El sentido de la madurez - Zen - Osho Posted: 21 Jan 2015 11:07 AM PST La primera pregunta:Me dijiste que mi mente es inmadura.¿Qué significa tener una mente madura?Pensar que sabes es ser inmaduro. Funcionar desde los conocimientos, desde la conclusión, es ser inmaduro. Funcionar desde el no-conocimiento, sin conclusiones, sin un pasado, es madurez. Madurez es tener una profunda confianza en tu propia consciencia; la inmadurez es desconfiar de tu propia consciencia. Y cuando desconfías de tu consciencia estás confiando en tu conocimiento, pero es un sustituto y un sustituto muy pobre. Trata de entenderlo, es importante. Has vivido, has experimentado tantas cosas; has leído, has escuchado, has pensado. Ahora todas esas conclusiones están ahí. Cuando surge una situación determinada puedes funcionar de dos maneras. Puedes funcionar a través de todo lo acumulado en el pasado; en concordancia con esto -esto es lo que quiero decir cuando digo funcionar a través de un centro, a través de conclusiones, a través de experiencias pasadas, muertas-, entonces, hagas lo que hagas, tu respuesta no será una respuesta, será una reacción. Y ser reaccionario es ser inmaduro. Si puedes funcionar ahora mismo, aquí en este momento, a través de tu consciencia, siendo consciente, dejando a un lado todo lo que has conocido esto es lo que yo llamo funcionar a través del no-conocimiento. Esto es funcionar a través de la inocencia. Y esto es la madurez. Estaba leyendo una anécdota: Le pareció al señor Smith que ahora que su hijo había cumplido trece años era importante tratar con él esos asuntos que un adolescente debe conocer sobre la vida. Así que una tarde llamó al muchacho al estudio, cerró la puerta cuidadosamente y con una dignidad impresionante le dijo: -Hijo, me gustaría hablar contigo de los hechos de la vida. -No faltaba más, papá- dijo el chico-.¿Qué quieres saber? La mente es inmadura cuando no está lista para aprender. El ego se siente muy satisfecho cuando no necesita aprender nada de nadie; el ego se siente ensalzado cuando siente que ya sabe. Pero el problema está en que la vida sigue cambiando, nunca es la misma -sigue fluyendo, es un fluir- y tu conocimiento siempre es el mismo. Tus conocimientos no están evolucionando con la vida, están atascados en algún lugar del pasado y siempre que reaccionas a través de ellos pierdes la perspectiva, porque no harás exactamente lo que hay que hacer. La vida ha cambiado, pero tus conocimientos permanecen los mismos y sigues actuando a partir de esos conocimientos. Esto significa que encaras el presente con los conocimientos de ayer. Nunca serás capaz de estar vivo. Cuanto más funcionas a través de tus conocimientos, más inmaduro te vuelves. Deja que te cuente una paradoja: todo niño inocente es maduro. La madurez no tiene nada que ver con la edad porque no tiene nada que ver con tener experiencia. La madurez tiene que ver con la sensibilidad, la frescura, la virginidad, la inocencia. Por eso cuando uso la palabra "maduro" no quiero decir que cuando hayas tenido más experiencias serás más maduro. Esto es lo que la gente normalmente quiere expresar cuando usa esta palabra; yo no quiero decir eso. Cuanto más conocimiento acumulas, más inmadura se vuelve tu mente. Y cuando tengas setenta u ochenta años serás completamente inmaduro, porque tendrás que funcionar a través de un rancio pasado. Observa a un niño pequeño... sin saber nada, sin tener experiencia, funciona en el aquí y ahora. Por eso los niños pueden aprender más que los adultos. Los psicólogos dicen que si a un niño no le obligas a aprender, no le obligas a disciplinarse, puede aprender cualquier idioma en tres meses. Déjale sólo con gente que conozca ese idioma y se pondrá al día en tres meses. Pero si le obligas a aprender le costará casi tres años, porque cuanto más le obligues, más tenderá a funcionar a través de lo que ha aprendido, a través del conocimiénto del ayer. Si le dejas a él solo, va libre, espontáneamente; el aprendizaje sucéde fácilmente, por sí mismo, por su propio impulso. Cuando el niño alcanza la edad de ocho años ha aprendido casi el setenta por ciento de lo que va a aprender en toda su vida. Puede que viva ochenta años, pero con ocho ya ha aprendido el setenta por ciento -sólo aprenderá un treinta por ciento más y cada día que pase su capacidad de aprender se irá reduciendo-. Cuanto más sabe, menos aprende. Cuando la gente usa la palabra "madudez" quiere decir más conocimientos; cuando yo uso la palabra "madurez" quiero decir la capacidad