Cuando se ofrece veneración con miras a satisfacer deseos y cumplir anhelos, se perderá el valioso premio. La adoración debe purificar el corazón, como para que Dios, el Residente, pueda brillar en toda Su gloria. Sepan que los deseos manchan el corazón en lugar de limpiarlo. Inviten a un príncipe que sea aún un niño a sentarse en el trono – comenzará a llorar, porque en el trono no puede jugar con sus juguetes y mascotas. Los adultos se burlarán de la afición del niño por los juguetes, lo llamarán infantilismo. Así también, todos los que se mantengan alejados del trono de la 'Soberanía sobre sí mismos' y prefieran entretenerse con los juguetes y mascotas de las cosas materiales serán igualmente pueriles, sin que importe su edad o posición.
- Divine Discourse, Oct 3, 1965. |