| La mayor parte de los agrucultores se alimentan de la esperanza de sobrevivir. La esperanza les sostiene mientras aran, siembran, plantan y abonan los cultivos que cosechan. Esa esperanza debe llegar a ser un hábito, no sólo durante la agricultura, sino como parte la vida cotidiana de todos, en todas las múltiples actividades. Nunca des oportunidad a esa vil cosa, la desesperación, de carcomer los órganos vitales de la actividad y el esfuerzo. La desesperación es un pecado contra Dios. Si Él está dentro de ti ¿por qué pierdes la esperanza? Por eso dice el Señor: "¿Por qué temer, si estoy aquí?" Tú permanece siempre alegre, optimista y valiente, sabiendo que la conexión más fuerte entre tú y la Divinidad es cuando el agua vital del coraje y la esperanza fluye en tu corazón. |
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- Divine Discourse, Sep 9, 1959. |