de aprender, no de saber sino de aprender. Y son diferentes, completamente diferentes, son cosas diametralmente opuestas. Los conocimientos son algo muerto. La capacidad de aprender es un proceso vivo: simplemente permaneces capaz de aprender, permaneces disponible, permaneces abierto, listo para recibir. Aprender es receptividad. Los conocimientos te hacen menos receptivo porque piensas que si ya sabes, ¿qué te queda por aprender? Cuando ya sabes, te pierdes muchas cosas, cuando no sabes nada, no te puedes perder nada. Sócrates dijo en su vejez: «¡Ahora no sé nada!». Esto era madurez. Y antes de morir dijo: «No se nada». La vida es tan inmensa. ¿Cómo puede esta mente diminuta conocerla? A lo sumo tienes unos vislumbres y eso ya es mucho. La existencia es tan vasta e infinita, sin principio, sin fin... ¿cómo puede esta diminuta gota de consciencia llegar a conocerla? Ya es bastante que tengas algún vislumbre, que se abra alguna puerta, pues son pocos los momentos en los que entras en contacto con la existencia. Pero esos momentos no se pueden convertir en conocimiento. Y tu mente tiende a hacerlo; por eso se vuelve cada vez más inmadura. Lo primero es que deberías ser capaz de aprender y que tu capacidad de aprend¡zaje nunca debería estar cargada de conocimientos, nunca debería estar cubierta de polvo. El espejo del aprendizaje debería permanecer limpio y fresco de modo que pueda reflejar. La mente puede funcionar de dos modos. Puede funcionar como una cámara fotográfica: la expones una vez, se acabó, la película inmediatamente queda repleta de conocimientos y pierde su capacidad de aprender. La expones una vez y ya sabe: ahora es inservible, ya no es capaz de aprender más. Si la usas una y otra vez se hará más confusa. Por eso la gente que sabe demasiado siempre tiene miedo de aprender, porque se confundirán. Ya son películas veladas. Por eso hay otro tipo de aprendizaje: aprender como un espejo. Expón el espejo las veces que quieras, no importa; si te pones frente a un espejo, eres reflejado, si te quitas, el reflejo desaparece. El espejo nunca acumula. La película de una cámara inmediatamente acumula; es miserable, atrapa, agarra. Pero el espejo simplemente refleja: te pones delante, estás ahí; te quitas, ya no estás. Ésta es la manera de seguir siendo maduro. Todo niño nace maduro y casi todo el mundo muere inmaduro. Puede parecer muy paradójico, pero no lo es. Permanece inocente y permanecerás maduro. Lo segundo es que la mente inmadura está siempre interesada en trivialidades. La mente inmadura está siempre interesada en objetos: dinero, casas, coches, poder, prestigio... todo trivial, todo podrido. La mente madura está interesada sólo en la existencia, en el ser, en la vida en sí misma. De este modo cuando digo que tienes una mente inmadura quiero decir que todavía estás interesado en cosas, no en personas, interesado en el exterior, no en el interior, interesado en los objetos, no en lo subjetivo; interesado en lo finito, no en lo infinito.
Sólo observa tu mente, adónde va, cuáles son sus fantasías. Si te encuentras un valioso diamante en la carretera y justo ahí mismo ha florecido una rosa, ¿en qué estarás interesado, en la rosa o en el diamante? No serás capaz de ver la rosa si estás interesado en el diamante. Pasarás por alto la rosa, no tiene valor. Tus ojos estarán cegados por el diamante. Toda tu mente estará enfocada en el diamante y pasarás por alto otro diamante que estaba más vivo: la rosa. Dicen que en el paraíso hindú las rosas no son rosas normales, están hechas de diamantes. No lo sé, pero yo sí he visto rosas. Si puedes ver rosas hechas de diamantes, aquí en la tierra, ¿por qué ir tan lejos? Sin ir al paraíso, puedes verlas aquí y ahora... Una vez que aprendes cómo ver una rosa no existe nada comparable. Y una vez que puedes ver la rosa podrías olvidarte completamente del diamante. Resulta que Mulla Naruddin vino a verme el otro día. Estaba muy preocupado y me dijo: -Oh, pobre señor Jones. Osho, ¿has oído lo que le pasó? Se tropezó en lo alto de las escaleras, cayó rodando hasta abajo, se golpeó en la cabeza y se mató. Asombrado le pregunté: -¿Se mató? -Se mató, -repitió con énfasis-, ¡y además se le rompieron las gafas! La mente inmadura está más interesada en las gafas que en la: vida, la muerte o el amor; más interesada en cosas, casas, coches. Cuando te digo que tienes una mente inmadura, quiero decir que todavía estás interesado en aquello que no tiene valor, lo no esencial. Como mucho se puede usar, como mucho