Cuando tanto hombres como mujeres jóvenes viajan a países de ultramar, sus ancianos padres se quedan preocupados por la manera en que reaccionarán frente a las atracciones de la cultura ajena. Tanto el padre como la madre les escriben a sus hijos, rogándoles no renunciar a los hábitos familiares de culto, oración, alimento y bebida. Puede que a los hijos se les llenen los ojos de lágrimas frente a este cariñoso recuerdo de sus padres, mas eso es todo. Entonces ceden a las tentaciones y se desvían. El espíritu con el que se escribiera la carta no es respetado en la acción. De modo que muchos adoran los sacros libros que contienen nobles pensamientos. Colocan flores y ofrecen plegarias, mas en lo tocante a practicar aunque no sea sino una parte de lo que está escrito en ellos, ¡a la mayoría le parece una tarea imposible! Deben vivir en el amor y practicarlo sin falta cada día. |
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- Divine Discourse, Jul 13, 1965. |