Bali preguntó a su padre:
Padre, ¿qué esfera es esa que está libre de los condicionantes psicosomáticos?. ¿Quién es ese ministro y quién ese rey?. La historia es muy interesante y no la conocía. Por favor, explícame todo eso con más detalle.
Virochana respondió:
Todos los dioses y demonios juntos, uniendo sus esfuerzos, no podrían enfrentarse al ministro. No es Indra, el rey de los dioses, ni Yama, el dios de la muerte, ni Kubera, el dios de las riquezas, ni ningún otro dios o demonio al que puedas conquistar fácilmente. Aunque se cree que el dios Vishnu aniquiló a los demonios, fue este ministro quien los destruyó realmente. De hecho, hasta dioses como Vishnu pueden ser vencidos por este ministro sin riesgo alguno. El amor obtiene su poder de este ministro. El odio también lo obtiene de él. Él es quien provoca el eterno conflicto entre los dioses y los demonios.
Este ministro sólo puede ser vencido por su propio señor, el rey, y por nadie más.
Cuando ese deseo brota en el corazón del rey, el ministro puede ser vencido fácilmente. Es el ser más poderoso de los tres mundos, y estos sólo son su exhalación y su aliento. Si tienes la habilidad de conquistarlo, serás un verdadero héroe.
Cuando aparece el ministro, los tres mundos se manifiestan, del mismo modo que el capullo de loto se abre con los rayos del sol. Cuando se retira, los tres mundos quedan dormidos e inertes. Si estás dispuesto a conquistarlo, serás un verdadero héroe. Cuando es vencido, todos los mundos y todas las cosas que hay en ellos, son conquistados a un tiempo. Si no le vences a él, aunque creas dominar muchas partes del mundo, nada has conquistado.
Por tanto, hijo mío, para alcanzar la absoluta perfección y la felicidad eterna, pon todo tu esfuerzo y todo tu valor en dominar a ese ministro, sean cuales fueren las dificultades que encuentres en ello.
Bali preguntó entonces:
Padre, ¿hay algún medio eficaz para vencer a tan poderoso ministro? Virochana le contestó:
Aunque es casi invencible, te diré cómo puedes vencerlo. Puede ser dominado en un instante si uno le sujeta por medio de una acción inteligente; sin esa acción, lo destruye todo como una serpiente venenosa. El que se aproxima a él con inteligencia juega con él como se juega con un niño y lo domina a su antojo; el que consigue hacer esto, contempla al rey y sube a su trono fácilmente.
Una vez que hemos visto al rey, el ministro queda bajo nuestro control, y a su vez, cuando controlamos al ministro, el rey se ve con claridad. Mientras no vemos al rey, el ministro no está definitivamente vencido, y hasta que no vencemos totalmente al ministro, el rey no puede ser visto. Esto que te estoy diciendo parece un círculo vicioso, pero tiene solución. Mientras no vemos al rey, el ministro no cesa de causar estragos y producir sufrimientos, pero ya te digo que mientras el ministro no es vencido, el rey permanece invisible.
En consecuencia, nuestra práctica inteligente debe abarcar simultáneamente los dos objetivos: contemplar al rey y someter al ministro. Por un intenso esfuerzo personal y una práctica firme y decidida, puedes obtener ambas cosas y en ese momento entrarás en aquella esfera que le he dicho y no volverás a experimentar sufrimiento alguno. Es la región habitada por los santos que están eternamente en paz.
Hijo mío, ahora voy a explicarte el significado de todo lo que te he dicho. La esfera a la que me he referido es el estado de liberación. El rey es el ser que trasciende las demás esferas o estados de conciencia. El ministro es la mente, que ha construido este mundo como un vaso de barro en el tomo del alfarero. Cuando la mente es conquistada, todas las cosas son conquistadas con ella. Recuerda que la mente es casi invencible, excepto por una práctica inteligente y tenaz.
Bali dijo en ese momento:
Padre, explícame amablemente esa práctica inteligente con la que puedo vencer a la mente.
Virochana respondió con amabilidad:
La forma más inteligente para dominar a la mente es la completa liberación de los deseos y apegos con respecto a los objetos de este mundo. Con este método, el poderoso elefante de la mente puede ser sometido. Es un medio fácil y difícil a la vez, hijo mío: difícil para el que no se compromete a una práctica rigurosa, pero muy sencillo para el que realiza un esfuerzo serio y convencido. No se puede cosechar sin sembrar la mente no puede ser sometida sin una práctica tenaz y porfiada. Hasta que uno no abandona los placeres sensibles, continúa merodeando por este mundo de dolor. Ni el más fuerte e incansable de los hombres puede llegar a su destino, si no se mueve en una sola dirección. Nadie puede alcanzar el estado
de desapego total sin una práctica tenaz y persistente.
El desapego sólo puede conseguirse con el esfuerzo adecuado: no hay otro camino. La gente habla del destino o de la gracia divina, pero en este mundo percibimos a los hombres y no a los dioses. Cuando la gente habla de dioses, se refiere a lo inevitable, lo que no está bajo su control, como los fenómenos de la naturaleza. Por la misma razón, lo que produce ecuanimidad y la cesación del dolor, también se relaciona con la gracia divina. La gracia, el orden natural y el propio esfuerzo son distintos nombres que damos a la misma verdad; su distinción sólo se basa en una errónea percepción.
Lo que la mente concibe por su propio esfuerzo, lo experiencia y lo disfruta sin duda alguna. La mente es el agente y lo que concibe dentro de un orden natural (niyati), aparece y se manifiesta ante ella. La mente también puede ir contra el orden natural, porque la mente es la que dirige ese orden.
Igual que el viento se mueve en el espacio, el Jiva individual funciona en este mundo cumpliendo el orden natural, aunque parece que tales acciones son producidas por él mismo. Siguiendo las leyes naturales, el individuo parece moverse o quedarse quieto, pero ambas cosas sólo son el producto de falsas superposiciones mentales, como cuando el viento mueve los árboles de una montaña parece que es la montaña la que se está moviendo.
Cuando actúa la mente no existen dioses ni naturaleza; cuando la mente cesa, ya veremos lo que pasa.
Bali preguntó:
Señor, dime cómo puedo conseguir que esta cesación del deseo tome cuerpo en mi corazón de una manera definitiva.
Virochana respondió al instante:
Hijo mío, el autoconocimiento es el árbol que produce el fruto de la cesación del deseo. Sólo cuando vemos el ser se arraiga en nuestro corazón la más elevada forma del desapego. Por tanto, debemos captar el ser por medio de una investigación inteligente, y al mismo tiempo desprendemos del deseo de placer sensible.
Cuando la inteligencia todavía está dormida, podemos disfrutar de los placeres con la mitad de la mente y dedicar la otra mitad al estudio de las escrituras y al servicio del maestro. Cuando comienza a despertar, debemos dedicar sólo la cuarta parte a los placeres y las otras tres a los otros cometidos. Cuando despierta del todo, dedicaremos la mitad al servicio del maestro y la otra mitad al estudio de las escrituras, con vairagya o el desapego absoluto como fiel compañero de aventura.
Sólo cuando estamos saturados del sentimiento divino estamos cualificados para escuchar la exposición de la sabiduría. Por eso debemos intentar una educación constante de la mente por medio del estudio de las escrituras. Cuando la mente ha sido transformada de este modo, es capaz de reflejar sin distorsión ni alteraciones la naturaleza del ser. Estas dos cosas, la comprensión del ser y el abandono del deseo, deben progresar simultáneamente y caminar cogidas de la mano.
El verdadero desapego no surge por penitencias, caridad, peregrinaciones, etc... sino solamente por la percepción de nuestra verdadera naturaleza. Y el único medio de esta comprensión directa del ser, es el esfuerzo propio y correcto.
Por consiguiente, debemos evitar la dependencia de cualquier dios o destino y actuar por nuestro propio esfuerzo. Cuando este desapego madura convenientemente, brota en nosotros el espíritu de investigación del ser, que a su vez fortalece ese desapego. Ambos son independientes como, el océano y las nubes, pero siempre caminan juntos como dos amigos íntimos.
Por tanto, antes que nada, debemos abandonar la dependencia de factores extraños, como los dioses, y cultivar el desapego con intenso esfuerzo y haciendo rechinar los dientes si es preciso. Debemos conseguir recursos sin violar las costumbres y tradiciones de nuestra sociedad y sin molestar a nuestros parientes, y utilizar esos recursos para lograr la compañía de los sabios dotados de buenas cualidades. La compañía de esos santos produce desapego y estimula el espíritu de investigación y el estudio de las escrituras. Siguiendo estas fases, alcanzaremos la verdad suprema.
Cuando hayas abandonado por completo la persecución del placer sensible, alcanzarás el estado supremo por medio de la investigación. Cuando el ser se purifica por completo, te instalas firmemente en la paz suprema y nunca caes de nuevo en la conceptualización que es la causa del error. Aunque continúes con vida, estarás libre de esperanzas y expectativas, como un cuerpo puro. ¡Enhorabuena, hijo bienaventurado .
Siguiendo la tradición social vigente, consigue algunos medios materiales para emplearlos en buscar la compañía de los santos y adóralos como es debido. En su divina compañía despreciarás los objetos de placer, y mediante una investigación correcta conseguirás el autoconocimiento
La mente es el pavoroso poder de Maya
La mente, amable Rama, es el centro en torno al cual gira este círculo vicioso que produce confusión en la meme del ignorante. Por medio de un intenso esfuerzo y una aguda inteligencia esta rueda se detiene por completo. Cuando el movimiento de ese centro ha cesado, la rueda ya no gira; cuando la mente está quieta, la ilusión se desvanece. El que no conoce este truco y no lo pone en práctica, sufre una esclavitud interminable; en el momento en que ve la verdad, el sufrimiento llega a su fin.
La enfermedad de la percepción objetiva de este mundo ilusorio no se cura con otro remedio que con el dominio de la mente. Abandona por tanto, querido Rama, todas las penitencias, peregrinaciones o sacrificios y considera el control de la mente como el bien más señalado y la práctica primordial. La apariencia objetiva reside en la mente, como el espacio en el interior de un recipiente; cuando ese recipiente se rompe, la ilusoria división del espacio se desvanece. Cuando la mente deja de existir, el concepto del mundo que hay en su interior también deja de existir. Igual que un insecto atrapado en el interior de una vasija recupera su libertad de movimiento cuando la vasija se rompe en pedazos, cuando tu mente salte en pedazos y con ella desaparezca el mundo ilusorio que hay en su interior, podrás recuperar tu propia libertad.
Vive en el presente, con tu conciencia exteriorizada en cada momento, sin hacer ningún esfuerzo para ello. Cuando la mente cesa de unir el pasado con el futuro, se convierte en no mente. Si tu mente atiende cada cosa en su momento y la abandona en seguida sin esfuerzo alguno, la mente se convierte en no mente, en conciencia pura. Mientras la mente continua agitándose, experiencia la diversidad objetiva que ella misma proyecta, como la lluvia sólo cae cuando hay nubes. Mientras la infinita conciencia se limita a sí misma como mente finita, se produce aquella agitación expansiva de los pensamientos que conocemos como mente. Cuando la conciencia deja de ser mente finita, se da cuenta de que las verdaderas raíces de este mundo ilusorio han sido aniquiladas y se produce la perfección.
La conciencia libre de las limitaciones de la mente se conoce como inteligencia interna que no está manchada con las impurezas de las percepciones y los conceptos. Eso es la realidad, la dicha suprema, el estado conocido como turiya, la omnisciencia también llamada Jnana. Donde hay mente, florecen las expectativas y los deseos y surgen las experiencias de placer y dolor. La conciencia que ha despertado a la verdad no cae en conceptos y percepciones y aunque parece tener experiencias psicológicas, no produce el mundo ilusorio ni el ciclo de la apariencia objetiva.
La conciencia de aquellos que han despertado por el estudio de las escrituras, la compañía de los sabios y una práctica incesante y atenta de la verdad, ha alcanzado el estado de no objetivación o no mente (Se ve perfectamente que la mente es el poder de objetivación o determinación, que se conoce como adhyavasyati). Debemos esforzarnos por
sacar a nuestra mente del estado de ignorancia y dedicarla al estudio de las escrituras y a la compañía de los sabios.
La única ayuda para la realización del ser supremo o conciencia infinita, es el propio ser. Sólo nuestro propio ser puede esforzarse por abandonar su sufrimiento, y el único método para conseguirlo es que nuestro ser se comprenda a sí mismo.
Por tanto, querido Rama, aunque permanezcas activo en este mundo, hazlo sin mente y así llegarás a comprender que eres conciencia pura. Abandona nociones como Esto es mío, Este soy yo y permanece firme en la unidad indivisa del ser. Mientras dura el cuerpo, considera el presente y el futuro con conciencia ecuánime. Permanece firme en la conciencia del ser en todos los periodos de la vida: juventud, madurez y senectud, en el dolor y en la alegría, despierto, durmiendo o soñando. Abandona la impureza de las percepciones objetivas, las esperanzas y los deseos y permanece firme en el autoconocimiento.
Rechaza la idea de acontecimientos agradables o desagradables, líbrate de las visiones placenteras tanto como de las indeseables y comprende que el sujeto, el objeto y la acción no te afectan en absoluto, pues eres conciencia pura y así debes permanecer sin preocupación alguna. Si sabes que eres todo lo que hay, vivirás en el estado de vigilia como si estuvieras en un sueño profundo. Líbrate de los conceptos de dualidad y no dualidad, comprende que esta conciencia cósmica no puede dividirse en yo y lo otro y permanece firme e inalterable.
Rompe las cadenas del deseo con la inteligencia ilimitada dotada de paciencia y perseverancia y superarás el dharma y el adharma (En este caso el orden natural y el desorden). Cuando uno está firmemente arraigado en el autoconocimiento, el peor de los venenos se convierte en el néctar más sabroso. Cuando el autoconocimiento es superado por la ignorancia, la ilusión de la apariencia objetiva surge en la mente; pero cuando uno está firme en el autoconocimiento, que es infinito e incondicionado, la ilusión que da lugar al mundo objetivo llega a su fin. Entonces la luz-de la sabiduría irradia en las cuatro direcciones del universo.
Al que ha probado el néctar de la inmortalidad que es el autoconocimiento, el gozo de los placeres sensibles le parece penoso y despreciable. Frecuentemos la compañía de los que han alcanzado el autoconocimiento, los otros sólo son asnos con forma humana. Los sabios que frecuentan este camino llegan con largas zancadas de elefante al más alto nivel de la sabiduría. No necesitan ninguna ayuda externa y ningún sol ilumina su camino, el autoconocimiento es su única luz. De hecho, el sol y el mundo no son objetos de percepción para aquellos que han superado el nivel de la percepción objetiva, como las lámparas pierden su fulgor cuando brilla el sol del mediodía.
