La mente es el viento que nos trae el olor, fétido o fragante, del mundo. Cuando la mente se vuelve hacia lo fétido, te disgustas. Cuando se vuelve hacia lo fragante, estás feliz. El viento reúne las nubes desde los cuatro puntos cardinales; de la misma manera, la mente trae a tu conciencia las decepciones de muchas esperanzas. Nuevamente es la mente la que, como el viento, disipa las nubes que la oscurecen, o la hace sentir perdida en la noche de la duda. Controla tu mente, y estarás en paz. Para obtener esta ecuanimidad, no tienes que hacer lecturas, sino un sistemático sadhana (esfuerzo espiritual). Entonces estarás siempre feliz, ya seas rico o pobre, apreciado o despreciado, próspero o infortunado. Ingresar a la arena de la vida sin ecuanimidad es como navegar en un mar azotado por la tormenta, en un minúsculo bote sin timón. Por eso, emprende ahora mismo el camino de la disciplina espiritual.
- Divine Discourse, Dec 20, 1958. |