puede convertirse en algo decorativo, pero no puede reemplazar a la vida, no puede sustituirla, no puede convertirse en la vida misma. Y hay mucha gente que ha hecho de esto su vida. Conozco a algunas personas ricas que viven unas vidas tan pobres que uno no se lo puede ni imaginar. Conocía a un hombre en Delhi que tenía seis bungalós, todos alquilados. Y él vivía en una pequeña celda oscura, sin hijos ni esposa. En una ocasión le pregunté: -Tienes suficiente. ¿Por qué sigues viviendo en esta oscura y pequeña celda? ¿Por qué te has impuesto esta prisión? ¿Qué tipo de penitencia estás cumpliendo? Me dijo: -Ninguna. Siempre he vivido de este modo y es perfectamente hermoso. Y hay gente viviendo en esos seis bungalos. Él va a los bungalós sólo para cobrar el alquiler. Le pregunté: -¿Por qué nunca te has casado? -Soy un hombre pobre y las mujeres son muy caras. No puedo permitírmelo -me dijo. Si te encuentras a este hombre serás incapaz de reconocer que es dueño de seis grandes casas y que gana mucho dinero. ¿Qué le há sucedido? Está mas interesado en el dinero que en sí mismo; está más interesado en el dinero que en el amor; está más interesado en el poder que acompaña al dinero, pero jamás ha compartido nada con nadie. Estas personas no son raras, son muy corrientes. Todo el mundo tiene esta tendencia en su interior. Y la gente sigue racionalizando. El hombre es muy listo, dice: «Esto no es avaricia. No me malentiendas. Soy un hombre sencillo, vivo una vida sencilla. Soy un hombre religioso y me gusta la vida sencilla». Si estás demasiado interesado en los objetos eres inmaduro. Cambia tu atención, interésate cada vez más en las personas en vez de en ti mismo. Tengo aquí una sannyasin, Nisha. Ella se enamora siempre de gente pobre y es riquísima. Hace sólo unos días, vino y preguntó: «Osho, ¿por qué sigo enamorándome de gente pobre y que está casi en la calle?». Conozco la razón: con un mendigo no necesita preocuparse de su dinero. Se cree que está ayudando a esa gente porque les da de comer, por cosas pequeñas. De hecho nunca se ha enamorado. Está tan enamorada del dinero que no puede enamorarse de las personas. Ella compra a esa gente con dinero; no le cuestan nada, no corre ningún riesgo. Y ellos se sienten obligados porque ella les da comida, ropa, cobijo; se sienten obligados de modo que fingen que están enamorados de ella y ella continúa aparentando que se ha enamorado. Éste es un modo de proteger su dinero y de permanecer cerrada, miserable. Está sufriendo, está dolorida, pero no puede verlo. Tiene que aprender a compartir. Si sabes compartir, eres maduro. Si no sabes cómo compartir, eres inmaduro. Este compartir ocurre a todos los niveles, en todas las direcciones, en todas las dimensiones. Comparte todo lo que tengas. Y por eso una de las cosas más básicas que tienes que entender es que cuanto más compartes algo, más crece en ti. Comparte todo lo que tengas y crecerá; apégate a ello, ten miedo a compartir, a la amistad, al amor, y se encogerá. La vida sólo conoce una ley y esa ley es la de la expansión, la de compartir. Mira la naturaleza. La naturaleza es tan derrochadora. Cuando se necesita una flor, mil y una flores brotarán. Cuando haces el amor a una mujer o a un hombre, en cada orgasmo se liberan millones de células. Una habría sido suficiente porque como mucho se puede concebir un niño, pero se liberan millones de células; Un solo hombre podría poblar toda la tierra. iUn solo hombre! Un hombre corriente tiene por lo menos cuatro mil relaciones en su vida -un hombre corriente-, y en cada relación se liberan millones de células. Todo el mundo, toda la población que existe ahora mismo, podría ser producida por un solo hombre. Y sin embargo ese hombre, si está en Occidente, sólo será padre de dos o tres niños; si está en Oriente de doce, catorce, quince, nada más. Para que sean concebidas quince personas, se liberan millones de células. La naturaleza es derrochadora. Cuando se necesita una flor produce millones. Un árbol producirá... Mira este gulmohr, tiene listas millones de semillas. Todas caerán y unas pocas -una, dos, cuatro, cinco, veinte, un centenar- podrían convertirse en árboles. ¿Por qué tantas semillas? Dios no es un miserable. Si pides uno, te da millones. iSólo pide! Jesús ha dicho: «Llama y se te abrirán las puertas, pedid y se os dará». Recuerda, si pides uno, se te darán millones. En el momento que te vuelves un miserable te estás cerrando a los fenómenos básicos de la vida: expansión, compartir. En el momento que