El sabio dotado de autoconocimiento destaca entre todos aquellos dotados de otras características que se consideran signos de excelencia. Esos sabios brillan en este mundo como el sol, el fuego, la luna y las estrellas, todos juntos. En cambio, los que no han alcanzado el autoconocimiento son peores que gusanos o insectos.
El fantasma de la confusión sólo nos aflige mientras no adquirimos autoconocimiento. El hombre ignorante está siempre atormentado, y aunque vaya de un lado a otro huyendo del dolor, es un cadáver viviente. El sabio de autoconocimiento es el único ser vivo y consciente, La mente se vuelve pesada e impura a causa de la ignorancia, como cuando la luz del sol queda velada por densos nubarrones de tormenta. Debemos abandonar todo deseo de placer, tanto de los placeres sentidos en el pasado como otros que todavía no hemos experimentado, y de esta forma debilitaremos gradualmente a la mente privándotele lo que le gusta. Por el cultivo de la falsa relación con lo que no es el ser, como la mujer, los hijos, la familia, etc., la mente se torna espesa. Todo esto se agrava con la edad, la ambición, la angustia mental, los esfuerzos por adquirir o abandonar, las ataduras, la codicia, el deseo de salud o de sexo, y en general por el disfrute de los placeres sensibles, que sólo están basados en la ignorancia y en la ilusión objetiva.
La mente, querido Rama, es como un árbol firmemente arraigado en el vicioso campo del cuerpo. Las preocupaciones y la ansiedad son sus brotes, sus frutos la vejez y la enfermedad y se adorna con las flores de los deseos sensoriales; las esperanzas y los anhelos son sus ramas y las perversiones sus infinitas hojas. Hagamos leña de este árbol ponzoñoso que parece tan firme como una montaña, con el hacha afilada de la autoinvestigación.
La mente es como un elefante que merodea el bosque del cuerpo. Su visión está empañada por la ilusión y es incapaz de comprender su propia felicidad. Es violenta y agresiva y aunque desea percibir la verdad de la que le hablan los sabios, está presa en la percepción de la multiplicidad objetiva y se siente condicionada por su propia experiencia de pena y de alegría y dotada de los feroces colmillos de la codicia y la lujuria. ¡Tú, que eres un león entre los príncipes, descuartiza a este terrible elefante con afilada inteligencia
Esta mente es como un cuervo que habita en el nido del cuerpo. Disfruta con la suciedad y se fortalece comiendo carne y destrozando los corazones de otros animales. Sólo admite su propio punto de vista que considera la única verdad.
Es negro a causa de su siempre creciente estupidez y está lleno de malas tendencias y de las más violentas expresiones. Es un peso intolerable en este mundo que debes arrojar lejos de ti cuanto antes.
La mente es un fantasma excitado por la diablesa del deseo, vive en el bosque de la ignorancia y recorre incontables cuerpos sumidos en la ilusión. ¿Cómo podremos alcanzar el autoconocimiento si no nos libramos de este fantasma con ayuda del desapego y la sabiduría, la gracia del guru, el propio esfuerzo, la recitación de mantras, etc.?
Esta mente, querido Rama, puede compararse también a una serpiente venenosa que ha picado a numerosos seres y es preciso destrozar con el águila de la contemplación y de la verdadera enseñanza.
También puede compararse a un mono que salta de un sitio a otro, buscando frutos (placeres, recompensas, etc.). Como está atado al mundo objetivo, baila para entretener a la gente. Si deseas alcanzar la perfección debes sujetarlo con todas tus fuerzas e impedir sus graciosas volteretas.
La mente, amado Rama, es una espesa nube de ignorancia que debes despejar con la tenaz renunciación a todos los conceptos y percepciones objetivas.
Igual que un arma sólo puede ser detenida y destruida por otra arma más poderosa, debes tranquilizar la mente con ayuda de la propia mente. Abandona para siempre toda forma de agitación mental. Permanece en paz contigo mismo como un árbol que se ha librado para siempre de las molestias de los monos que saltan sobre sus ramas.
No te bases en conceptos y percepciones mentales, querido príncipe, por sutiles y agudos que parezcan; la mente se nutre de tiempo y se fortalece y complica con los años. Ponla bajo el control de la sabiduría antes que el tiempo consuma esa planta que llamamos cuerpo. Si meditas con devoción en mis palabras, alcanzarás la dicha suprema.
¿Qué relación tiene la mente con este mundo objetivo?. Los sabios no entran en contacto con eso que llamamos placer y más tarde se convierte en dolor. El que abandona la paz suprema que late en su interior y corre en busca de placeres sensibles, huye de un delicioso jardín para ir a un bosque de hierbas venenosas. Vayas donde vayas, jamás encontrarás la paz suprema sino a través de una perfecta tranquilidad. Abandona por tanto, mente, todas tus expectativas y deseos. Porque todos esos atractivos objetos naturales, existentes o no existentes, no tienen nada que ver con tu felicidad.
No te dejes engañar como el ciervo, que es capturado con sonido de música y campanas, ni como el elefante macho que es atrapado con el señuelo de la hembra, ni como el pez cuyo hambre le empuja al anzuelo mortal, ni como la mariposa nocturna atraída por la luz de la llama que terminará por abrasarla, ni como la abeja cuyo olfato la conduce a la flor que se cierra atrapándola en su interior.
Todos estos seres que he referido son esclavos de uno de los sentidos (el ciervo del oído, la abeja del olfato, la mariposa de la vista, el elefante del tacto, y el pez del gusto), pero tú, que eres víctima de los cinco, ¿cómo podrás llegar a ser feliz? Igual que el gusano de seda teje su capullo y queda preso en él, la mente segrega la tela de los conceptos para quedar presa en ella. Cuando te libres de todo esto, superes el miedo a la vida y a la muerte y consigas una total ecuanimidad, habrás alcanzado la mayor victoria. Por el contrario, si te implicas en este perpetuo cambio fenoménico que llamamos mundo, quedarás sumido en el dolor.
Investigación de la mente
¿Por qué te hablo así, mente? Porque cuando uno investiga la verdad, descubre que no hay nada que pueda ser llamado mente. La mente sólo es el producto de la ignorancia, cuando se agota la ignorancia, la mente se agota con ella. Por tanto no eres más que una cosa en proceso de desgaste. Sería estúpido e insensato enseñar a alguien que está en vías de desintegración. Puesto que, día tras día, te debilitas y desgastas, renuncio por completo a ti; los sabios no tocan las cosas que deben ser abandonadas.
Yo soy la conciencia homogénea y el infinito sin ego; no tengo nada que hacer contigo, que eres la causa del ego. El ser infinito no puede ser abarcado por la mente, como un elefante no puede caber en una manzana. La conciencia, que se ha limitado a sí misma por un proceso de autolimitación, es conocida como mente, pero eso es el resultado de la ignorancia y no podemos aceptarlo. El sentimiento del ego o ahamkara es un concepto infantil e ignorante que sólo puede ser creído por alguien que no investigue directamente la verdad.
Después de investigar cuidadosamente, he observado cada cosa desde las uñas de mis pies hasta mi coronilla, y nunca he podido encontrar una cosa de la que pudiera decir que era ese yo. ¿Quién soy yo'?. Yo soy la conciencia omnipenetrante que no es objeto de conocimiento y que es libre de toda egoidad. Yo soy lo indivisible, lo que no admite nombre ni cambio, y está más allá de los conceptos de unidad y pluralidad, porque estoy fuera de toda medida y no hay nada distinto a mí. Por tanto, mente, debo abandonarte ya que eres sin duda la fuente del sufrimiento.
¿Quién dice yo, en este cuerpo compuesto de carne, huesos y sangre? El movimiento tiene la naturaleza de la energía, el pensamiento es inherente a la conciencia, la vejez y la muerte son connaturales al cuerpo, pero ¿quién es el que dice yo? Esta es la lengua, estos los oídos, esta la nariz, estos son los ojos y esto el movimiento de todos ellos, pero ¿quién es el que dice yo? Yo no soy nada de todo esto porque no puedo ser tú, mente, ni tampoco tus conceptos; yo sólo soy conciencia, pura e independiente. Decir que yo soy todo o que no soy nada, son expresiones idénticas y ambas designan la verdad, la única verdad.
Desgraciadamente he sido durante mucho tiempo víctima de la ignorancia, pero afortunadamente he descubierto lo que me ha privado del autoconocimiento. Nunca más caeré en las garras de la ignorancia. Igual que una nube que flota sobre la cumbre de una montaña no pertenece a la montaña, aunque parece que estoy unido al sufrimiento, soy independiente de él. En ausencia del autoconocimiento, nace el sentimiento del ego, (Se ve obviamente la contraposición entre autoconocimiento y sentimiento del ego, que es esencial en el Vedanta Advaita).pero ahora estoy libre de él.
No me importa que el cuerpo, los sentidos y todo lo demás exista o desaparezca, ya no tengo nada que ver con ellos. Los sentidos existen para poder entrar en contacto con sus objetos y servirlos de causa, pero ¿quién es ese yo que aparece ilusoriamente en el pensamiento cuando digo Yo veo esto o Este soy yo ?(Esta es la pregunta esencial que dirige esta investigación o vichara).
Estos ojos ven o experiencian sus objetos de modo natural, sin que nadie les obligue a hacerlo o se sienta responsable de ello. Cuando los sentidos funcionan espontáneamente sin un imperativo mental añadido, su experiencia es pura y libre de memorización o representaciones pasadas, dichosas o desgraciadas. Por tanto, los sentidos deben funcionar sin ser lastrados por la memoria de pasadas sensaciones. Esta memoria no es real, por cierto, sino un simple condicionamiento mental o vãsana, que por supuesto tampoco es diferente ni independiente de la conciencia infinita. Estas vãsanas o huellas de las pasadas percepciones, pueden ser evitadas fácilmente, dejando de representarlas o evocarlas en la conciencia.
Por tanto, mente, debes abandonar esta percepción de diversidad objetiva y comprender la irrealidad de tu supuesta independencia con respecto a la conciencia infinita: eso es la liberación.
La conciencia no puede ser condicionada por nada; es infinita y al mismo tiempo más pequeña que el átomo más diminuto, y por tanto se halla fuera de todo condicionamiento. La mente se funda en el sentimiento del ego y en la conciencia reflejada por los sentidos, y sólo de esta situación surge la ilusión de la autolimitación de la conciencia. Cuando esto se percibe y se piensa una vez tras otra, el sentimiento del ego y la creencia en la autolimitación adquieren una falsa consistencia. Pero, en realidad, yo soy conciencia sin relación alguna con aquellos condicionamientos.
Deja que el cuerpo viva en un mundo que ha venido a la existencia por sus acciones ignorantes, o que lo abandone si prefiere; yo, que soy conciencia, no puedo ser afectado por ninguna de las dos cosas. Siendo infinita y omnipenetrante, la conciencia no puede nacer, ni morir, ni pertenecer a nadie ajeno a ella misma. No tiene nada que ganar viviendo como un jiva individual, puesto que todo lo abarca. Nacer y morir son conceptos mentales que nada tienen que ver con el ser. Sólo el que sostiene la idea del sentimiento del ego puede ser preso y esclavizado por ellos; el ser es libre de ese sentimiento y está más allá de la existencia o de la inexistencia.
El sentimiento del ego o ahamkara es una vana ilusión, la mente es como un espejismo donde se reflejan los objetos fenoménicos como substancias materiales e inertes, pero ¿quién es el que dice Yo soy el que veo esos objetos ?. El cuerpo es un agregado de sangre, carne, etc., la mente se desvanece cuando uno investiga su naturaleza, la autolimitación de la conciencia y otros conceptos semejantes carecen también de conciencia en sí mismos, por tanto ¿dónde está el yo que ve todo eso y les reviste de conciencia? Los sentidos existen y se ocupan todo el tiempo de autosatisfacer su propia actividad, los objetos del mundo son objetos del mundo, por tanto ¿dónde está el ego que ve todo esto y piensa que lo ha visto? La naturaleza es la naturaleza y las diversas cualidades interactúan unas sobre otras, como la luz y la visión, el sonido y el oído, etc., y se limitan a ser lo que son, pero ¿dónde está el ego que ve todo eso y sabe que lo ve?
El sabio iluminado no pretende conseguir nada, no hace ni deja de hacer nada. Igual que un árbol no puede nacer de una piedra, los deseos no nacen en la mente del sabio. Si brotan en algún momento, se desvanecen de inmediato como palabras escritas en el agua. El sabio y el universo no son diferentes uno del otro.
Cuando la conciencia infinita se hace consciente del picor de la guindilla, surge el sentimiento del ego con todas sus diferencias en el espacio y el tiempo. Cuando se hace consciente del sabor de la sal, da lugar al sentimiento del ego con esas diferencias que parecen existir en el tiempo y en el espacio. Cuando se hace consciente del dulzor de la caña de azúcar, surge esa conciencia individual con sus peculiares características. De modo semejante, cuando la conciencia infinita se hace consciente de la roca, de la montaña, del árbol, del agua y del espacio, surge la conciencia del ego o individualidad.
Negación del dualismo mente-materia
La natural combinación de átomos y moléculas, propia de la conciencia, actúa aparentemente como un límite divisorio que produce las diferencias entre yo, tú, etc., que entonces parecen ser exteriores a la conciencia misma como si fueran sus objetos. De hecho sólo son reflexiones de la propia conciencia, que al ser consciente de ellas en su interior, proyecta sobre ellas una individualidad ilusoria. La conciencia percibe por sí misma, los seres conscientes no son diferentes de esa conciencia. El sentimiento del ego individual es algo que parece surgir cuando surgen las percepciones objetivas, y nada más que eso. El cristal de la conciencia infinita refleja su propia luz consciente en todas estas combinaciones de partículas atómicas y estas obtienen una aparente autoconciencia y piensan que son realmente objetos.
A causa de que la conciencia interior de estos conjuntos atómicos es idéntica a la conciencia infinita, no existe una relación sujeto-objetiva entre ellos y uno no puede experienciar realmente al otro, poseer al otro o cambiarlo o modificarlo en modo alguno. Todo lo que te estoy diciendo, querido Rama, sólo es un juego de palabras para ayudarte a que comprendas, pero no hay una cosa como un ego o un conjunto de átomos que podamos llamar mundo. No hay mente ni objetos de conocimiento, ni ilusión objetiva del mundo.
Igual que el agua toma la apariencia de un remolino con una forma específica, la conciencia parece tomar apariencia de ego, etc., con una forma determinada. Pero la conciencia sólo es conciencia, ya piense que es Shiva o el más humilde de los mortales. En todos y cada uno de los momentos, la mente sólo es lo que piensa que es.
Esta diversidad de yo, tú, etc., y la multiplicidad de substancias materiales surgen para satisfacción del ignorante, que ve todo lo que imagina en la conciencia infinita. A la luz de la conciencia, la vida sólo es conciencia, pero si se considera como vida, parece que es vida. De hecho no hay diferencia esencial entre vida y conciencia. Del mismo modo, tampoco hay diferencia real y esencia entre el individuo o jiva y el ser cósmico o Shiva. Para llegar a ser conciencia infinita no dual, debes conocer todo esto.
