lo que les digo hoy es la verdad; las entidades aquí presentes lo escuchan y lo propagarán en el mundo entero.

Al mirar al sol, centro de nuestro sistema solar, tratad de reencontrar el centro en vosotros: vuestro espíritu, que es omnipotencia, sabiduría, omnisciencia, amor universal, y acercaos cada día a él. Mientras permanezcáis separados del centro, seréis zarandeados, estaréis a merced de las corrientes más desordenadas y contradictorias. Me diréis, claro, que las tareas de la vida cotidiana os obligan a abandonar el centro para proseguir vuestras actividades en la periferia. Efectivamente, pero si es preciso saber alejarse del centro, puesto que es necesario, esto no significa que se deba cortar la conexión con él. Al contrario, cuantas más actividades tengamos en el mundo (la periferia), tanto más debemos reforzar esta conexión con el centro, con el Espíritu. Porque es de este centro de donde recibimos la energía, la luz, la paz que necesitamos para llevar a buen término todas nuestras empresas.

Simbolismo De La Salida del Sol
En psicología, en el simbolismo universal y en el simbolismo de los sueños, el sol puede representar (entre otros): la conciencia, Dios, el padre, la salud, etc,. Según el texto y según los grados. El es la raíz y la fuente de la vida, de luz y de calor (ver los Arquetipos de Carl Gustav Jung). Sin el sol, no habría ninguna vida sobre la tierra. El representa pues un símbolo particularmente poderoso.

La salida del sol representa el despertar de la conciencia o el renacimiento. El nos une concientemente o inconcientemente con las fuerzas constructivas de la vida, del nacimiento, de la resurrección. El corresponde a nuestra luz interior que se alumbra. Al igual que en la mañana, al alba todo se despierta en la naturaleza, la contemplación de este fenómeno induce por analogía, un despertar de conciencia en nuestro microcosmos o nuestra naturaleza inferior.

En un sueño, el sol que se levanta puede anunciar, por ejemplo: el fin de una enfermedad (el regreso de la salud), o un florecimiento, la llegada de una situación floreciente, etc.

El sol naciente es también el símbolo de la iluminación, de la iniciación, de la resurrección, del nacimiento del nacimiento del principio divino en el ser humano.

La mejor imagen de Dios es el sol dispensador de vida, de luz y de calor. Sólo la vida, la luz y el calor del sol pueden darnos una idea de lo que son el poder, la sabiduría y el amor divinos. A nosotros nos corresponde ahora entrar en relación con este poder, esta sabiduría y este amor. Podemos hacerlo con nuestra esperanza, nuestro amor y nuestra fe. Os daré un ejercicio. Recitad muy despacio, concentrándoos en cada palabra, la siguiente oración:
“Señor, amo tu sabiduría, tengo fe en tu amor, confío en tu poder.”

“Señor, amo tu sabiduría.” – Nuestro corazón es muy cálido, tiene mucho ímpetu, pero le falta discernimiento, medida, por esto debe buscar la sabiduría.
“Creo en tu amor…” – Necesitamos creer en el amor. Y como el amor de Dios es la base del universo, es en él, y tan sólo en él que podemos tener una absoluta confianza.
“Confío en tu poder…” – Al ser estable e inmutable, sólo podemos confiar en la omnipotencia divina. »

La vida es el poder más grande de todos los poderes: para nosotros, los humanos, sólo el sol puede darnos una idea de ello. De esta vida sentimos dos manifestaciones: la luz y el calor. Y cuántas veces os he explicado que, si los cristianos quisieran abrirse al sol, comprenderían mejor lo que ellos llaman el misterio de la Santísima Trinidad, el misterio de un sólo Dios en tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El Padre representa la vida de donde proceden el Hijo y el Espíritu Santo, la luz y el calor, es decir la sabiduría y el amor. Pero ¿qué se puede hacer si los cristianos no quieren comprender que sólo el sol puede justificar y hacerles comprensible lo que constituye el fundamento de su religión? Y ¿qué se puede hacer asimismo, si cuando les hablo de meditación a la salida del sol, imaginan que quiero inducirles hacia la práctica de antiguos cultos en los que se adoraba el sol como a una divinidad? »

Las conclusiones que extraemos de los seres o de los acontecimientos dependen del punto de vista donde nos situemos. Desde el punto de vista geocéntrico, se observa que es el sol el que sale, el que se pone y el que gira alrededor de la tierra. Sin embargo, esto no es más que una apariencia, y del mismo modo, aquellos que están acostumbrados a extraer conclusiones a partir de las apariencias, se engañan; su ciencia, su filosofía son erróneas, están basadas en una ilusión idéntica: el sol que giraría sobre la tierra. Mientras que aquellos que adoptan el punto de vista heliocéntrico, que saben situarse sobre el sol, con el fin de observarlo todo desde el sol, éstos ven la verdad. Diréis: “Pero todos sabemos que es la tierra la que gira alrededor del sol.” Sí, en teoría, pero en la práctica ¡hacéis lo contrario! Por esto os repito: “Trabajad cada día para encontrar el sol en vuestro interior, es decir la parte divina de vuestro ser. Y vivid allí, mirad y actuad desde allí, y estaréis en la verdad.”

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