Dile a tu mano: "Oh, mano, ¡cuán sagrada eres! Eres la unidad personificada. Un solo dedo no puede levantar una taza; cuando un dedo se mueve para tomarla, todos ellos, a pesar de tener diferentes tamaños y formas, se apresuran a ayudar y sostener la taza. No les importa ni observan diferencia alguna. Esa es la unidad inherente en ti, entre tus dedos. Oh, mano, eres muy útil para preservar al cuerpo humano: eliminas problemas mediante tu duro trabajo, y ayudas a los demás. ¿Por qué actúas a veces de un modo que desarrolla enemistades? No hay unidad en ninguna congregación, sociedad ni religión. Sin embargo, tú no conoces el odio. Por favor, nunca te permitas malas acciones". Instruye y guía a tu mano, para que tus acciones lleguen a ser sagradas. Cuando tus pensamientos, palabras y acciones sean santificados, los demás instrumentos los seguirán, y alcanzarás así la liberación. |
- My Dear Students, Vol 5, Ch 2, Mar 9, 1993. |