La debilidad mental se supera por el propio esfuerzo basado en la sabiduría que brota en el que está firmemente arraigado en el autoconocimiento. La depresión mental se evita con la investigación sobre la naturaleza del ser. Uno debe preguntarse a sí mismo: ¿Qué son esos humores y sentimientos que brotan en mi interior?. Por medio de una investigación de este tipo, tu mente madura y se desarrolla. Cuando comprendas tu verdadera naturaleza por medio de esta investigación, jamás volverán a asaltarte la duda ni la desesperación. La mente abandona el pasado y el futuro y, en consecuencia, su funcionamiento fragmentario. Entonces experimentas la paz suprema. Cuando estés en ese estado de tranquilidad, que es la ecuanimidad que buscas, sentirás piedad por todos los que buscan riquezas o poder terrenal. Cuando alcances el autoconocimiento y tu conciencia se halle infinitamente expandida, no podrás caer en el pozo negro del mundo objetivo, como un elefante no puede sumergirse en un charco. Eso sólo le pasa a la pequeña mente que busca el poder y los pequeños placeres.
Cuando ve la verdad suprema, la mente lo abandona todo. Por consiguiente, hasta conseguir esta suprema visión, deberíamos renunciar a todo. El autoconocimiento no se alcanza hasta que uno no renuncia a todas las cosas; cuando uno abandona todos los puntos de vista, sólo queda el ser, lo que queda es el ser. Hasta que uno no supera los obstáculos, no consigue lo que desea fervientemente. Lo mismo ocurre con el autoconocimiento.
¿Qué es lo que conocemos como yo? Yo no soy el monte Meru, el Meru no me pertenece. Tampoco soy la tribu que vivía en su ladera, ni esa tribu me pertenece ni corresponde en modo alguno. Dicen que este reino es mío, pero yo quiero abandonar esa noción de propiedad. Quiero abandonar este palacio y esta ciudad; ni yo soy esta ciudad ni ella me pertenece. Del mismo modo quiero abandonar las nociones de familia, mujer, hijos, etc. Sólo me quedaría el cuerpo.
Debo investigar sobre mi cuerpo. Yo no soy las substancias materiales que lo componen, como la carne y los huesos, ni la sangre ni los órganos motrices. Todo eso son substancias inertes, y en cambio yo soy consciente de ellas, y por tanto no puedo identificarme con ellas. Tampoco soy mis alegrías, ni ellas me pertenecen realmente; no soy el intelecto ni los órganos de los sentidos, ni ellos son míos, pues también son inertes y yo soy consciente de ellos, y por tanto no puedo identificarme con ellos. Ni siquiera soy mi mente que es la causa radical de este necio círculo del nacimiento y la muerte.
Tampoco soy la facultad de discriminación (Esta facultad de discriminación se denomina en el pensamiento hindú buddhi o vijnana.) ni el sentimiento del ego (Ya hemos dicho que este sentido del ego lleva el nombre de ahamkara y es una de las cuatro funciones del Antahkarana). Todo eso sólo son ideas que brotan en la mente.
¿Pero qué queda además de esto? Lo que queda es el jiva consciente, envuelto en una relación sujeto-objetiva, pero puesto que puede ser objeto de conocimiento tampoco es el ser. Por tanto debo abandonar todo lo cognoscible, todo lo que puede ser objeto perceptible para un sujeto. Lo que queda es la conciencia pura libre de toda sombra de duda. Soy el ser infinito que no tiene límites. El propio creador Brahma, Indra el rey de los dioses, Yama el señor de la muerte, Vayu el dios del viento y todos los seres existentes, están atados a esta conciencia infinita y no pueden librarse de ella ni superarla.
Esta conciencia omnipotente o chit-shakti (Esta denominación no es en estricto sentido la conciencia, que sólo es Chit, sino la conciencia unida a su fuerza de manifestación o energía, que se designa como shakti. Chit-shakti es la conciencia y su poder, Brahman y el mundo manifestado en él), está libre de la limitación de la objetividad. Aunque es la realidad de todos los seres porque los penetra y envuelve a todos ellos por igual, está más allá del ser y del no ser. Es la belleza que hay en todo, la luz de todo ser, la esencia de todas las formas y modificaciones, aunque está más allá de todas ellas. En todo momento es todo en todas las cosas. Se manifiesta en los catorce niveles de la existencia: la propia idea del universo en su conjunto no es más que esta poderosa conciencia, chit-shakti.
Las nociones fragmentarias de dolor y placer son falsas porque son dualistas, suponen un sujeto y un objeto, mientras que esta conciencia omnipotente es omnipresente e infinita; ella misma es el rey. Este cuerpo y esta mente sólo funcionan por su poder. Todas las cosas de este mundo bailan al son que ella marca. ¡Qué insensato era al angustiarme por conceder premios y castigos a mis súbditos Ahora que he despertado, he visto todo lo que hay que ver y he alcanzado lo más valioso que se puede alcanzar. ¿Qué es el dolor y el placer, la felicidad y el sufrimiento, el premio y el castigo? Todo está impregnado de Brahman. ¿Qué justificación puede haber para alegrarse o para llorar? ¿Qué sentido pueden tener la risa y el llanto? ¿Quién hace eso? Lo único que existe es la conciencia infinita. ¡Yo te saludo, hermoso dios, ser infinito
Si la mente es tan inestable, ¿cómo podemos acceder al estado de perfecto equilibrio mental o samadhana?
Cuando uno conoce la verdad, ¿puede perder su mente el estado de samadhi, aunque se dedique a actividades cotidianas? Creo que no. Los iluminados viven siempre en samadhana, aunque se ocupen de los asuntos del mundo. Por el contrario, el que no tiene su mente en paz no disfruta de samadhi por el mero hecho de sentarse en posición de loto.
El conocimiento de la verdad es el fuego que consume las esperanzas y los deseos humanos como si fueran hojas secas. ¡Ese es el verdadero samadhi y no simplemente permanecer en silencio o sentado de una manera determinada Lo que se conoce por el término samadhi es un estado de completa realización, la clara percepción de lo que realmente somos, la ausencia de ego y de los pares de opuestos, la liberación de toda ansiedad y del deseo de poseer o rechazar. Desde la aparición del autoconocimiento, el sabio está permanentemente en samadhi; no puede perderlo ni interrumpirlo siquiera un instante. El iluminado no puede olvidar el samadhi, como el tiempo no puede olvidar su perpetuo movimiento. Lo mismo que un objeto material no puede dejar de ser material, el sabio liberado no puede perder el autoconocimiento.
En este sentido, yo soy siempre puro, estoy en paz conmigo mismo y en continuo estado de samadhi. ¿Cómo podría ser de otra manera? ¿Existe algo diferente al ser?
Si en todo momento y circunstancias el ser es todo en todos, ¿cómo puede haber un estado diferente al samadhi? ¿Y cómo puede finalizar o transformarse en otra cosa?.
Exposición del autoconocimiento
Querido amigo, nada merece la pena de ser deseado o rechazado. Porque mientras esas cosas se ven como objetos, no son más que conceptos, percepciones e ideas. Si nada merece la pena ser adquirido, se deduce que tampoco debe ser rechazado. Bueno o malo, grande o pequeño, valioso o inútil, sólo son conceptos basados en la capacidad de deseo del ser humano. Cuando esa voluntad de desear no tiene ningún sentido, esos conceptos no surgen en modo alguno. Todo lo que vemos en este mundo carece por completo de esencia, tanto las montañas, como los océanos o los grandes bosques; el hombre, la mujer y todos los objetos materiales son de esta naturaleza vacía o, si lo prefieres, están vacíos de naturaleza. No despiertan en mí ningún deseo y cuando no hay deseos, el corazón queda sumergido en una paz inefable.
Permanece siempre firme en tu sabiduría, querido príncipe, y aparta ese impuro sentimiento del ego de tu corazón. Cuando el corazón puro contempla el espacio infinito de la conciencia o chidakasha, que es la fuente de felicidad situada en el interior de todas las cosas, queda en perfecta tranquilidad. La mente queda entonces introvertida y saturada de autoconocimiento y no resulta afectada por el dolor.
Aunque te ocupes de actividades cotidianas y veas cosas que te gusten o te disgusten, tu ser interior nunca perderá su pureza. Como la luz es lo único que despeja la oscuridad, el conocimiento de que este mundo es un producto de la ignorancia es el único remedio contra el sufrimiento de existir. Cuando este conocimiento ha surgido en nuestro interior, la ingenua percepción de este mundo como algo real, cesa de una vez por todas. Aunque te ocupes en actividades comunes, no te sentirás manchado por ellas, como los ojos del pez no se sienten molestos por el agua del mar. Si alcanzas el autoconocimiento, jamás volverás a sentir esta ilusión objetiva.
Sólo cuando la luz del autoconocimiento brilla intensamente en nuestro corazón, se puede decir que vivimos verdaderamente. Sólo quienes generan en nuestro corazón el verdadero desapego y el autoconocimiento, pueden ser considerados amigos. Limpia tu jiva del inmundo fango de la objetividad, y cuando hayas comprendido esta verdad, nunca volverás a caer en este charco de suciedad.
La compañía de los sabios te proporcionará los medios para alcanzar el autoconocimiento. No debes vivir en lugares donde no se pueda disfrutar de su compañía. Debes elevar tu mente y no permitirla que disfrute en el lodo de la ignorancia. El sabio está siempre investigando la naturaleza del mundo y la naturaleza del ser. Ni la riqueza, ni los amigos, ni la familia, ni las escrituras, nos pueden servir de ayuda en este punto; sólo la mente pura dotada de desapego y constantemente ocupada en la investigación de sí misma, nos permite cruzar el océano de la ignorancia y del samsara.
En el momento en que uno ve su propio cuerpo como una sustancia inerte, alcanza el autoconocimiento. Cuando cesa la oscuridad de la ignorancia, idéntica al sentimiento del ego, resplandece la luz del autoconocimiento o conocimiento del ser. Este estado de perfecta iluminación está más allá de toda descripción posible. La naturaleza de esta iluminación, como el sabor del azúcar, sólo puede ser conocida por experiencia directa.
Cuando la mente y el sentimiento del ego desaparecen, surge el autoconocimiento.
Aunque a veces se compara con el sueño profundo, es un estado realmente único, incomparable, indescriptible.
Mientras uno no domina la mente con la mente, no puede alcanzar el autoconocimiento, y mientras conserva las falsas ideas de yo y mío, no puede poner fin al sufrimiento, porque un sol pintado en un cuadro nunca se pone en el horizonte.
¿Cómo podemos alcanzar la felicidad mientras vagamos por este mundo, y cómo podemos alcanzar la suprema sabiduría hasta que no cesen por completo nuestras tendencias mentales? ¿Cómo podemos ser definitivamente dichosos, antes de cruzar el océano de la vida? Mientras los deseos que nacen en nuestra mente no hayan sido completamente destruidos, ¿cómo podemos ser dichosos?
Mientras no alcancemos el autoconocimiento tendremos que volver a esta esfera que supone otro nacimiento, con otra infancia, otra juventud, una nueva madurez y otra senectud, y por supuesto otra muerte, siempre ocupados en las mismas acciones y experiencias sin sentido alguno. Los deseos abonan toda sabiduría. La mente no es capaz de salir del pozo de los deseos sensibles. ¡Resulta sorprendente que este cuerpo que parece dotado para trasladarnos a la otra orilla del autoconocimiento, se revuelque indefenso en el fango de la objetividad y no pueda salir de ella en modo alguno En un abrir y cerrar de ojos, la más pequeña vibración de la mente se convierte en una ola gigantesca de dolor y resentimiento. El hombre atribuye los sufrimientos al ser, que no puede ser afectado por ellos y de este modo se transforma en un jiva miserable.
Ausencia de contacto (asparsha) entre el mundo y la mente
La reflexión de un objeto en un espejo no puede decirse que sea real ni irreal, sencillamente es indescriptible. El cuerpo que se refleja en el ser tampoco es real ni irreal, sino indefinible pues está a medio camino entre ambas determinaciones. El ignorante sólo acepta como real lo que ve en este mundo, pero el sabio no piensa igual. Lo mismo que un trozo de madera que se refleja en el agua no tiene una relación real con él, el cuerpo y el ser tampoco tienen una relación real mutua, porque no existe una dualidad en donde esa relación pueda existir o de la que pueda depender. Lo único que existe es la conciencia infinita sin división alguna de sujeto y objeto. En ella se imagina la diversidad y aunque no puede ser afectado por el dolor, se supone a sí mismo doliente, como uno que cree ver un fantasma, lo ve de hecho como algo real y existente fuera de él. Por el poder de la mente, esta relación imaginaria toma un carácter real. El ser no puede ser afectado por la pena ni por la alegría, pero pensando que es el cuerpo, sufre las experiencias del cuerpo, sean buenas o malas, agradables o desagradables. El abandono de esta ingenua creencia es la liberación, moksha, turiya, nirvana. ¡Llámalo como quieras
Los que no se dejan arrastrar por esa falsa identificación del cuerpo y el ser, se liberan instantáneamente de todo sufrimiento. Esta creencia es la semilla de la vejez, la ilusión y la muerte; cuando cesa, el océano de la ilusión puede ser atravesado sin el menor peligro. Una mente condicionada produce esclavitud en el más devoto de los ascetas; una mente incondicionada es pura en el más atareado padre de familia. La mente condicionada es la esclavitud; la liberación no es más que la superación de esa identificación o atadura del
cuerpo y el ser. Esta identificación, que supone una ficticia división previa, es la única causa de la esclavitud y por ende, de la liberación.
La naturaleza del karma o la acción
Las acciones realizadas por la mente incondicionada son no acciones; la mente condicionada en cambio, no deja de actuar, incluso cuando las circunstancias externas lo desaconsejen. La acción y la no acción sólo están en la mente; el cuerpo no puede hacer nada. Por tanto debemos descartar esta errónea división del cuerpo y la mente como dos cosas distintas e interactuantes. Mente y acción son una y la misma cosa.
Rama preguntó entonces al sabio:
¿Qué es lo que condiciona la mente y cómo lo hace, sagrado Señor, y qué es la liberación y cómo puede ser alcanzada?
Vasishtha respondió amablemente:
La convicción en la realidad del cuerpo que mantiene el que ha olvidado la distinción entre el cuerpo y el ser, es lo que condiciona a la mente. El que cree que el ser infinito es limitado y puede gozar con cualquier placer, queda esclavizado por esa idea. Pero el que reflexiona: Si todo lo que hay es el ser, ¿qué puedo desear y a qué puedo renunciar?, se establece en un estado libre e incondicionado. El que sabe que ni él mismo ni el mundo existen realmente, o mejor dicho, que tampoco importa que existan o no existan, pues ambas cosas son la misma, está liberado. No queda atrapado por los resultados de la acción ni se adhiere a la inactividad, y por tanto no puede ser afectado por la euforia ni por la tristeza. Renuncia a los resultados de sus acciones por su propia mente y no por medio de otra acción que le encadenaría a ella de nuevo. La esclavitud sólo se vence por el rechazo de este condicionamiento, que es la causa del dolor humano.
