| | La devoción a Dios no se calcula en base a las instituciones que uno haya inaugurado o ayudado, los templos que haya construido o renovado, las donaciones que uno a hecho, ni tampoco depende del número de veces que uno haya escrito o recitado los Nombres del Señor, ni del tiempo o la energía invertidos en la adoración del Señor. Nada de esto es vital, ni siquiera secundario. La devoción es el Amor Divino, libre de toda mancha de deseo por el beneficio que se produzca, o del fruto o consecuencia de ese amor. El amor no reconoce ninguna razón en particular para su manifestación. El Amor Divino se parece al amor del río por el mar, de la enredadera por el árbol, del arroyo por la pendiente sobre la cual se desliza. Es una actitud amorosa inconmovible, una obsesión deseable de la mente, estable a través de alegrías y penas, siempre dulce - en los buenos tiempos y en los malos. |
- Divine Discourse, 25 Feb 1964. |