Cuando un hombre sufre de los efectos de una mordida de cobra, le dan a masticar ajíes, la idea es que la persona intoxicada no sentirá el sabor picante si el veneno estuviera aún a su sistema. Así también cuando está allí el veneno de la sensualidad mundana, la veneración, el japam (contemplación) y el dhyanam (meditación) – todos sabrán monótonos y deprimentes. Por sobre todo, han de insistir en que los sentidos les obedezcan cuando les ordenen desistir de arrastrarles. De lo contrario serán un coche sin frenos. Con los sentidos bajo control, su inteligencia se volverá clara para reflejar la Gloria del Dios que permea el Universo. Esa es la enseñanza de las escrituras. Únicamente una fe firme les puede ayudar a lograr la victoria. Manténganla hasta que se les premie con la realización.
- Divine Discourse, Oct 1, 1965. |