comienzas a apegarte a las cosas, has errado el objetivo. Has fallado, porque el objetivo no son los objetos, tú, tu ser más interno, es el objetivo; no una casa hermosa, sino un tú hermoso, no mucho dinero, sino tú lleno de riqueza, no muchas cosas, sino un ser abierto, disponible a millones de cosas. Cuando digo que eres inmaduro, quiero decir que te preocupan demasiado los objetos y todavía no has aprendido que la vida consiste en consciencia, en seres, no en cosas. Las cosas están para usarse, son necesarias, pero no empieces a vivir para ellas. No sólo de pan vive el hombre: si sólo vives de pan, sólo de cosas, es que ya estás muerto. Y lo tercero: la madurez es siempre espontánea. No hace planes, no ensaya. La gente viene a mí... Justo la otra noche había alguien que me dijo: «Preparo tantas preguntas cuando vengo a verte, pero cuando llego aquí me olvido. ¿Qué me haces?». ¡No estoy haciendo absolutamente nada! Todo eres tú. En el momento que preparas algo ya estas diciendo que es falso. La realidad no necesita prepararse. En la vida, no son necesarios los ensayos, son necesarios en el teatro. El teatro es algo falso. Si tienes que preparar tus preguntas quiere decir que esas preguntas no son tuyas. Si estas sediento y vienes a mí, ¿te olvidarás de que tienes sed y de que te gustaría saciarla? ¿Cómo te puedes olvidar? De hecho, cuando llegas a la orilla de un río, la sed te quemará más intensamente, porque en el momento que ves el agua corriendo y escuchas el sonido del gorgoteo, inmediatamente todo lo que habías estado reprimiendo emergerá. Todo tu ser responderá; dirá: «iEstoy sediento!». Si estás sediento no te olvidaras. Pero tú preparas las preguntas. Te preparas para ir al río y dices: «Tengo mucha sed». ¿Qué sentido tiene prepararse? Si tienes sed, tienes sed. Si no tienes sed, cuando llegues al río, te habrás olvidado. Cuando digo que eres inmaduro, quiero decir que preparas las preguntas, tus cuestiones. Son cosas de la mente, no vienen de tu corazón. No tienen relación contigo, no están arraigadas en ti. Se cuenta en la biografía de George Bernard Shaw que una vez, en el estreno de una de sus obras, al terminar salió a saludar con obvia complacencia, para aceptar los crecientes aplausos del gentío. A pesar de todo, había un discrepante, que encontró la ocasión, en un momento en el que el público dejó de aplaudir, para gritar de un modo desaforado: «¡Shaw, tu obra apesta!». Hubo un momento de horrorizado silencio, pero Shaw, imperturbable, exclamó desde el escenario: «Amigo mío, estoy totalmente de acuerdo con usted, pero ¿quiénes somos nosotros dos -en ese momento señaló con la mano hacia el público- en contra de la gran mayoría?». Y los aplausos sonaron aun con más entusiasmo que antes. No puedes preparar algo así, es imposible. Es una respuesta espontánea, de ahí su belleza. No puedes prepararte para estas cosas. Y la vida es un proceso tan continuo: o actúas o se pasa la ocasión. Más tarde, encontrarás mil y una respuestas -podrías haber dicho esto o aquello-, pero no sirven de nada. Mark Twain regresaba a su casa con su mujer desde una sala de conferencias, donde acababa de dar una hermosa charla. Su mujer no había estado presente, sólo había ido a buscarle. Por el camino le preguntó: -¿Cómo ha ido el discurso? Mark Twain dijo: -¿Cuál de ellos? El que he preparado, el que he dado, o el que ahora estoy pensando que tendría que haber dado? ¿Cuál de ellos? Si lo preparas, esto es lo que pasará. Permanece consciente, alerta, despierto y actúa desde tu espontaneidad. Y no solamente los demás verán la vitalidad de tu respuesta, tú también te estremecerás de emoción con tu propia respuesta. No sólo los demás se sorprenderán, tú mismo te sorprenderás. Llamo a una mente madura, cuando conserva la capacidad de sorprenderse. Una mente es madura si continúa siendo capaz de ser sorprendida, por otros, por sí misma, por todo. La vida es una constante maravilla: no tiene planes preparados o respuestas prefabricadas. Nunca sabe qué va a suceder, va hacia lo desconocido en cada momento. Nunca se adelanta a sí misma, ni nunca se queda rezagada. Permanece sencillamente ella misma, esté donde esté. Y lo último y más importante: cuando digo que tienes una mente inmadura, básicamente quiero decir que tienes mente. La mente en sí misma es inmadura. Sólo la no-mente es madura. La madurez no tiene nada que ver con la mente, porque mente significa todo lo que tu conoces. Mente significa tus experiencias, mente significa tu pasado, tus ensayos, tus