EL DESPERTAR SAI
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miércoles, 7 de julio de 2010

Un Satsang muy especial, de alguien que no es devoto de Swami




Un Satsang muy especial, de alguien que no es devoto de Swami
 
     Yo, Daniel, era administrador de un Barrio privado ubicado en Parque Leloir, Omar, el vigilador de la entrada, un exmilitar retirado, siempre me comentaba que su señora sufría de depresión y que estaba hacía ya tres años sin salir de su casa, no tenía ganas de hacer nada, esto por consecuencia de que había fallecido una de sus hijas.
     Le dije en el año 2008, que le diera Vibhuti sin que se de cuenta, y él comenzó a darle sin tener ningún tipo de mejoría. Para marzo de 2009, luego que yo había vuelto de India, le comenté todo lo que me había pasado con Swami y le volví a dar Vibhuti y además, le regale el libro de Claudio María Domínguez, La Ciudad del Amor, libro que siempre regalo para aquellos que no son devotos y quieren conocer algo de Swami. La mujer se leyó el libro en una semana y comenzó a tomar Vibhuti, ya conciente. Lo sorprendente fue que empezó a levantarse, ir al mercado y hacer las cosas del hogar. A tal punto fue su recuperación, que cuando fue al psiquiatra, el cual le había dado 6 pastillas para tomar por día, se la redujo a solo ½ por la mañana y ½ por la noche, y le preguntó qué estaba tomando. Ella no quería decirle que estaba tomando Vibhuti porque tenía miedo de que le diga que se estaba drogando. La cuestión es que se recuperó y volvió a tener una vida normal, le seguí enviando otros libros de Swami, hasta que llegó una prueba durísima. En noviembre de 2009, a otra de sus hijas, Mónica, que no vivía con ella, la internan de urgencia en el Hospital Posadas y le dicen que la tienen que operar porque le detectaron peritonitis. Lo fui a ver a Omar, el vigilador, al hospital porque luego de esta operación le iban a tener que hacer otra para colocarle una malla, ya que la infección había sido muy grande. Lo fui a ver y le dije que le dejaba dos fotos de Swami, una para él, así le pedía, y otra para que la colocara en la cabecera de la cama de su hija, así Swami la cuidaba. Esa noche la operaron por segunda vez y el médico le dijo que sólo tenía un 2% de posibilidades de que salga bien. Eso fue un día Lunes, el Martes comenzó a mejorar y el Miércoles deciden retirarle el respirador para que respire por sus propios medios. Cuando despertó, lo primero que dijo fue: ¿dónde está mamá? Omar le dijo que nunca había ido, debido a que después de que falleció su hermana no quería pasar por lo mismo, así que no fue. Pero ella seguía diciendo que la había visto. El le respondía que era imposible. Entonces ella comienza a relatar que el día que la llevaron a la sala de operaciones, entraron al quirófano y al lado de la camilla estaba ella y una persona que al principio se asusto, pero como la madre no había dicho nada ella tampoco dijo nada. Era una persona morocha con los pelos rizados vestida de naranja, que la miró, le dijo unas palabras, le tiró un polvo blanco y le dijo que se quedara tranquila que iba a salir todo bien. Luego la sacó de su cuerpo y comentaba que podía verse cuando la estaban operando, Él la tomó de la mano y le dijo que iban a hacer un viaje a unas montañas milenarias, una vez allí la acostó sobre una roca, Él empezó a dar vueltas alrededor de ella y luego la trajo otra vez al hospital, la volvió a dejar en su cuerpo y le dijo que se quedara tranquila que se iba a recuperar, y también le dijo que Él le iba a decir cuando tenía que ir a verlo.
Ella recordó que al otro día de la operación, cuando fueron a ver el parte médico, y estaban todos reunidos alrededor de ella, en medio de los doctores estaba esta persona vestida de naranja, morocho y pelo rizado. Entonces ella le pregunto al padre, si era un ángel o estaba delirando a consecuencia de la anestesia, el padre agarro y le mostró la foto de Sai Baba y le pregunto si era esa la persona que había visto, ella con una cara de asombro le dijo que sí, y le pregunto al padre quién era y por qué la había ido a ver, el le dijo que es un maestro espiritual que vive en la India. Qué, vino desde allá para verme? Por qué?. El padre le respondió que nunca había venido a la Argentina y que no salía de su país. A los tres días le dieron de alta y los médicos le dijeron a Omar que había sido un milagro, porque era imposible que se repusiera. Antes de irse, ella le comento al padre que la cara de Sai Baba se le apreció en la ventana de la habitación, diciéndole algo que ella no recordó. Mientras esto sucedía, en la casa de la madre habían quedado sus 3 hijos, la más chiquita de tan solo dos años, cada vez que se iba a dormir agarraba el libro que yo le había obsequiado a la abuela, y que tenia la foto de Sai Baba, la nena iba y le daba un beso y decía Baba.
Cuando hicimos el viaje este año, enero de 2010, llevamos las cartas de toda la familia para agradecerle a Swami lo que había hecho por ellos. Omar, de ahí en más, siempre me dice: nos hiciste devoto de Sai Baba, y yo les respondo que no, que Swami los eligió, yo sólo fui un instrumento.
 
Daniel Del Mestre



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