Las mujeres de un país deben ser felices, sanas y santas. Cada mujer tiene un rol crucial que actuar en su elevación personal, y en la elevación de su hogar y de la sociedad que le rodea. Las jóvenes y mujeres por igual deben aprender la técnica de la calma mental, la armonía social y la conformidad con sus medios de vida. También deben saber que la alegría sólo se puede lograr a través del servicio a los necesitados y afligidos, sin expectativa alguna por los beneficios que pudieran surgir de la amabilidad brindada. Deben aprender a dejar de lado el egoísmo que envenena las actividades de servicio. Incluso aquellos que han servido durante años, tienden a elogiarse y promoverse a sí mismos como fundadores de instituciones, y guardianes de los pobres y necesitados. El beneficio y la alegría de cualquier acto de servicio, consisten en el acto en sí. El fruto del servicio es la desaparición del egoísmo, no su multiplicación.
- Divine Discourse, Sep 9, 1958. |