preparaciones. Todas estas cosas están implícitas en la palabra "mente". La mente no es algo en particular, es toda la acumulación, toda la basura, todo la montaña de tu pasado muerto. Cuando digo: «Sé maduro», quiero decir conviértete en no-mente. Si actúas espontáneamente, actuarás desde la no-mente. Si te mantienes capaz de aprender, continuarás siendo capaz de ser no-mente, una y otra y otra vez; la mente nunca almacenará. Si eres capaz de permanecer alerta y espontáneo, capaz de sorprenderte con la vida y contigo mismo, poco a poco, te irás interesando cada vez más en lo más interno de tu vida, en la esencia de la vida. Cuando mires a una persona, no verás sólo el cuerpo; tu mirada se hará penetrante, tu mirada será como unos rayos X. Captará a la persona, la consciencia que hay allí, la luz interior en esa otra persona. El cuerpo es sólo una morada: te encontrarás a la persona; os daréis la mano, pero no sólo la mano, saludarás a la persona, os encontraréis. Y en tu propia vida, poco a poco, te irás haciendo consciente de que el cuerpo es sólo la vestimenta exterior: tienes que cuidarlo, no debes desatenderlo, es valioso, pero no lo es todo. Tú eres el maestro, no el sirviente. Y poco a poco, cuanto más te adentres en tu interior, verás que la mente también es una vestimenta, más íntima, más valiosa que el cuerpo, pero no más valiosa que tú. Tú permaneces como el valor supremo. Una vez que sabes que tú eres el valor supremo, has madurado. Y una vez que conoces tu valor supremo, conoces el valor supremo de todo. Todos los seres son budas, nadie es menos que eso; toda la vida es divina, siempre estás caminando en suelo sagrado. -Se dice que cuando Moisés fue a la montaña a reunirse con Dios, el matorrál estaba ardiendo y proveniente del matorral escuchó una voz: «¡Detente! Quítate los zapatos. Esto es suelo sagrado». Siempre me ha gUstado. Pero todo suelo es suelo sagrado y en todos los matorrales Dios está ardiendo. Si todavía no has visto esto, no has comprendido nada. Mira otra vez... en todos los matorrales Dios está ardiendo y de cada matorral viene el mandamiento: «¡Detente y quítate los zapatos. Estás caminando en suelo sagrado!». Todos los suelos, toda la tierra, toda la existencia es sagrada. Cuando tengas este sentimiento dentro de ti, te llamaré maduro, no antes de eso. Una mente madura es una mente religiosa. La segunda pregunta:¿Por qué hago montañas de un grano de arena?Porque el ego no se siente bien; no se siente cómodo, con granos de arena, quiere montañas. Incluso si es una miseria, no debería ser un grano de arena, debería ser el Everest. Incluso si es una miseria, el ego no quiere ser ordinariamente miserable, ¡quiere ser extraordinariamente miserable! Se cuenta que Bernard Shaw dijo: «Si no voy a ser el primero en el cielo, me gustaría ir al infierno... pero me gustaría ser el primero». En la cristiandad existe sólo un infierno y Bernard Shaw nunca supo que en la India tenemos el concepto de siete infiernos. Si hubiera oído hablar sobre los infiernos hindúes hubiera escogido el séptimo, porque en el quinto se hubiera sentido humillado, ya que otros están muy por delante de él en el séptimo. ¡Los pecadores de verdad, los grandes pecadores, están en el séptimo! De una manera o de otra, uno quiere ser el primero. Por eso uno sigue haciendo montañas de un grano de arena. Una mujer hipocondriaca murió. Toda la ciudad, toda la profesión médica se sintió liberada, porque era un constante problema en la cabeza de mucha gente, en todas partes, por todos lados. La familia, los doctores, los médicos; había molestado a todo el mundo y nadie pudo ayudalar. Y se aficionó a la idea de que nadie sabía nada sobre el tipo de enfermedad que padecía, era una enfermedad extraordinaria. De hecho no había enfermedad. Cuando se murió casi hubo una fiesta en la ciudad. Pero cuando abrieron el testamento, donde ella había escrito que su voluntad debía ser atendida eficazmente, leyeron que consistía en que se colocara en su tumba una lápida con una inscripción labrada con estas palabras: «¿Os creeréis ahora que estaba enferma?». De esta manera continuaría persiguiendo a toda la ciudad otra vez. La gente continúa creando grandes problemas a partir de la nada. ¡He hablado con miles de personas acerca de sus problemas y no me he encontrado todavía un problema que fuera real! Todos los problemas son fingidos, tú los creas, porque sin problemas te sientes vacío. Entonces no hay nada que hacer, nada con lo que luchar, ningún lugar adonde ir. La gente va