Para que comprendas mejor este condicionamiento podrías ejemplificarlo con las siguientes ilustraciones:
1) Un asno conducido por la cuerda del amo lleva, atemorizado, una pesada carga, sin saber que aquella cuerda es ficticia y meramente pensada;
2) El árbol arraigado en la tierra sufre calor, frío, viento y lluvia, sin saber que la tierra que lo sujeta es su propia imaginación;
3) El gusano vive en un minúsculo agujero, dejando pasar el tiempo, incapaz de comprender que ese agujero lo ha construido él mismo;
4) El pájaro hambriento no abandona la rama del árbol por temor a unos predadores que imagina;
5) El tímido ciervo que pasta tranquilamente es presa fácil para el disparo del cazador soñado por él mismo;
6) La gente nace una y otra vez en muchedumbres, como los gusanos y los insectos, sin poder imaginar algo distinto a esta vida y esta muerte;
7) Las numerosas criaturas ascienden y se hunden en la creación como las olas en la superficie del mar;
8) Los débiles seres humanos, incapaces siquiera de moverse de un lado a otro por sí mismos, mueren una y otra vez, convencidos de que sufren espantosos quebrantos;
9) Los arbustos y plantas en general que obtienen su alimento de la tierra y se yerguen sobre ella, no saben que están condicionados por ese alimento que desean e imaginan sin tregua;
10) Este mundo ilusorio es como un río que transporta en su corriente innumerables dolores y sufrimientos, pero que en realidad no podría moverse en modo alguno sin nues- tra mente o fuerza vital. Lo que llamamos vida no son más que las consecuencias de la mente condicionada.
11. Los incontables seres se comen unos a otros como los peces grandes a los chicos, y giran sin cesar en el espacio sin otra ayuda que esas tendencias.
Las propias estrellas se mueven en sus órbitas debido a esas vãsanas cósmicas. Aho- ra surgen, luego se apagan, por el momento brillan, más tarde se obscurecen, como la luna gira en tomo a la tierra y no la abandona nunca en virtud de esta extraña y magnífica tendencia (Como se ve por esta extensa descripción, las tendencias o condicionamientos (vãsanas), son las fuerzas que rigen el movimiento de los seres animados e inanimados. Estas tendencias componen en su conjunto, en la mente cósmica, el dharma o ley natural que hace que las cosas sean como son. Las tendencias tienen que cumplirse como están establecidas y el error de la mente consiste en creer que pueden alterarse a voluntad).
Comprende, noble Rama, esta misteriosa creación puesta en marcha nadie sabe por quién en respuesta a los conceptos mentales de los seres. Este universo que ha sido proyectado en el espacio vacío en virtud de esos condicionamientos mentales imposibles de detener o describir, no tiene una realidad independiente. Y en ese universo, el deseo de placer consume la vitalidad de los seres vivientes que se sienten unidos a él en un destino común. Nadie conoce el número de estos seres, como nadie puede contar los granos de arena del sagrado Ganges.
El creador del universo lo ha traído aparentemente a la existencia, en respuesta de las tendencias mentales de esos infinitos seres, que son el combustible que reaviva las llamas de este implacable infierno. Cualquier sufrimiento de este mundo sólo tiene sentido para los seres que lo piensan. Como los ríos corren hacia el mar, los sufrimientos intentan satisfacer las tendencias mentales y corren hacia ellas como un animal ciego y enloquecido de espanto.
Sin embargo, cuando uno corta radicalmente el deseo de placeres sensibles, las tendencias mentales detienen su actividad y crecimiento. Estas tendencias (En este caso se utiliza el término samsangam para denominar estas tendencias o condicionamientos mentales, que también pueden denominarse vãsanas, samskaras, etc., como hemos dicho en notas anteriores) son un dolor abrasador que consume nuestros miembros, pero la devoción al ser infinito es el remedio mágico contra este misterioso sufrimiento. El que permanece firme en el autoconocimiento se libera aquí y ahora de esta pesada esclavitud de la mente limitada por las vãsanas.
Insubstancialidad de la mente
Si haces lo que procede y es oportuno en cada momento, la mente no se sentirá afectada por la acción, los pensamientos o los objetos. No se sentirá apegada al cielo ni a la tierra, ni esclavizada por las relaciones externas, ni por el movimiento natural de los sentidos, ni por la fuerza vital o prana. La mente no está en la cabeza, ni en el velo del paladar, ni entre las cejas, ni en el extremo de la nariz o en la boca. No habita en la luz ni en la obscuridad, ni siquiera en la caverna del corazón. No puede ser vista ni en el estado de vigilia, ni en el sueño onírico y mucho menos en el sueño profundo, y el puro vacío del espacio tampoco es su morada. Inafectada por los colores, el movimiento o la quietud, el principio o el fin, no está ni cerca ni lejos, ni en los objetos ni en el ser tampoco. Ni las experiencias sensibles, ni la ingenua satisfacción del placer, ni los conceptos ni las percepciones encontrarían ningún fundamento sin esa mente que, sin embargo, no se halla en ninguna parte.
La mente debe permanecer como conciencia en la conciencia, con un leve movimiento del pensamiento que le permita ser consciente de la esencial insubstancialidad de los objetos del mundo. Cuando todos los apegos han sido cercenados, el jiva se transforma en no - jiva; a partir de ese momento, actuando o sin actuar, sólo ocurre lo que tiene que ocurrir. En ese estado de desapego supremo, el jiva ya no resulta esclavizado por los resultados de las acciones. Más adelante, abandonando incluso esa mínima comprensión de los objetos, el jiva alcanza la paz suprema.
Una persona liberada está siempre libre del sufrimiento y del miedo aunque a los ojos de los demás parezca entretenida en la acción. Normalmente recibe el cariño y la veneración de todo el mundo. Aunque a los ojos de la gente parezca que tiene preocupaciones, en su interior está firmemente arraigada en la sabiduría y su conciencia no se tiñe de felicidad o de desdicha. Jamás se distrae con las atracciones del mundo.
Después de alcanzar el autoconocimiento, vive en profunda contemplación y no siente apego por cosa alguna. Después de superar los pares de opuestos, aunque permanece despierto parece como si todo el tiempo viviera en sueño profundo.
El estado en el que la mente se libera del movimiento de los pensamientos o vrittis, se conoce como dormir despierto o jagrat sushupti. El que permanece en este estado, vive una vida sin voliciones, carente de distracciones y de todo tipo de angustia, haga lo que haga y dure los años que dure. Cuando este estado de dormir despierto madura convenientemente, se conoce como turiya o el cuarto estado. Firmemente establecido en él, el sabio percibe el universo como un teatro cósmico y la vida como una danza cósmica
y sagrada. Completamente libre del temor y de la ilusión de la apariencia objetiva, el que se establece en turiya no puede volver a caer en el error y permanece sumergido en la felicidad. Más tarde, incluso puede superar este estado de dicha suprema y entonces se considera que está más allá de turiya (Este estado final se llama turiyatita o más allá del cuarto estado) en un estado incomprensible y de todo punto indescriptible.
El estado de libertad total o turiya, que hemos llamado dormir despierto, es posible de describir con palabras, pero el otro, el estado de los que han superado toda conciencia del cuerpo y se hallan más allá del cuarto (turiyatita) no admite descripción verbal alguna.
Debes esforzarte por conquistar este estado, querido Rama.
Pero antes debes conseguir el estado de dormir despierto. Debes permanecer totalmente indiferente a todo lo que no sea el cuerpo y saber que el propio cuerpo sólo es un producto de la ilusión. Tú eres un hombre sabio, amado príncipe, y has alcanzado el despertar interior. La mente del hombre de autoconocimiento jamás da un paso atrás.
Puesto que lo único que existe es la conciencia, no alimentes ideas como Yo soy Rama o Esto es mío . La propia palabra Ser sólo se emplea con el fin de comunicamos con los demás, pero la verdad está más allá de toda descripción verbal. No hay dualidad de ningún tipo, no hay cuerpos y por tanto no hay relación alguna entre ellos, como no puede haber sombras en el sol. Aunque te estoy hablando suponiendo una dualidad aparente entre tú y yo, en realidad esa diferencia o división no existe.
Las dos muertes de la mente
La mente puede morir de dos maneras: conservando la forma, o perdiéndola totalmente. El primer tipo de muerte se produce cuando el sabio todavía está vivo y el segundo ocurre cuando se ha desencarnado. La existencia de la mente produce angustia y su cesación causa alegría. La mente intensamente condicionada y presa en sus propias tendencias sufre reiterados nacimientos. Esa mente sólo produce desdichas. El que considera suyas las cualidades, es el jiva, y esa idea sólo surge en la mente desgraciada que no ha alcanzado el autoconocimiento.
Mientras existe la mente, el dolor no cesa. Cuando la felicidad y la desgracia no distraen al hombre, se da cuenta de que su mente ha muerto. Aquel que no concibe pensamientos como Este soy yo o Esto no soy yo , se da cuenta de que su mente ha muerto. Aquel en cuya mente no surgen ideas de prosperidad, pobreza, orgullo, vanidad, torpeza o excitación, tiene su mente muerta y es un jivanmukta.
La verdadera naturaleza de la mente es la estupidez. Cuando muere, aparecen todas las cualidades nobles y puras. Algunos sabios llaman mente pura al estado de pureza que vive el sabio liberado. La existencia de esta natural bondad del sabio liberado se conoce como estado de pureza o satva, o también como la muerte de la mente con permanencia de la forma, que es la primera de la que te he hablado.
La muerte total de la mente, en la que incluso la forma mental se desvanece, corresponde a los sabios desencarnados o videhamukta. En ese caso, la mente no deja ni la menor huella de su paso. No puede ser descrita de forma positiva, pues ahí no hay presencia ni ausencia de cualidades, no hay virtudes ni sus contrarios, no hay luz ni oscuridad, no hay ideas en absoluto, ni tendencias, ni existencia, ni inexistencia. Es un estado de perfecto equilibrio y tranquilidad que no puede compararse con ningún otro conocido. Los que han ido más allá de la mente y de la inteligencia, alcanzan este estado supremo de paz perfecta.
Rama parecía albergar todavía una duda y dijo:
Señor, ¿cuál es la semilla de este poderoso árbol de la mente, y si esa semilla tiene otra semilla, cuál es la semilla de aquella semilla y así sucesivamente?
Vasishtha respondió con tono dulce y convincente:
Las dos semillas de la mente
La semilla de esta apariencia objetiva se halla en el interior del cuerpo con sus nociones del bien y del mal. A su vez, el cuerpo tiene una semilla que es la mente, que corre continuamente en pos de sus esperanzas y anhelos, y es el almacén en donde se depositan las ideas de ser y de no ser y el consiguiente dolor que aquellas producen. La apariencia objetiva brota sólo en la mente, como se demuestra en el estado onírico. Igual que las vasijas sólo son una transformación de la arcilla, todo lo que vemos como mundo objetivo sólo es una transformación de la mente.
Hay dos semillas del árbol que conocemos como mente que llevan en su interior innumerables ideas y conceptos: la primera es el movimiento del prana, y la segunda, la obstinada imaginación del jiva. Cuando el prana se mueve por sus canales propios que son las nadis, se produce un movimiento en la conciencia que da lugar a la mente. Este movimiento del prana captado por la mente, es lo que se ve como apariencia objetiva, tan irreal como el color azul del cielo. La cesación del movimiento del prana produce la cesación de la apariencia objetiva del mundo. La conciencia omnipresente parece despertarse con el movimiento del prana. Mientras esto no se produce, reina la suprema tranquilidad que es la verdadera naturaleza de la conciencia pura.
Cuando la conciencia parece despertarse por el movimiento del prana, comienza a aprehender objetos, surgen las ideas y el consiguiente sufrimiento. Por el contrario, si esta conciencia permanece en sí misma, como si continuara dormida, alcanzamos el estado supremo y más deseable. Tú mismo puedes alcanzar este estado de conciencia no nacida si detienes el movimiento del prana en el terreno psicológico o conservas la homogeneidad de la conciencia sin perturbación alguna. Cuando esa homogeneidad se altera y la conciencia siente la menor diversidad en su seno, aparece la mente y las innumerables relaciones mentales comienzan a actuar.
Para conseguir la tranquilización de la mente, los yoguis practican pranayama (El pranayama es el objetivo superior del hatha yoga y consiste en la detención de la energía vital por medio de complicados y a veces, si no se sabe practicar, peligrosos ejercicios respiratorios), meditación y otros métodos adecuados. Los grandes yoguis consideran el pranayama como el método supremo para conseguir la tranquilización y la paz mental.
Pero hay otro punto de vista que ahora voy a explicarte y que es el que mantienen los sabios que han tenido esta experiencia. Ellos declaran que la mente nace de aferrarse obstinadamente a una fantasía equivocada y que esta pertinaz imaginación del jiva es la verdadera causa de la ilusión objetiva.
Cuando aprehendemos los objetos y nos aferramos a ellos con obstinación y sin investigar correctamente la naturaleza de la verdad, tal aprehensión se ve condicionada por aquella pertinaz fantasía. Cuando toleramos esta imaginaria percepción de modo persistente, el mundo objetivo surge en la conciencia. Cautivos por nuestro propio condicionamiento, creemos que todo lo que vemos es real y nos mantenemos voluntariamente engañados. Y a causa de la intensidad y la persistencia de esta seductora fantasía, olvidamos su naturaleza y no percibimos otra cosa que este mundo ilusorio y la mente, firmemente convencida de su errónea percepción, se convierte en la semilla del nacimiento, la vejez y la muerte.
Cuando las ideas de deseable y aborrecible no surgen en la conciencia, la mente tampoco surge y reina la paz. Concepción, imaginación, pensamiento y memoria constituyen las formas de la mente. Si ellas no están presentes, ¿dónde hay mente? Cuando uno, desde lo no transformable, contempla lo que no cambia en el cambio y percibe lo que es, tal y como es, la mente se transforma en no mente. Cuando la limitación o tendencia mental no es muy intensa y se torna transparente, uno se convierte en un sabio liberado, que aparentemente vive y actúa según los compromisos pasados pero ya no vuelve a renacer de nuevo, como la rueda del alfarero sigue girando durante un tiempo aunque haya cesado el impulso inicial. Cuando su cuerpo perece, queda absorbido en el infinito.
Si se supera una de las dos semillas del mundo objetivo que te he comentado, el movimiento del prana y la sujeción a la imaginación, la otra desaparece de inmediato, puesto que ambas son interdependientes. La mente crea la ilusión objetiva y a su vez es creada por el movimiento del prana. El movimiento del prana se produce también a causa de las tendencias mentales y de aquella recurrente fantasía. Se trata de un círculo vicioso; uno alimenta al otro y le impulsa a actuar, como un péndulo. El movimiento es natural al prana y cuando el prana se mueve en la conciencia, surge la mente, pero son las tendencias mentales las que conservan al prana en movimiento. Cuando uno de ellos se detiene, el otro cesa de inmediato.
