Endereza tus hábitos, purifica tu conducta y limpia tu comportamiento. Un solo mal hábito puede destruir toda tu salud, felicidad, encanto y alegría. Contrólate, y no cedas a las tentaciones de amigos o convenciones sociales, para no ser presa de los malos hábitos. El cuerpo es el templo del Señor. Manténlo fuerte y en buenas condiciones. También ten presente que puede ser dañado por las cualidades de ira, odio y codicia, o por las de pereza, sueño e inactividad. Cuando te enojes y/o te pongas violento con alguien, repite en silencio el Nombre del Señor, para que te salve de tu ira. Bebe un vaso de agua fría, o reposa en cama hasta que el ataque de furia haya pasado. Cuando estás enojado, maltratas a otro, y la otra persona hace lo mismo, de modo que los ánimos se caldean y se generan emociones intensas que provocan daños duraderos. Cinco minutos de ira pueden dañar a cinco generaciones de relaciones; de modo que ten cuidado.
- Divine Discourse, Sep 2, 1958. |