de un gurú a otro, de un maestro a otro, de un psicoanalista a otro, de un grupo de terapia a otro, porque si no van, se sienten vacíos y de repente sienten que la vida no tiene significado. Creas problemas para poder sentir que la vida es una gran tarea, un crecimiento, y tienes que esforzarte mucho. El ego sólo puede existir cuando se esfuerza, recuerda: cuando lucha. Si te digo: «Mata tres moscas y te iluminarás», no me creerás. Dirás: «¿Tres moscas? No es mucho pedir. ¿Y me iluminaré? No parece probable». Si te dijera que tienes que matar a setecientos leones, por supuesto, ¡eso es otra cosa! Cuanto mayor es el problema, mayor el desafío, y con el desafío tu ego asciende, vuela alto. Tú creas los problemas, los problemas no existen. Y ahora si me lo permites, ni siquiera hay un grano de arena. Eso también es un truco tuyo. Dices: «Sí, podrían no ser montañas, sino un grano de arena...». No, ni siquiera hay un grano de arena, ésas son tus creaciones. Primero creas un grano de arena a partir de la nada, después creas montañas a partir de un grano de arena. Y los sacerdotes, psicoanalistas y gurús están felices porque todo su negocio existe gracias a ti. Si no creas un grano de arena de la nada y no conviertes el grano de arena en montañas, ¿qué sentido tendrán los gurús ayudándote? Primero tienes que dar el perfil para que te puedan ayudar. Los verdaderos maestros han estado diciendo otra cosa. Han dicho: «Por favor mira lo que haces, qué tontería estás haciendo. Primero te creas el problemá, luego vas a la búsqueda de una solución. Sólo observa por qué estás creando el problema. Exactamente al principio, cuando estás creando el problema, está la solución. ¡Deja de crearlo!». Pero esto no te atraerá, porque de repente esto te confronta contigo mismo. ¿Nada que hacer? ¿Sin iluminación? ¿Sin satori? ¿Sin samadi? Y te quedas profundamente inquieto, vacío, tratando de llenarte con cualquier cosa, no importa qué. No tienes ningún problema; sólo tienes que entender esto. En este mismo momento puedes dejar caer todos tus problemas porque son tus creaciones. Echa otra mirada a tus problemas, cuanto más profundamente los mires, más pequeños te parecerán. Sigue mirándolos y poco a poco comenzarán a desaparecer. Sigue mirándolos y de repente encontrarás que hay un vacío... un hermoso vacío te rodea. Nada que hacer, nada que ser, porque tú ya eres eso. La iluminación no es algo que haya que alcanzar, sólo tiene que ser vivida. Cuando digo que he alcanzado la iluminación, simplemente quiero decir que he decidido vivirla -¡hasta aquí hemos llegado!- y desde entonces la he vivido. Decides que ya no estás interesado en crear más problemas; esto es todo. Decides terminar con toda esta tontería de ir creando problemas y encontrando soluciones. Es un juego que juegas contigo mismo: tú mismo te estás escondiendo y tú mismo te estás buscando, eres ambas partes. ¡Y lo sabes! Por eso cuando lo estoy diciendo sonríes, te ríes. No estoy diciendo nada ridículo, tú lo entiendes. Te estas riendo de ti mismo. Sólo obsérvate riendo, mira tu propia sonrisa: lo estás entendiendo. Tiene que ser así porque es tu propio juego: te estás ocultando y estás esperando que tú mismo seas capaz de buscar y encontrarte. Te puedes encontrar a ti mismo en este momento porque eres tú el que se esconde. Por esto los maestros Zen siguen golpeando. Siempre que alguien llega y dice: «Me gustaría ser un Buda», el maestro se enfada mucho. Porque está pidiendo tonterías, ya que él es un Buda. Si el Buda llega a mí y me pregunta cómo ser un Buda, ¿qué es lo que se supone que debo hacer? Le golpearé en la cabeza: «¿A quién te crees que estás engañando? Tú eres un Buda». No te crees problemas innecesarios. Y comenzará a surgir una comprensión si observas cómo haces un problema cada vez más grande, cómo lo haces girar y cómo ayudas a la rueda a moverse cada vez más rápido. De repente estás en la cima de tu miseria y necesitas de la compasión del mundo entero. Una sannyasin, Marga, me escribió una carta. Me dijo: «Osho, estoy muy triste porque cuando hablas miras a todo el mundo menos a mí». Yo no estoy mirando a nadie, pero tengo ojos, o sea que tienen que estar en algún lugar. No es que esté mirando a alguien; no estoy mirando a nadie. Y puedes ver en mis ojos que están vacíos, están ausentes. Pero si estás tratando de encontrar tu reflejo en ellos y no lo encuentras, te pones muy triste. Ahora hay un nuevo problema. Ahora el ego se siente herido. ¡Mirando a todo el mundo excepto a ti! Sólo observa