Las tendencias mentales son la fuente de indecibles sufrimientos y la raíz de la ignorancia, pero cuando se eliminan, la mente perece con ellas sin oponer la menor resistencia. Por esa razón, mediante la detención del movimiento del prana, la mente se paraliza y deja de percibir el mundo que existe en su interior.
La semilla de las semillas
La semilla de ambos movimientos, es decir del prana y de la recurrente imaginación objetiva, es el deseo de conocer o experienciar objetos, pues sólo cuando aparece en el corazón ese deseo objetivo, comienza el movimiento del prana y los condicionamientos mentales.
Por supuesto, la conciencia que habita en nuestro interior es la semilla de este deseo de experienciar objetos, porque si no existiera la conciencia, este deseo no podría existir en absoluto. Sin embargo, no hay ningún objeto que experienciar ni en el interior ni en el exterior y esa conciencia sólo desea experienciarse a sí misma como objeto, por medio de un movimiento interno del pensamiento. Igual que un hombre sueña con su propia muerte o en un viaje que realiza a tierras lejanas, la conciencia tiene habilidad para experienciarse a sí misma como un objeto distinto de ella misma. Cuando lo consigue, surge este mundo ilusorio que ves ante ti, querido Rama. Pero cuando comprendes la verdad, esa ilusión cesa de inmediato.
¿Qué es la verdad?. Que todo esto sólo es conciencia infinita y que no hay nada más. En la medida en que el sabio comprende esto, purifica su visión. La visión impura percibe el mundo; la visión pura percibe la conciencia infinita y eso mismo es la liberación. Tienes que deshacerle, querido príncipe, de todo deseo de experienciar objetos. No te dejes vencer por la pereza y líbrate de toda experiencia objetiva.
Rama preguntó en este punto:
Señor, ¿cómo pueden reconciliarse estos dos puntos de vista? ¿Podemos libramos de toda experiencia objetiva y permanecer inactivos?
Vasishtha respondió amablemente:
El que no alimenta deseos ni esperanzas, tampoco quiere mantenerse inactivo; una persona liberada no se comporta como un jiva; ni busca experiencias ni permanece inactivo. El que no se deja arrastrar por las experiencias objetivas, aunque actúe sin cesar no está inactivo ni hace nada en absoluto. Las experiencias objetivas no tocan para nada su corazón; aquel cuya conciencia no está inactiva es un liberado en vida.
Libre de toda tendencia mental, firmemente establecido en el estado de conciencia no modificada, el yogui permanece como un niño o un sordomudo, saturado de felicidad como el color azul del cielo. La felicidad no es una experiencia, sino la verdadera naturaleza de la conciencia (Una afirmación ciertamente extraña y concluyente).
Y por tanto no actúa como una distracción sino que permanece integrada en la propia conciencia, libre de toda experiencia objetiva. Al mismo tiempo, el yogui está constantemente ocupado en acciones diversas y por tanto, libre de toda pereza o inactividad. Por muy difícil y contradictorio que te parezca alcanzar este estado, debes esforzarte por cruzar este océano de tristeza y desolación.
El deseo de experiencia objetiva brota en la conciencia como un pensamiento y se fortalece a medida que se repite una y otra vez. Pero lo mismo que ha creado esta ilusión en su interior, la conciencia se conduce a sí misma hacia su propia liberación. Todo lo que concibe, es capaz de materializarlo. Después de encadenarse a sí misma al poste del sufrimiento como el gusano de seda se encierra en su propio capullo, a su debido tiempo la conciencia consigue su liberación porque su naturaleza es la conciencia infinita. Todo lo que se ve en el universo no es más que dicha conciencia, querido Rama.
El funcionamiento de la mente, cuerpo sutil o puryashtaka
El sentimiento del ego o ahamkara, que es la base de la mente, surge precisamente en el momento en que la conciencia toma conciencia de sí misma en su interior. Con el menor pensamiento, este sentimiento del ego, que no es otra cosa que conciencia, se derrumba como una roca por la pendiente de una montaña. Sin embargo, incluso en ese momento, ese sentimiento del ego sólo es conciencia, que es la realidad de todas las formas y todas las experiencias. El movimiento del aire vital o prana produce una representación en el interior y un objeto que parece estar en el exterior. Pero la experiencia de la representación es la conciencia pura. El prana aparentemente inerte de la sensación táctil, que llamamos sparsha, entra en contacto con su objeto y aparece el sentido del tacto (Los tanmatra o formas generales sensibles determinan tos mahabhutas o elementos cósmicos,
y también los jnanendriyas o sentidos del conocimiento). Pero la conciencia de la sensación táctil sólo es conciencia pura. También es el prana el que permite a la nariz oler los aromas que son modificaciones de esa misma energía (Es decir, los aromas son modificaciones del propio prana y por eso pueden ser identificados por él), pero la conciencia del olor es conciencia pura. Si la mente no está unida al sentido del oído, no es posible oír. También es la conciencia
pura la que experiencia el sonido.
La acción surge del pensamiento, el pensamiento es la función de la mente y la mente es conciencia condicionada, pero la conciencia, de hecho, es incondicionada. El universo sólo es una representación en la conciencia, como una imagen que se refleja en una bola de cristal, pero la conciencia no está condicionada por esa reflexión (Algunas proposiciones, como ésta, revelan la sorprendente semejanza del Vedanta con el pensamiento de Schopenhauer).
El "jiva" es el vehículo de la conciencia, el sentimiento del ego (ahamkara) es el vehículo del "jiva", la inteligencia (buddhi) el vehículo del sentimiento del ego, los pensamientos (Hemos preferido traducir "manas " por pensamientos y no por mente, porque la mente, en realidad, es el conjunto de todos los elementos que se enumeran aquí. Es la diferencia entre "manas"
y "chitta "). (manas) el vehículo de la inteligencia, el "prana" el vehículo de los pensamientos, los sentidos (indriyas) el vehículo del "prana", el cuerpo el vehículo de los sentidos, y el vehículo del cuerpo es el movimiento, la acción, el "karma ".
Cuando funciona el "prana ", la mente actúa, porque el "prana" es el vehículo de la mente. Pero cuando la mente se hunde en el corazón (hridayam), el "prana " deja de moverse. Y cuando el "prana" no se mueve, la mente alcanza el estado de quietud, es decir
no produce ese reflejo de la conciencia que pone en marcha el mundo y el "jiva". Mientras se mueve el "prana , la mente continúa actuando, como un jinete se mueve mientras su caballo está en marcha.
La reflexión de la conciencia en sí misma se conoce como "puryashtaka". La mente sólo es "puryashtaka , aunque otras escuelas prefieren describirla como el conjunto de los cinco elementos, el órgano interno (manas, buddhi, ahamkara y chitta), el "prana", los sentidos del movimiento o "karmendriyas", los sentidos del conocimiento o "jnanendriyas ", la ignorancia, el deseo, y el karma (Esta es la descripción básica de la mente y por eso hemos ido intercalando arriba los términos correspondientes). También se conoce como "linga sharira " o el cuerpo sutil. Puesto que todo esto surge de la conciencia, existe en la conciencia y se disuelve en la conciencia, la única realidad es la propia conciencia (Pocas veces se ha descrito con la concisión y claridad lo expresado en esta obra, que es la anatomía y fisiología de la mente en el pensamiento hindú; este concepto hindú, es fundamental, tanto en el Samkhya como en el Vedanta.
El cuerpo es una masa inerte movida por la mente y el "prana". Igual que un trozo de hierro se mueve en presencia de un imán, el "jiva " se mueve en presencia de la conciencia omnipresente e infinita. El cuerpo inerte se pone en marcha por la conciencia cuando ésta se identifica con la energía vital (prana). Este ser activo (Este ser activo es el ser que se ha identificado erróneamente con el movimiento o acción, karma).
o "karamatma " es el que conserva al cuerpo en movimiento. Pero quien ha imaginado a la mente y al "prana " como agentes de la vida en el cuerpo, es la conciencia, el ser supremo.
Cuando esta limitación se ha producido, las otras la siguen sin tardanza, como una enfermedad psicosomática e inevitable, como las olas que comienzan a rizar la superficie del océano, crecen y crecen hasta convertirse en grandes y temibles tempestades. La conciencia, al perder el conocimiento de sí misma, se convierte en un "jiva" limitado y vulnerable. Actuando bajo el pesado velo de la ignorancia, es incapaz de reconocer el daño que se está infligiendo a sí misma, como un borracho que maneja una espada se hiere a sí mismo sin poder evitarlo. Pero la conciencia puede recuperar el autoconocimiento, como el borracho puede volver a estar sobrio si deja de tomar el líquido que lo intoxica.
Cuando la mente pierde su soporte, que es el sentimiento del ego, permanece en el ser. Cuando el puryashtaka (el cuerpo sutil en su conjunto) se despoja de sus soportes, alcanza el estado de quietud y queda inmóvil. Cuando la conciencia, a causa de su objetivación, se confunde y engaña a sí misma, las vãsanas o condicionamientos mentales operan a su antojo; la conciencia olvida su naturaleza esencial al identificarse con ellas (En realidad, esta exposición puede resultar un tanto compleja y fatigosa. Lo que quiere decir, a nuestro juicio, es que la conciencia deja de ser conciencia y se transforma en mente cuando se identifica con los pensamientos que asume como reales, porque lo único real es ella misma).
Cuando el loto del corazón se abre, la mente o puryashtaka se pone en funcionamiento, cuando ese loto se cierra, el cuerpo sutil o puryashtaka deja de funcionar. El cuerpo vive mientras puryashtaka funciona; cuando deja de moverse, el cuerpo muere. Dicho de otro modo, cuando puryashtaka deja de funcionar, el cuerpo muere y la mente busca otra envoltura para llenarla de tendencias ocultas, con las que forja nuevos eslabones que le permitan seguir olvidando su naturaleza de conciencia pura. Los cuerpos son ocupados y abandonados por el Jiva como los árboles retoñan nuevas hojas librándose de las antiguas. Los hombres sabios no permiten ninguna acumulación de vãsanas que faciliten esos cambios.
En ese momento Vasishtha preguntó de nuevo al Señor:
¿Cómo puede cesar esa falsa dualidad de la conciencia fortalecida por siglos de confirmación?
El Señor respondió:
Sobre la cesación de la mente
Puesto que la conciencia está presente en todo momento y en todas partes, la dualidad es absurda e imposible. El concepto de uno surge del concepto de dos, y viceversa; cuando la dualidad se comprende como diversidad de la conciencia, se ve como conciencia y nada más; entonces el efecto y la causa son una y la misma cosa, indivisible, perfecta. Puesto que la conciencia es su propio objeto, no deja de ser conciencia en ningún momento; sus modificaciones son pensamientos vacíos de sentido. Decir que hay olas sobre la superficie del océano es como decir que montañas de agua flotan sobre el mar. ¿Pero qué son las olas separadas del océano o qué son los pensamientos separados de la conciencia? Sólo la conciencia es eso, yo y lo que hay entre ambos, es decir el factor que percibe la diferencia entre eso y yo. La conciencia infinita que es una, se percibe diversa y plural como Brahman, la verdad, Shiva, el vacío, el ser supremo, uno y sin segundo.
Lo que está más allá de todas estas formas y estados de conciencia, el ser supremo que significamos con el puro yo, no tiene palabras para ser descrito. Lo que se percibe en el mundo como diverso es en sí mismo indivisible. Cuando esta conciencia se cubre con una reflexión o representación secundaria, percibe la dualidad (Debajo de esta dualidad está el hito sagrado de las enseñanzas védicas que enhebra todas estas visiones secundarías en la conciencia única, y recibe el nombre de upanayana) y se siente atada a esa ignorante imaginación. Esta fantasía provoca la sustancialidad de los objetos y la experiencia del mundo objetivo confirma la realidad de esos objetos. El sentimiento del ego va ganando credibilidad a medida que se reafirma en su papel de agente (karta) de las acciones y experienciador (bhokta) de las percepciones. Y lo que en un principio sólo fue una coincidencia accidental, se transforma con el tiempo en un hecho indudable.
La creencia en la existencia de los duendes, provoca su existencia. La creencia en la dualidad, provoca la dualidad. Cuando se conoce el ser no dual (Es decir, cuando se tiene la percepción sin desdoblamiento de sujeto), la dualidad se desvanece como por encanto. La creencia da origen a la diversidad, cuando rechazamos esa creencia, la diversidad desaparece. Las creencias y los pensamientos conducen indefectiblemente al dolor, mientras que el no pensamiento y la ausencia de creencias es la pura felicidad. Con la ayuda del fuego de la sabiduría, evapora el agua de tus creencias y queda en paz para siempre al captar la conciencia una e infinita.
Mientras el rey olvida que es rey, se siente miserable. Cuando recuerda lo que es, su preocupación desaparece. Cuando pasa el monzón lluvioso, el cielo no puede acumular nubes que le oculten, cuando se comprende la conciencia infinita, las nubes de la ignorancia desaparecen para siempre.
La existencia del universo es real e irreal al mismo tiempo; el Señor los une, los trasciende y es ambas cosas a la vez. El universo es conciencia manifestada, pero en su forma inmanifestada también es conciencia. La objetivación de las percepciones provoca el autoolvido del ser. Pero incluso en ese estado de diversidad y actividad, la conciencia permanece realmente libre e indivisa, porque es Brahman siempre inmóvil aparentemente manifestado como universo en virtud del instrumento de la mente y sus tres aspectos o modos: la vigilia, el sueño onírico y el sueño profundo.
Las fases de tranquilización de la mente
Cuando la mente es destruida por la mente, el velo se rompe y la verdad de este mundo ilusorio queda al descubierto, la idea de mundo objetivo y de jiva individual desaparece por completo. El estado en el que la mente purificada abandona la costumbre de construir imágenes objetivas, se conoce como pashyanti. Es un estado de homogeneidad de conciencia parecido al sueño profundo, que impide la aparición de nuevos pensamientos. Es el primer estado de tranquilización mental.
Ahora voy a describirte el segundo estado. La conciencia desprovista de mente es toda luz, libre de oscuridad, hermosa y pura como el espacio. La conciencia se libera a sí misma de todas las modificaciones o dualidades y permanece como en sueño profundo o como una figura todavía no esculpida en el mármol. Abandona los conceptos de tiempo y espacio y trasciende el movimiento y la inercia; permanece como puro ser más allá de toda expresión.
Trasciende los tres estados de conciencia y permanece en el cuarto, turiya, que es el estado de la conciencia indivisa. Este es el segundo estado de tranquilización mental.
Ahora voy a describirte el tercero. Está más allá de lo que se indica con el término Brahman, el ser, etc. A veces se le llama turiyatita (más allá del cuarto) y es el estado supremo. Desafía toda descripción, porque está más allá de todos los acontecimientos descritos por aquellos que lo perciben.
