Un mercader fue llevado una vez ante un magistrado por vender ghee (mantequilla clarificada) adulterado. Se pronunció la sentencia y, como castigo se le condenó ya sea a consumir toda la cantidad de ghee en mal estado, a recibir 20 azotes o a pagar una multa de 100 monedas de oro. Eligió el ghee y comenzó a beberlo de a poco, pero encontrando insoportable el hedor, eligió entonces los azotes. Soportó unos pocos y no pudo soportar más. De modo que finalmente negoció con el juez que le dejara pagar la multa y canceló entonces lo adeudado. Si hubiera optado inicialmente por esto, podía haber evitado beber el ghee descompuesto y el dolor lacerante. Sin embargo, al dudar en su decisión hubo de aceptar la basura y el látigo. Del mismo modo, la mayoría de la gente no opta por Dios desde un comienzo cuando les supera el pesar. No reconocen la inevitabilidad, aunque tarde o temprano, llegan por último a Dios. Elijan sus opciones sabiamente.
- Divine Discourse, Sep 8, 1966. |