Se dice que el cuerpo es el tabernáculo de Dios. De hecho, el mundo mismo es el cuerpo de Dios. Un pinchazo en un dedo del pie es inmediatamente reconocido como una lesión de uno mismo, porque el dedo es parte del mismo cuerpo. Así también, el sufrimiento en un rincón del mundo le interesa tanto al Señor como el sufrimiento en cualquier otra parte. El mundo entero es la mansión del Señor. Todos los países y estados son simplemente habitaciones de Su mansión. Nunca olviden que el mundo entero es un templo del Señor; es Su cuerpo, y allí Él reside.
- Divine Discourse, Jun 25, 1960. |