Permanece siempre, sabio Vasishtha. en este tercer estado, que es la verdadera adoración del Señor, más allá de lo que es y de lo que no es. Nada ha sido creado y por tanto, nada puede desaparecer. Tal estado está más allá de lo uno y de lo otro. Es una masa pura de conciencia más allá de lo eterno y de lo transitorio. En él no se plantea ninguna cuestión de diversidad. Es
la paz y la felicidad más allá de toda expresión posible. El OM más puro, trascendente, supremo.
Después de decir esto, el Señor Shiva quedó en profunda contemplación durante algún tiempo y Valmiki, Vasishtha y los demás sabios respetaron escrupulosamente su silencio. Después de permanecer inmerso en sí mismo durante cierto tiempo, el Señor abrió sus ojos y continuó (Son curiosas estas experiencias de dicha que se atribuyen al Señor, como frecuentemente se atribuyen a los iluminados como Ramakrishna o Ramana. Suponemos que intentan mostrar la incontenible felicidad de estos seres).
Otra exposición de la naturaleza de la mente
Abandona el hábito de aprehender los objetos con tu mente, sabio Vasishtha. Los que conocen lo único que merece la pena conocer, dicen que el ser es la espada que corta por igual la paz y las preocupaciones. Pero si lo prefieres, sigue prestando un mínimo de atención extrovertida para que puedas oír lo que ahora voy a decirte. Nada se consigue estando completamente inactivo Este cuerpo se conserva vivo y activo por la energía vital o prana. Sin esa fuerza vital el cuerpo es completamente inerte. La inteligencia que experiencia todo esto es la conciencia sin forma. Cuando cesa el contacto del cuerpo y la fuerza vital, lo único que ocurre es que esa energía se separa de ese cuerpo. La conciencia, más pura que el espacio, no perece en esa separación.
Un espejo limpio refleja lo que está ante él, pero cuando está cubierto de suciedad no se produce la reflexión. Del mismo modo, cuando el prana ha dejado de mover el cuerpo, aunque seguimos viéndolo, ya no refleja los objetos como cuando estaba en contacto con el prana.
La conciencia, aunque es infinita y omnipresente, puede limitarse a tomar conciencia del cuerpo y de la mente. Cuando este defecto de objetivación es superado, brilla por sí misma como el ser supremo. Ella misma es el creador Brahma, Vishnu, Shiva, Indra, el sol, la luna y el Señor Supremo. Algunas de estas divinidades, como Brahma, Vishnu y Shiva, no son engañadas por la ilusión cósmica. Sólo son aspectos de la conciencia infinita que participan de su naturaleza esencial, como el hierro al rojo vivo participa de la naturaleza del fuego.
Porque ninguna de estas divinidades ha sido creada por la conciencia infinita ni existe con independencia de ella. En realidad, no son más que ideas, aunque siempre hay ideas más densas e importantes que otras. Resultaría inútil e imposible describir el alcance de todas las ideas que pueden brotar de la ignorancia. Decir que el ser supremo es el padre de Brahma, Vishnu y Shiva, es un mero modo de hablar. Sólo la conciencia infinita merece ser adorada y venerada. Pero es inútil rendirle adoración, y ningún mantra sirve para eso, porque ella es inmediata, lo más próximo a uno mismo, nuestro propio yo y por tanto no necesitamos adorarla, invocarla o reclamar su presencia de ningún modo. La mejor forma de adoración es la profunda comprensión o realización de esta conciencia infinita.
Por eso suele decirse que el Señor Rudra (Shiva) es la autoexperiencia espontánea y pura que mora como conciencia en todas las substancias. La semilla de todas las semillas, la
esencia del mundo objetivo, la más grande de todas las acciones, la causa de todas las causas y la esencia de todos los seres, aunque de hecho no produce nada ni es un ser conceptual como el resto de los seres y por tanto, no puede ser concebido. Es la conciencia en todo lo consciente, que se conoce a sí misma como su propio objeto, consciente en su interior de esta diversidad universal.
Es la conciencia pura e incondicionada de todas las experiencias. Es la verdad absoluta y por tanto no es verdadera como los conceptos, pues no está sujeta a la definición de verdad o falsedad (Esta definición es decisiva. Lo que entendemos por verdad o falsedad de un concepto siempre es el resultado de un juicio, es decir de la comparación de un concepto con algún otro. Este carácter de verdad necesita un último término de referencia que no admita una comparación posterior porque en caso contrario, la verdad sería una rueda de incesante giro o una petición de principio absoluta y estéril. La última verdad no puede ser verdad en el mismo sentido que las anteriores, porque no puede compararse a nada, y por ende, su verdad o falsedad no está sujeta a juicio. Debe ser evidente y obvia por sí misma y sin necesidad de juicio alguno). Es el último término de comparación de toda verdad, la realidad primordial, pura conciencia absoluta y nada más.
Sin embargo, aparece teñida por el deseo o la atracción del placer sensible y entonces se transforma en experiencia de ese placer, aunque esa experiencia placentera es la mancha con que ella misma se ha cubierto o velado. Incondicionada e indivisible como el cielo, se convierte en algo limitado y dividido. En esta conciencia infinita se producen millones de espejismos conocidos como universos objetivos que se multiplican sin término. Pero fuera de esa conciencia infinita, no hay nada real: la luz y el calor se perciben como si estuvieran fuera del fuego, pero no tienen ninguna independencia con respecto a él.
La conciencia infinita puede ser comparada con la última partícula subatómica que oculta en su seno la mayor de las montañas. En un sólo instante, abarca la extensión de todos los siglos, porque nunca se separa ni se desdobla de sí misma como algo distinto. Más diminuta y sutil que la punta de un cabello, penetra el universo entero, nadie ha visto sus límites o acotaciones.
No hace nada, se limita a imaginar el universo y a eso lo llamamos creación. Manteniéndole en su totalidad, tampoco hace nada. Aunque no es substancial, penetra y reside en todas las substancias. El universo es su cuerpo, pero no tiene cuerpo. Es el eterno ahora, pero también es el antes y el después. A menudo, sonidos carentes de significado alguno cobran significación cuando se trasmiten de unos individuos a otros como artificios convencionales. Todas las ideas sobre el ser y el no ser están basadas en la lógica, pero la infinita conciencia está más allá de toda verdad lógica como hemos dicho antes: es, incluso, lo que no es (Algunos, como Nietzsche, entendieron que era algo irracional (probablemente porque había leído mal a Schopenhauer), pero no es algo irracional, aunque tampoco es racional. Es lógica e ilógica, racional e irracional. Porque también es Nietzsche, y el cerebro de un loco y el de un gusano, y la negación del loco y del gusano).
Produce las flores que perfuman y la nariz que huele su fragancia. Es capaz de producir las substancias del universo y los órganos sensibles que las detectan. La energía (shakti) de esa conciencia es capaz de crear todo el universo y luego, con la idea contraria, reducirlo al estado de vacío.
Esta aparente creación no es más que una reflexión de la conciencia, que parece haber tomado cuerpo a lo largo del tiempo. La "trimurti" (Brahma, Vishnu y Shiva) es la manifestación del poder cósmico o energía que decide lo que debe ser y lo que no debe ser. Pero la conciencia no crea nada en absoluto, es como una lámpara que ilumina una habitación en la que están ocurriendo unos hechos que no la afectan.
El mundo y la mente
Lo que parece ser el mundo sólo es en realidad la construcción mágica de la conciencia infinita, en donde no hay unidad ni pluralidad ¡Mis enseñanzas tienen la misma naturaleza Las palabras, sus significados, el discípulo, su voluntad de esfuerzo, la habilidad del maestro en el manejo de los términos, todo ello no es más que el juego de la energía de la conciencia infinita. En a paz de nuestro propio ser interior, la conciencia se estremece imperceptiblemente y este mundo surge ante un yo tan condicionado e ilusorio como él. Si la conciencia no experimenta esta vibración, no se produce ninguna visión del mundo objetivo.
La mente sólo es este ligero movimiento en la conciencia. La falta de comprensión de esta verdad es la visión del mundo, que a su vez agrava e intensifica el movimiento del pensamiento en la conciencia. Así se cierra el círculo (Es decir, la vibración de la conciencia hace nacer el mundo, y la contemplación de ese mundo, aumenta aquella vibración, y así sucesivamente. El círculo del samsara cada vez da vueltas con más rapidez y credibilidad). La ignorancia y la actividad mental se perpetúan mutuamente.
Cuando se despierta la inteligencia interna, cesa el deseo de placeres sensibles: esta es la naturaleza del sabio, para quien esta cesación se produce de una manera natural y sin esfuerzo alguno, porque sabe que quien siente esas experiencias es la energía del ser. El que, para presumir o para complacer a sus admiradores, rechaza la experiencia que debe producirse necesariamente, es un tonto que golpea el aire con un bastón. Sólo alcanza el autoconocimiento el que emplea los medios adecuados para ello.
El propio deseo de liberación puede interferir en la realización completa del ser, pero la ausencia de tal deseo perpetúa la esclavitud del jiva. Por tanto, es preciso estar siempre alerta y consciente de todo. La única causa de la esclavitud y de la liberación es el movimiento del pensamiento en la conciencia. La conciencia pone fin a este movimiento. El sentimiento del ego cesa en el mismo momento que uno se pone a observarlo, porque en realidad no tiene soporte alguno que le sirva de base. Por tanto, ¿quién está esclavizado y qué lo esclaviza y quién se libera de qué?
Los que están dotados de formas macrocósmicas como el creador Brahma, Vishnu o Shiva, están establecidos en el ser supremo y funcionan como señores o reyes del mundo. Establecidos en él, los sabios recorren el cielo sin encontrar obstáculo. El que alcanza este estado, no muere ni sufre en modo alguno. El sabio que reside en todo momento en el ser, cuya naturaleza es la conciencia pura e ilimitada, no siente ninguna aflicción aunque siga ocupado de las tareas del mundo cotidiano.
Rama preguntó en este punto:
Cuando la mente, el intelecto y el sentimiento del ego, han dejado de funcionar, ¿cómo se manifiesta en este mundo la conciencia infinita?
Vasishtha respondió al respecto:
Como Brahman que reside en todos los cuerpos y experiencia las experiencias, es decir, come, bebe, habla, conforma y destruye, sin sufrir la división de la conciencia y sus percepciones (En inglés es más fácil traducir esta semejanza disímil con los términos conciousness y awareness. En castellano hemos tenido que recurrir a una paráfrasis explicativa).. Lo que está presente en todas partes, sin comienzo ni fin, puro, inmodificado, indiferenciado, se conoce como vastutattvam, la existencia o realidad sin determinación alguna.
Existe en el espacio como vacío, como sonido en lo que suena, como tacto en lo tangible, como piel en el contacto, como sabor en el gusto, como forma en lo material, como vista en los ojos, como olor en el aroma, como fragancia en el perfume, como resistencia en el cuerpo, como solidez en la tierra, como dulzor en la leche, como movimiento en el viento, como calor en el fuego, como determinación en la inteligencia, como dialéctica en la mente y como sentimiento del yo en el jiva individual.
En la mente es chitta, la sustancia mental. En los árboles es el árbol, la inmovilidad en lo inerte y la movilidad en los seres animados, la inconsciencia en lo insensiente y la inteligencia en lo sensiente. La divinidad en los dioses y la humanidad en los hombres, la bestialidad en los animales salvajes y la gusanidad en el gusano. Es la verdadera esencia del tiempo y de las estaciones, el dinamismo en la acción y el orden en el orden, la existencia en lo existente y la muerte en los cadáveres. Es la infancia, la juventud y la vejez, lo mismo que la muerte. No puede ser dividido ni analizado, porque es la esencia de todas las cosas.
La diversidad objetiva es irreal, aunque también es real como concebida y penetrada por la conciencia infinita. ¡Comprende que todo esto es penetrado y envuelto por ti que eres omnipresente y carente de cuerpo y mora siempre en paz en la felicidad suprema
Sobre la imaginaría creación y el sentimiento del ego
¡Lo que observamos hoy como si fuera real es todavía aquella primera creación o pensamiento de Brahma . Puesto que la conciencia es infinita, la creación del jiva se produce constantemente. Esta creación sólo tiene su origen en la ignorancia y es precisamente esta creencia en la creación lo que confunde y prostituye la verdadera percepción. Aunque se trata de un fenómeno irreal, parece sólidamente real a causa de la emergencia del sentimiento del ego.
El que sueña no capta la evanescencia de los objetos soñados mientras está soñando; lo mismo ocurre con el sueño del Creador Brahma.
El sueño tiene la naturaleza del que lo sueña. Lo que surge de lo irreal debe ser también irreal. Por tanto, aunque este mundo creado parece real, puesto que ha nacido de un concepto irreal, como es el sueño del Creador o nuestro propio sentimiento del ego, debe ser rechazado como tal.
En el ser que es conciencia infinita, esta creación aparece sólo momentáneamente. En ese momento surge asimismo la noción ilusoria de que vivimos un largo período de tiempo. Por esa razón la creación nos parece sólidamente real e indiscutible. Este universo que existe como un sueño en la mente del Creador,
La cesación del prana y de la mente
Cuando el prana o energía vital está a punto de abandonar el cuerpo, ya entra en contacto con los elementos con los que va a formar el próximo cuerpo. Esos elementos proceden de la cristalización de las vãsanas o tendencias pasadas del jiva y esa es la razón por la que el jiva se agarra a esos elementos desesperadamente. Cuando el prana abandona el cuerpo, se lleva con él todas las experiencias pasadas y los deseos insatisfechos del jiva.
La mente no podrá alcanzar un estado no mental o carente de movimientos (vrittis) hasta tanto esas vãsanas sean totalmente destruidas. La mente no se despega de la fuerza vital hasta que no se conoce a sí misma, es decir, hasta que no consigue el autoconocimiento. Cuando lo obtiene, las vãsanas son destruidas y la mente también: en ese momento el prana deja de moverse y se hunde en la paz suprema. Por medio de este autoconocimiento comprendemos profundamente la irrealidad de los conceptos sobre la objetividad del mundo. Esto suprime totalmente las vãsanas y el nudo (granthi) que une la mente y el prana o fuerza vital. ¡Las vãsanas forman la mente
La mente sólo es una colección o agregado de vãsanas, su desaparición es el estado supremo. El conocimiento (Jnana, vidya) es el conocimiento de lo real. La investigación (vichara) es el conocimiento (vidya) (Aunque hemos limitado deliberadamente unas notas, quizás necesarias, pero que alargarían excesivamente este texto, ya largo de por sí, no podemos evitar aquí un breve comentario. Más que comentario soto es un apóstrofe o enfático subrayado de esta última proposición de Vasishtha: La investigación, es decir, la pregunta, la inquisición, la capacidad de volver la atención reflexiva hacia el interior, YA ES CONOCIMIENTO. Eso es el conocimiento, y no otra cosa: preguntarse a sí mismo acerca de sí mismo. Esta pregunta, el famoso ¿Quién soy yo? del Vedanta Advaita, no tiene, ni reclama, ni totea respuesta alguna. El mero preguntar es la respuesta, el conocimiento y la luz. Dicho de otra forma, el hombre, que se cree un individuo con todo lo que esto implica, sólo es UNA PREGUNTA QUE NO ADMITE RESPUESTA, al menos en los mismos términos en que la pregunta se ha formulado.
