Los padres han otorgado este instrumento, físico llamado cuerpo, con el cual podemos servir a Dios en todos los seres vivientes, glorificándole en y a través de la Belleza y la Verdad, y alcanzar al Absoluto. Este cuerpo humano es esencial para liberarnos de la peor de las servidumbres. Se requiere de una caja de hierro para mantener a salvo las gemas preciosas. Así también el cuerpo es esencial para mantener a salvo los dones de la fe, el amor y el discernimiento. Dios es inmanente en el Universo. Él está en la más distante de las estrellas tanto como en la brizna de pasto bajo sus pies. Pueden verle si cuajaran este Universo con el discernimiento, lo batieran con desapego y recogieran el néctar con sinceridad. A Dios se le puede encontrar tanto en el grano de arena como en la mayor de las galaxias mediante diligentes y sinceras prácticas espirituales. Él es el núcleo de cada ser, del mismo modo en que la mantequilla se encuentra presente en cada gota de leche.
- Divine Discourse, Mar 23, 1966. |