Como peregrino, eres ayudado o impedido por las bufonadas de la mente. La mente tiene como trama y urdimbre al deseo, o la sed de una u otra cosa, o el obtener alguna ganancia, o evitar alguna pérdida. El deseo surge del apego, el cual es consecuencia de la ilusión. El deseo distorsiona y denigra a la mente, y le mantiene incesantemente agitada. Ningún espejo de agua puede estar calmo cuando en él caen piedras; y si hay una perpetua lluvia de deseos, estará lastimosmente inquieto. La bienaventuranza que emana del alma (Atma) debe ser almacenada reforzando el estanque de tu mente (Buddhi). Pero si el estanque tiene muchas rajaduras y grietas (los sentidos), la bienaventuranza (Ananda) será dilapidada, dejando en seco al estanque de la mente. Cuando procuras satisfacer el hambre de los sentidos, tu mente se hace vacilante y caprichosa. El legítimo rol de tu mente es ser ama de tus sentidos, los cuales son sus sirvientes. |
- Divine Discourse, Nov 22, 1982. |