Cualquiera de estas tres prácticas, a saber, la atención total a una sola cosa, que puede ser la devoción absoluta a un dios, la contención del prana o la cesación del movimiento mental, conducen al mismo estado supremo. La mente y la fuerza vital están tan estrechamente unidas como una flor y su fragancia o la semilla de sésamo y su aceite. De modo que si cesa el movimiento de la mente, cesa también el movimiento del prana.
Si la mente se concentra unidireccionalmente en una sola verdad, el movimiento de la mente y en consecuencia la energía vital o prana, cesan por completo (Es evidente que si la mente se concentra en un solo pensamiento, sea el que fuere, deja de moverse y por tanto cesa el movimiento de la mente que es lo que llamamos formalmente pensamiento). Pero el mejor método para conseguirlo es la pregunta por la naturaleza del ser infinito. Tu mente quedará completamente absorbida por esta pregunta y en ese momento cesarán al mismo tiempo la mente y la pregunta. Fíjate, en el estado que surge entonces y establécete en él con decisión.
Cuando la mente no suspira por placeres sensibles, se absorbe en el ser, acompañada por la fuerza vital. La ignorancia es inexistencia, el autoconocimiento es la verdadera existencia. La mente, cuando cree que es una cosa real, sólo es ignorancia; la comprensión de su inexistencia es el autoconocimiento.
Si la mente permanece absorbida en esa profunda pregunta por el ser, simplemente un cuarto de hora, sufre un cambio radical porque saborea el estado supremo del autoconocimiento y ya no lo abandona nunca más. En tal caso, las semillas del samsara se queman y pierden su potencialidad, la ignorancia se despeja y las vãsanas son completamente tranquilizadas. El que alcanza este estado se establece en satva, ve la luz interior y permanece en la paz suprema.
Lo que se conoce como moksha o liberación es esta aniquilación de la ignorancia por el autoconocimiento, por medio de la cual el jiva se transforma instantáneamente en un no-jiva (Es decir, el individuo pierde su individualidad y deja de ser individuo) y la mente se transforma en no mente. Puesto que el sentimiento del ego y las demás funciones mentales son como el agua de un espejismo, dejan de manifestarse cuando la luz de la investigación se proyecta sobre ellas (Es decir, cuando nos preguntamos por su naturaleza real, que no existe).
Naturaleza de chitta
La esencia o naturaleza de chitta son las vãsanas, sutiles impresiones de las acciones pasadas que quedan a modo de tendencias latentes en nuestro corazón.
De hecho, chitta y estas vãsanas, son realmente sinónimos.
Renunciar a ellas es lo más fácil del mundo, más agradable que el gobierno de un reino y más hermoso que la más bella flor, aunque para un insensato es tan difícil renunciar a la mente como para un estúpido gobernar un reino.
La completa destrucción de la mente es la destrucción del samsara.
Por consiguiente, desarraiga ese árbol cuya semilla es la idea de yo (En este punto parece necesario advertir que lo que se debe desarraigar no es el yo sino la idea del yo o sentimiento del yo, ahamkara. El yo no puede liquidarse porque es real, pero el sentimiento y posterior concepto del yo no es real, aunque tampoco es completamente irreal por lo que su desalojo no es tarea fácil para nadie), que vive en el espacio del corazón con sus numerosas ramas, hojas y frutos.
El verdadero autoconocimiento o conocimiento del Yo (Ahora se refiere al verdadero yo y no a la idea de yo, por lo que hemos utilizado la letra mayúscula), es precisamente la semilla del árbol de la mente.
Crece en el campo del ser supremo, que también es afectado por el poder ilusorio que conocemos como Maya.
En ese campo aparece una división sujeto-objetiva y entonces surge lo que denominamos experiencia (En la filosofía occidental, la experiencia es precisamente la percepción del objeto por el sujeto. La doctrina no puede ser más clara. Solo la confusa noción de objeto que tuvo Kant, tan criticada por Schopenhauer, impidió al genial alemán llegar al fondo del Advaita). A partir de ahí, brota la facultad de determinación u objetivación de lo sensible, que se conoce como buddhi.
Por supuesto que no se trata de una forma distinta a aquel Yo inicial, pues sólo es la forma desarrollada de aquella semilla.
Su naturaleza (la de buddhi) es la conceptualización o ideación, que también puede ser conocida como mente, jiva o vacío (lamentablemente, estas líneas son demasiado breves para explicar todo lo que llevan dentro).
El tronco de este árbol es el cuerpo.
El movimiento de su energía interior que produce su crecimiento es el efecto de las tendencias latentes o vãsanas.
Sus ramas, que son muy largas y se desplazan a enorme distancia, son las expe- riencias sensibles que se caracterizan por ser y no ser al mismo tiempo.
Sus frutos son buenos y malos, el placer y el dolor, la felicidad y la desdicha. Es un árbol nefasto. Tienes que procurar en todo momento talar sus ramas y cortar sus raíces, que tienen la misma naturaleza que las tendencias latentes, los conceptos y las percepciones.
De ellas cuelgan los frutos de estas operaciones mentales que, como hemos dicho antes, son agradables y desagradables.
La destrucción de estas ramas y sus frutos es secundaria, lo esencial es cortar sus raíces.
¿Cómo podemos desarraigar totalmente este árbol? Por la continua investigación de la naturaleza del ser, que se expresa con la pregunta ¿Quién soy yo? Esta investigación es el fuego que consume las semillas y las raíces del árbol conocido por el nombre de chitta, la mente.
Shikhidhvaja interrumpió:
Sé que soy conciencia pura, pero no sé cómo brota la ignorancia en mí. Me siento angustiado porque no soy capaz de librarme de esta ignorancia tan irreal como un no ser. El joven conocido como Kumbha preguntó entonces:
Dime si esa ignorancia o impureza a causa de la que te sientes esclavizado, es real o irreal.
Shikhidhvaja replicó:
Esta impureza es el sentimiento del ego y la semilla del gran árbol de "chitta ", la mente. No sé cómo desembarazarme de ella. ¡Aunque renuncie a ella una y otra vez, vuelve a mí con más fuerza todavía .
El fingido Kumbha le dijo con amabilidad:
Irrealidad de la mente o "chitta"
El efecto que surge de una causa real es en todo momento autoevidente. Pero cuando la causa no es real, el efecto debe ser tan irreal como la segunda luna vista por el que sufre diplopía. El tallo del "samsara" ha nacido de la semilla del sentimiento del ego.
Inquiere cuál es la causa y dímela.
Shikhidhvaja contestó:
Yo veo que la experiencia es la causa del sentimiento del ego, pero no sé cómo librarme de este sentimiento.
El joven Kumbha añadió:
¡Ya has sido capaz de encontrar la causa de un efecto
Dime ahora cuál es la causa de esa experiencia que provoca el sentimiento del ego y yo te diré la forma de eliminada.
Si la conciencia es al mismo tiempo la experiencia y el objeto experienciado y si no hay causa alguna para que ese objeto experienciado surja como tal objeto, ¿cómo ha brotado en realidad?
Shikhidhvaja contestó algo perplejo:
Probablemente a causa de alguna realidad objetiva indudable, como el cuerpo. Yo no puedo ver ese cuerpo como algo falso.
El joven Kumbha respondió sonriente:
Si la experiencia objetiva se fundamenta en la realidad de objetos como el cuerpo, ¿en qué la basarías si te demostrara la irrealidad de tales objetos? Pon atención. Cuando no existe una causa o es irreal, el efecto tampoco puede existir y su experiencia sólo puede ser resultado de una ilusión. ¿Pero cuál es la causa del cuerpo?
Shikhidhvaja respondió muy convencido:
La segunda luna que ven los que sufren de diplopía no es irreal porque su causa es la enfermedad de sus ojos. El hijo de una mujer estéril sí es irreal porque no puede verse nunca. ¿No son los padres la causa de la existencia del cuerpo?
La bella Chudalá disfrazada de Kumbha respondió:
Pero ese padre sería igualmente irreal porque lo que nace de una causa irreal, también es irreal. Y si nos remontamos al origen y sostenemos que el creador Brahma es la causa original de los cuerpos subsiguientes, ni siquiera eso es cierto. El mismo Brahma no es diferente a la realidad y, por consiguiente, su apariencia como algo distinto a la realidad es una mera ilusión. La comprensión de esta verdad nos libra de la ignorancia y del sentimiento del ego.
Shikhidhvaja preguntó confuso:
Si toda la creación, cuyo pilar original es el creador Brahma, es irreal, ¿cómo ha surgido el sufrimiento como algo real?
El joven Kumbha replicó al instante:
La ilusión del mundo objetivo se consolida con su repetida afirmación. ¡Cuando el agua se hace un trozo de hielo, podemos sentarnos sobre ella
Sólo comprendemos la verdad cuando somos capaces de despejar nuestra ignorancia, sólo entonces se manifiesta el estado original del ser. Cuando la percepción de la diversidad objetiva queda atenuada, el "samsara " deja de experienciarse y brillamos en nuestra propia gloria primordial.
Tú mismo eres el ser supremo. Ese cuerpo y esas formas se han manifestado a causa de la ignorancia y el conocimiento erróneo. Las ideas del creador y la creación con su diversidad de seres, no pueden demostrar su realidad. ¿Si no podemos demostrar la realidad de la causa, cómo podemos tomar el efecto como algo real?
Todas las criaturas del mundo no son más que apariencias, como el agua de un espejismo. Y esas decepcionantes apariencias se disuelven en cuanto nos preguntamos por ellas.
Shikhidhvaja preguntó no muy convencido:
¿Por qué no podemos pensar que el ser supremo o conciencia infinita, Brahman, es la causa, y el creador Brahma su efecto?
El joven Kumbha respondió con paciencia:
Brahman o el ser supremo es uno y sin segundo, sin causa y sin efectos, porque no tiene razón para actuar ni para crear nada en absoluto. No es agente, ni acción, instrumento o semilla de actividad alguna. Por tanto no hay causa para tal creación ni, por consiguiente, para la existencia de un creador.
Tal cosa como la creación no existe. Tú no eres agente de ninguna acción ni disfrutador de experiencia alguna. Tú eres todo lo que hay, siempre en paz, no-nacido y perfecto. Puesto que no hay razón alguna ni motivo para la creación, no puede haber un objeto como lo que llamamos mundo, este mundo aparente no es más que una ilusión.
Cuando la objetividad del mundo se contempla como algo irreal, ¿en qué consiste su experiencia y quién la sufre?
Cuando no hay experiencia, tampoco hay experienciador o sentimiento del ego. En ese momento, eres puro y libre, la esclavitud y la liberación son meras palabras sin sentido.
Shikhidhvaja exclamó:
Señor, ¿la persona liberada tiene también una mente? Si no es así, ¿cómo puede vivir y actuar sin mente?
El fingido brahmana respondió sonriendo:
La mente del "jivanmukta" o liberado
En verdad, los liberados carecen de mente. ¿Qué es la mente? Lo que se conoce como mente sólo son las densas tendencias mentales que conducen a nuevos nacimientos: los liberados carecen de ellas. Los iluminados viven con ayuda de una mente no condicionada por dichas tendencias que no les conduce a una futura reencarnación. Sus acciones no dejan huella (karma). La mente de los iluminados no es una mente en sentido estricto, sino puro "satva" (Es decir, sólo participa de la guna de la luz y del conocimiento, pues de ella se han desarraigado las tendencias rajásicas y tamásicas . Es fácil comprender que la mente no es más que las huellas de los pensamientos en la conciencia, es decir la mente es el "karma" o los "samskaras". Una conciencia con huellas es mente, la conciencia sin huellas es no mente, la realidad, el ser). Los liberados viven y funcionan desde esta luz (satva) y no desde la mente. La mente inerte e ignorante es mente, en estricto sentido; la mente del iluminado se conoce como "satva", pura luz de conciencia sin objetos iluminados y por ende sin huellas de tales objetos. El ignorante vive y actúa en su mente y desde la mente, el iluminado vive en "satva".
¿Qué clase de felicidad puede alcanzarse con arduas penitencias? La suprema felicidad sólo se alcanza por la total ecuanimidad. ¿Qué clase de felicidad se alcanza en el cielo? El que no posee el autoconocimiento intenta conseguir un tenue placer practicando ciertos rituales sagrados. ¡El que no dispone de oro, debe conformarse con joyas de cobre Todo lo que te parece real e incluso lo que te parece irreal, brota en la conciencia infinita y en ella se disuelve finalmente.
Las penitencias y los ritos sagrados sólo son métodos indirectos. ¿Por qué no recurrir al método directo del autoconocimiento?
Lo que hemos descrito como "satva" también debe ser superado por el propio "satva",
es decir, desapegándonos totalmente de ello y quedando libres incluso del propio "satva".
Todo lo que causa sufrimiento en estos tres mundos, sólo surge de los deseos y esperanzas de la mente. Si permaneces firme en el estado de ecuanimidad que considera idénticos el movimiento de la mente y su quietud, permanecerás siempre en lo eterno.
Sólo hay una conciencia infinita. Este Brahman que es conciencia pura se conoce a sí mismo como "satva", es decir como la propia luz de la conciencia sin objeto alguno.
El ignorante ve esto mismo y lo llama mundo. Tanto la agitación como la quietud de esta conciencia sólo son ideas en la mente del espectador, la conciencia es eso mismo pero desprovisto de tales ideas. ¡Su realidad está más allá de las palabras
Irrealidad de la mente y el ego
(NT: Hay un diálogo entre dos personas, padre e hijo) Las substancias físicas que componen el cuerpo no pueden identificarse como la mente. ¿Por qué se debe entonces castigar inútilmente al inocente cuerpo?
¿Qué es y dónde está la mente para que pueda renunciar a ella?.
Los que conocen la mente, dicen que es el yo. La mente no es más que el sentimiento del ego que existe en tu interior.
Pero eso es muy difícil de hallar, si no imposible del todo.
¡Pero qué dices . Muy al contrario, es lo más fácil del mundo; ¡Más fácil que aplastar una flor en la palma de tu mano, o cerrar los propios ojos Porque esa mente que parece ser la causa de tu dolor, se desvanece cuando surge el verdadero conocimiento. En realidad no hay sentimiento del ego. Sólo existe a causa de tu ilusoria ignorancia. ¿Dónde está el ego? ¿Cómo surge en tu interior? ¿En qué consiste? En todos los seres y en todo momento, lo único que hay es conciencia pura. Por consiguiente, el sentimiento del ego no es más que una palabra. Prescinde de ella, hijo mío, y con ella de todas tus limitaciones y condicionamientos psicológicos. Tú eres incondicionado y no estás limitado por el tiempo, el espacio o la causalidad.