cómo has hecho de ti misma una excepción; te has convertido en extraordinaria. Yo miro a todo el mundo, a todo el grupo, excepto a ti. Te has vuelto única. Si miro a Marga -cosa que no voy a hacer; desde que recibí su carta, no he vuelto a mirarla-, entonces el ego podría tener otro problema: la estoy mirando sólo a ella. ¡Entonces eso creará un problema! Eres un gran creador de problemas. Sólo entiende esto y de repente los problemas desaparecen. Tú estás en perfectas condiciones. Has nacido perfecto: éste es todo el mensaje. Has nacido perfecto, la perfección es tu naturaleza más intima. Únicamente tienes que vivirla. Decídete y vívela. Pero si todavía no te has hartado del juego puedes continuar. Pero no preguntes la razón, porque ya la sabes. La razón es muy sencilla: el ego no puede existir en el vacío, necesita luchar con algo. Incluso un fantasma en tu imaginación servirá, pero necesitas luchar con alguien. El ego sólo existe en conflicto. El ego no es una entidad, es una tensión. Siempre que hay un conflicto la tensión surge y el ego existe; cuando no hay un conflicto la tensión desaparece y el ego desaparece. El ego no es una cosa, es sólo una tensión. Y por supuesto nadie quiere tensiones pequeñas, todo el mundo quiere grandes tensiones. Si tus propios problemas no son suficientes comienzas a pensar en la humanidad, el mundo, el futuro; socialismo, comulfismo y toda esa basura. Comienzas a pensar en ello como si el mundo entero dependiera de tu consejo. Entonces piensas: «¿Qué es lo que va a pasar en Israel? ¿Qué es lo que va a pasar en África?». Y sigues dando consejos y creas problemas. La gente se preocupa mucho, no puede dormir porque hay alguna guerra, se pone nerviosa. Su propia vida es tan corriente que las personas buscan lo extraordinario en otro lugar. La nación tiene problemas, entonces se identifican con la nación. La cultura tiene problemas, la sociedad tiene problemas, existen grandes problemas, pues tú te identificas. Eres hindú y la cultura hindú está en dificultades; eres cristiano y la Iglesia está en dificultades. El mundo entero está en juego: ahora te engrandeces a través de tu problema.
El ego necesita problemas. Si entiendes esto, esa misma comprensión convierte de nuevo las montañas en granos de arena, y después los granos de arena también desaparecen. De repente se hace el vacío, puro vacío a tu alrededor. Esto es la iluminación: la comprensión profunda de que no existe ningún problema. Entonces, cuando no tengas que resolver ningún problema, ¿qué harás? Inmediatamente empezarás a vivir. Comerás, dormirás, amarás, tendrás tus conversaciones, cantarás, bailarás... ¿Qué más puedes hacer? Te has convertido en un dios, has comenzado a vivir. Si es que Dios existe, una cosa es segura: no tendrá ningún problema. Por lo menos esto es seguro. ¿Entonces qué hace con todo su tiempo? Sin problemas, sin psiquiatra al que consultar, sin gurú al que visitar y rendirse... ¿Qué está haciendo Dios? Debe de estar volviéndose loco, girando. ¿Qué es lo que hará? No, él está viviendo; su vida está totalmente llena de vida. Está comiendo, durmiendo, bailando, teniendo una aventura amorosa, pero sin problemas. Comienza a vivir este momento y verás que cuanto más vives, menos problemas hay, porque ahora que tu vacío está floreciendo y viviendo, ya no son necesarios. Cuando no vives, esa misma energía se agria. La misma energía que se podría haber convertido en una flor se estanca. Sin permitírsele florecer se convierte en una espina en el corazón; es la misma energía. Obliga a un niño pequeño a sentarse en una esquina y dile que se quede totalmente inmóvil, sin moverse. Observa lo que sucede... sólo unos minutos antes, estaba perfectamente bien, fluyendo; ahora su cara se ha puesto roja porque tiene que dominarse, controlarse a sí mismo. Todo su cuerpo se ha puesto rígido y trata de agitarse aquí y allá y quiere saltar fuera de sí mismo. Has forzado la energía: ahora no tiene un sentido, un significado, un espacio para moverse; sin lugar para crecer y florecer, está atascada, helada, rígida. El niño está sufriendo una pequeña muerte, una muerte temporal. Si no permites al niño correr otra vez, moverse alrededor del jardín y jugar, comenzará a crear problemas, fantaseará, creará problemas en su mente y comenzará a luchar con esos problemas. Verá un perrazo y se asustará o verá un fantasma y tendrá que luchar y escapar de él. Ahora está creando problemas. La misma energía que hasta hace un momento fluía a su alrededor, en todas las