El sentimiento del ego es irreal. No tienes que confiar en él, ni puedes tampoco abandonarlo. ¿Cómo puede cogerse o soltarse algo que es irreal? Si el sentimiento del ego es irreal ¿qué son el nacimiento y la muerte? Tú sólo eres la infinita conciencia indivisible, libre de toda ideación, que acompaña y envuelve a todos los seres. Este mundo sólo es visto como una apariencia ilusoria en el estado de ignorancia. Los iluminados lo ven como Brahman. Abandona los conceptos de unidad y diversidad y vive feliz y dichoso. No te comportes como el hombre estúpido que sólo sabe sufrir.
La no mente o mente sin conceptos
Cuando la mente se ha convertido en puro satva, puedes vivir en este mundo y actuar en él sin conservar esos conceptos ni permitir que la mente siga operando, como la rueda del alfarero sigue dando vueltas aunque su dueño haya dejado de impulsarla. Proclamo solemnemente: ¡El abandono de las construcciones mentales es el dios supremo
¿Por qué no escucha la gente? ¡Qué poderosa es la ilusión
Bajo su influencia, puedes tener la preciosa gema del vichara (la autoinvestigación) en tus manos y no verla en absoluto. El único dios supremo es no percibir objetos y no construir ideas sobre ellos. Pero esto tiene que ser experienciado por uno mismo.
Si permaneces tranquilamente en tu ser, comprobarás que en comparación con ello, la existencia de un emperador es como una hoja de hierba.
Cuando uno ha concebido con la mente ir a un determinado lugar, sus pies funcionan sin necesidad de una actividad mental continua. Actúa como lo hacen los pies y realiza todas las acciones que quieras.
Actúa en este mundo sin deseo de recompensa por tus acciones, sin sentirte motivado por el placer o el provecho personal. Entonces, los objetos sensibles dejarán de atraerte y sólo serán lo que realmente son. Y cuando la sensación de placer brote espontáneamente en contacto con los objetos, sumérgela en el interior del ser y entrégala al propio ser interior. No esperes ningún fruto de tus acciones, pero tampoco permanezcas inactivo.
Suceda lo que suceda, acéptalo todo o recházalo todo por igual. Porque lo que nos esclaviza es ese deseo de elegir entre actuar o no actuar, cuando ese deseo no existe, somos libres. De hecho no hay nada que deba ser hecho o que no deba hacerse: todo es el ser. No permitas que tu inteligencia conciba esa diferencia. Sé siempre lo que verdaderamente eres. La conciencia de "yo" y "mío" es la raíz del sufrimiento, su cesación es la liberación. Tú verás lo que te interesa.
Igual que un ejército hecho de arcilla no es más que un montón de soldados de barro, este abigarrado universo sólo es ser no dual. Puesto que sólo existe el ser, ¿qué son los objetos y quién puede percibirlos? Aparte del ser supremo no hay nada que pueda concebirse como yo y como mío.
Rama preguntó a ese respecto:
Si eso es como dices, Señor, ¿por qué debemos evitar las malas acciones y preferir las buenas?
Vasishtha contestó a esta pregunta:
Antes debes decirme, amable Rama, qué entiendes por acción. ¿Cuándo se produce una acción, cuál es su raíz y cómo podemos destruirla?
El príncipe respondió:
Si queremos destruir una cosa. Señor, debemos cortarla de raíz y destruir esa raíz.
Mientras el cuerpo está vivo, se produce la acción, que tiene sus raíces en el samsara
o mundo objetivo. Las acciones brotan de los propios órganos del cuerpo.
Las semillas de esas acciones son los hábitos mentales o vãsanas.
Estos hábitos mentales que funcionan a través de los sentidos, son capaces de abar- car cosas muy distantes al propio cuerpo.
Los sentidos tienen su raíz en la mente y la mente está arraigada en el jiva que es conciencia condicionada, pero esta conciencia limitada tiene su raíz en la conciencia infinita que es la raíz de todo lo que hay.
Brahman es la raíz de esta conciencia infinita, sin raíz ni soporte alguno. Por consiguiente, todas las acciones tienen su fundamento en la conciencia que, al objetivarse a sí misma, genera dichas acciones.
Cuando eso no ocurre, permanece en el estado supremo. Vasishtha añadió complacido:
En tal caso, querido Rama, ¿qué es lo que tienes que hacer y qué debes evitar? La mente seguirá existiendo mientras el cuerpo siga con vida, tanto si es una persona ignorante como si es un iluminado. ¿Cómo podemos abandonar esta individualidad? De ningún modo. Lo que podemos abandonar es la errónea noción de que somos nosotros los que estamos haciendo las acciones y actuar sin ese tipo de pensamiento. Cuando despierta la inteligencia interior, la percepción del mundo objetivo cesa y aparece la libertad o no apego a los objetos, que es lo que se conoce como liberación o emancipación. Cuando se abandona la percepción objetiva, surge la paz conocida como Brahman. La percepción o conciencia de los objetos es la acción que se despliega en este mundo objetivo llamado samsara, la cesación de esa conciencia es la emancipación. Por tanto, querido Rama, mientras el cuerpo siga vivo no podemos dejar de actuar. El abandono de la acción concede valor a la acción misma y lo que tiene valor para nosotros, no puede ser abandonado.
En ese punto, Rama preguntó:
Desaparición de la experiencia objetiva o fenoménica
Si lo que es no puede dejar de ser y lo que no es, no puede existir, ¿cómo puede la experiencia o conciencia de los objetos, convertirse en no experiencia o inconsciencia?
Vasishtha contestó a esta cuestión:
Es cierto que lo que es, no puede dejar de ser y lo que no es, no puede existir en absoluto. Los conceptos de experiencia y no experiencia son también fáciles de entender. Lo que conocemos como experiencia o percepción objetiva sólo nace de una falsa ilusión y produce dolor. Abandona esta conciencia de experiencia objetiva y permanece firme en la conciencia de la sabiduría, que es el nirvana.
Las malas y las buenas acciones dejan de existir cuando comprendemos que en realidad no existen. Debemos investigar la raíz de la acción hasta que la acción misma sea destruida. Lo mismo que lo que brota de la tierra, no es distinto de la tierra misma, lo que brota en la conciencia, no puede ser distinto de la conciencia. La humedad no es distinta del líquido; en Brahman no hay distinción entre mente y conciencia. La función que denominarnos percepción surge en la conciencia sin causa alguna y al no ser distinta de la conciencia, es como si no existiera.
Parábola del ciervo de la mente
La mente también puede compararse a un ciervo que merodea en la espesa selva de los conceptos, las ideas y los prejuicios y que muy raramente descubre el sendero correcto y encuentra abrigo bajo el árbol benéfico del samadhi. Este ciervo es perseguido por numerosos predadores que desean obtener su piel como trofeo. Se oculta en el espinoso arbusto del cuerpo para salvarse de sus enemigos, pero este esfuerzo desgasta sus energías. Corriendo de un lado a otro por el bosque del samsara, acosado por el viento de los vãsanas o tendencias latentes, y agobiado por el calor del ego, el ciervo sufre interminables angustias y privaciones.
Este ciervo de la mente no se satisface fácilmente con el alimento que encuentra a su alcance. Sus deseos se multiplican y continúa deambulando por el terrible bosque para satisfacer sus infinitos deseos. Se ata a muchos placeres, como la mujer, los hijos, etc., y se agota con tal de conservarlos. Queda preso en la red de la riqueza y lucha por librarse de ella. Pero en esta incesante lucha cae una y otra vez en los peores peligros. Arrastrado por la corriente de los deseos, nada le detiene en su huida y es perseguido y acosado por incontables alimañas. Cae en las trampas de la experiencia sensible. Queda aturdido por la sucesión de paisajes celestiales e infernales. Es golpeado y aplastado por las rocas de las modificaciones mentales y los malos pensamientos. Para evitarlo, imagina con su propio intelecto diversas normas de conducta, que le resultan ineficaces, porque carece de autoconocimiento.
Nuestro atemorizado ciervo queda a veces insensible por la ponzoñosa mordedura de la serpiente de los placeres sensibles y los anhela ardientemente. Se abrasa en el odio o se consume de preocupaciones y ansiedades. Perseguido por el tigre de la pobreza, cae en el pozo de la codicia. Su corazón está atormentado por las frustraciones de su amor propio.
Algunas veces, nuestro afligido ciervo huye de este laberinto y busca refugio en el árbol de la meditación, que antes hemos descrito. La paz suprema no puede alcanzarse por ningún medio que no sea el estado de conciencia incondicionada, que sólo se encuentra a la sombra del árbol de la meditación (dhyana) y de la contemplación (samadhi).
Cuando ha encontrado este descanso, el ciervo de la mente se siente tan dichoso que no busca ninguna otra cosa. Con el tiempo el árbol de la meditación da su fruto, que es la revelación del ser. Cuando nuestro buen ciervo ve este fruto sobre él, abandona todos sus deseos y se encarama a ese árbol para probar su fruto. Cuando ha subido a este árbol, abandona los pensamientos objetivos y no desciende de nuevo a la vida del suelo. Como la serpiente abandona su piel, el ciervo de la mente abandona sus hábitos anteriores para poder subir al árbol de la meditación. Cuando recuerda su pasado, sonríe pensando: ¡Qué loco he sido hasta ahora Prescindiendo para siempre del odio, la codicia y las otras tendencias, vive en ese árbol como un auténtico emperador.
Sus deseos se debilitan día tras día. No trata de evitar lo que le ocurre ni anhela conseguir lo que no obtiene espontáneamente. Está sumido en el conocimiento de las escrituras que tratan de la conciencia infinita y del ser acondicionado. Cuando recuerda su pasado estado de ignorancia, se limita a sonreír. Cuando ve a su mujer o a sus hijos, etc.., también se ríe como si fueran personas vistas en un sueño. Todas las acciones basadas en el apego o la aversión, el miedo o la vanidad, el orgullo o la ilusión, le parecen representaciones de teatro. Contemplando las experiencias de este mundo, sonríe burlón, como si fueran las experiencias de un loco.
Establecido en este extraordinario estado, la mente no siente ninguna ansiedad ni preocupación por la mujer, los hijos, y todo lo demás. Se limita a contemplar con una visión iluminada lo que es la verdadera realidad en el infinito. Con su visión perfectamente concentrada, el ciervo de la mente sube al árbol del samadhi. Ahora se divierte con lo que antes sufría y de un modo natural pretende estar en estado de meditación todo el tiempo. Vive libre de ego, pero como está rodeado de otros hombres, parece conservar su ego como los demás. Cuando le sobrevienen placeres fortuitos, los recibe sin ningún entusiasmo. Se halla plenamente satisfecho y parece dormido para los acontecimientos del mundo. ¡Quién sabe dónde existe ese hombre Está cada vez más cerca del fruto de moksha o la liberación. Finalmente, abandona el intelecto o buddhi y entra en la conciencia incondicionada.
Este es el estado superior en el que se abandonan las nociones de la existencia de los objetos y se reside en el puro ser. Cuando todas las divisiones se han abandonado, solo queda lo indivisible, que es puro, uno, sin principio ni fin y se conoce por Brahman. El que abandona los deseos de riqueza, mujer y todos los objetos mundanos, permanece en este ser supremo. Cuando se abandona incluso la distinción entre la mente y la conciencia infinita, todas las otras divisiones se sumergen en la nada. Después de esto, uno existe en el ser supremo como la imagen todavía no esculpida en el bloque de mármol sin trabajar.
El ignorante no puede meditar, ni siquiera desea hacerlo. El iluminado está siempre establecido en el ser y completamente desinteresado de los objetos de la percepción sensible, cosa imposible para el ignorante. Cuando la conciencia de los objetos se ve como conciencia pura, eso es el estado de ecuanimidad (samadhana), que es el estado de la mente en el que el sujeto se hunde en el objeto. Permanecer en el ser implica desinteresarse por los objetos de la percepción sensible. Por el contrario, la ignorancia es el estado en el que la mente se mueve hacia esos objetos. Ese movimiento sólo se produce en la mente del ignorante, el que ha saboreado el néctar no es atraído por las substancias amargas. Esa es la razón por la que la meditación es natural y espontánea en el sabio. Cuando el deseo ha cesado por completo, el ser no desaparece ni un instante. O si se prefiere, el ser es el estado en que la mente crece hasta abarcar el universo en su totalidad. Pero no olvides que hasta que uno no alcanza el autoconocimiento, debe esforzarse por mantenerse en samadhi. El que está establecido en samadhi es Brahman con forma humana. Me arrodillo ante él.
Cuando se produce un verdadero desinterés por los objetos, ni los dioses mismos pueden distraernos de la meditación. Debemos cultivar, pues, la meditación firme o vajradhyanam (Literalmente meditación de diamante). Los medios para conseguirlo son las escrituras, la compañía dé los santos y la meditación. La ignorancia no se despeja con un conocimiento a medias, del mismo modo que no podemos calentarnos sentándonos cerca de una hoguera pintada en un cuadro. El ignorante ve el mundo como una realidad física, el sabio lo ve como conciencia. Para el sabio no hay mundo ni ego. Para el ignorante el mundo está compuesto de piedras y maderas muertas, mientras que el iluminado ve el mundo como el ser y su visión del mundo es indescriptiblemente hermosa.
El ignorante se pierde en polémicas inacabables, el iluminado está de acuerdo con todo el mundo. Turiya o samadhi es el estado natural de todo lo que existe en los estados de vigilia, sueño onírico y sueño profundo. Lo único que condiciona este estado es la mente, pero desaparece en cuanto nos preguntamos qué es.
Cuando se ha alcanzado el fruto de la sabiduría y se ha obtenido la liberación, hasta la conciencia objetiva parece inexistente, puesto que la mente se absorbe en la verdad suprema. La naturaleza de la mente desaparece como una lámpara sin combustible y sólo queda la verdad. La mente que ha alcanzado el fruto de la meditación, que es el autoconocimiento, es fuerte como el rayo. El movimiento o inquietud característica de la mente, desaparece sin que nadie sepa dónde ha ido. La iluminación permanece como conciencia pura sin perturbación o división.
En este estado, los deseos se desvanecen sin esfuerzo y sólo queda la propia meditación. Hasta que Brahman no es realizado, uno no puede permanecer en el ser, hasta ese momento la meditación es imposible y lo único que podemos hacer es pensar en el ser. Cuando se realiza la verdad suprema, la mente se volatiliza y huye quién sabe dónde, llevándose con ella las vãsanas y los condicionamientos mentales, la alegría y la tristeza, la euforia y la desesperación. El yogui se sumerge entonces en un estado de profunda e inquebrantable meditación, firmemente establecido en samadhi (A este estado se le llama vajra samadhana o tranquilidad adamantina), como una montaña.