direcciones, está atascada y se está agriando. Si la gente pudiera bailar un poco más, cantar un poco más, ser un poco más loca, su energía fluiría más y sus problemas poco a poco irían desapareciendo. Por eso insisto tanto en el baile. ¡Baila hasta el orgasmo! Deja que toda tu energía se convierta en danza y de repente verás que no tienes cabeza: la energía atascada en la cabeza se está moviendo a tu alrededor, creando hermosas formas, imágenes, movimientos. Y cuando bailas llega un momento en el que tu cuerpo deja de ser algo rígido; se vuelve flexible, fluido. Cuando bailas, llega un momento en el que tus límites dejan de ser tan claros; te disuelves y te haces uno con el cosmos, las fronteras se diluyen. Observa a un bailarín. Verás que se ha convertido en un fenómeno de energía, ya no es un forma fija, ya no está dentro de un marco. Está fluyendo, saliéndose fuera de ese marco, fuera de su forma y haciéndose más vivo, cada vez más vivo. Pero sólo si tú mismo bailas sabrás lo que sucede en realidad: la cabeza en tu interior desaparece, de nuevo eres un niño. Entonces no creas ningún problema. Vive, baila, come, duerme, hazlo tan totalmente como sea posible. Y recuerda una y otra vez: siempre que te sorprendas a ti mismo creando algún problema, salte de ahí, inmediatamente. Una vez que te metes en un problema necesitarás una solución. E incluso si encuentras una solución, de esta solución surgirán otra vez mil y un problemas. Una vez que equivocas el primer paso, has caído en la trampa. Siempre que veas que te estás metiendo en un problema, cázate a ti mismo, corre, salta, baila, pero no te metas en el problema. Haz algo inmediatamente de modo que la energía que estaba creando los problemas se vuelva fluida, líquida, se disuelva, regrese al cosmos. La gente primitiva no tiene muchos problemas. Me he encontrado con grupos primitivos en la India que dicen que no sueñan en absoluto. Freud no hubiera creído que esto fuera posible. No sueñan, pero si en alguna ocasión alguien sueña -es un fenómeno muy raro-, todo el pueblo ayuna, reza a Dios. Algo ha ido mal, algo malo ha ocurrido... un hombre ha soñado. Nunca sucede en su tribu porque viven tan totalmente que no se les queda nada en la cabeza para completar durante el sueño. Todo lo que dejes incompleto tiene que completarse en tus sueños; todo lo que no hayas vivido permanece como una resaca y se completa a sí mismo en la mente; en esto consiste el sueño. Durante todo el día piensas. El pensamiento simplemente muestra que tienes más energía de la que usas para vivir, tienes más energía de lo que eso que tú llamas vida necesita. Te estás perdiendo la vida real. Usa más energía, así fluirán nuevas energías. Pero no seas un miserable. Úsalas hoy, deja que el presente se complete a sí mismo; el mañana se ocupará de sí mismo, no te preocupes acerca del mañana. La preocupación, el problema, la ansiedad simplemente muestran una cosa: que no estás viviendo correctamente, que tu vida no es todavía una celebración, un baile, una festividad. De ahí todos los problemas. Si vives, el ego desaparece. La vida no conoce el ego, conoce sólo vivir y vivir y vivir. La vida conoce no-ser, no-centro; la vida no conoce la separación. Inhalas, la vida entra en ti, exhalas, tú entras en la vida. No hay separación. Comes y los árboles entran en ti a través del fruto. Después un día mueres, eres enterrado en la tierra, y los árboles te absorben y te conviertes en frutos. Tus hijos te comerán otra vez. Te has estado comiendo a tus antepasados, los árboles los han convertido en frutos. ¿Y tú crees que eres vegetariano? No te dejes engañar por las apariencias, todos somos caníbales. La vida es una. Sigue moviéndose, viene a tu interior, pasa a través de ti. De hecho decir que la vida viene a tu interior no es correcto, porque entonces parece como si la vida llega a ti y pasa a través de ti. Tú no existes, sólo esta vida llegando y marchándose lo hace. Tú no existes, sólo la vida existe en sus formas tremendas, en su energía, en sus millones de delicias. Una vez que lo entiendas, deja que esta comprensión sea tu única ley. Y comenzad a vivir como Budas desde este mismo momento. Si decides de otro modo, es cosa tuya. Pero como yo lo veo, es una decisión: «No me voy a engañar a mí mismo nunca más. Ahora comienzo a vivir como un Buda, en el vacío. No voy a tratar de encontrar ocupaciones innecesarias. Me disuelvo». La tercera pregunta
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Osho Zen |
Fuente: www.oshogulaab.com