Pueden sentir la presencia de Dios en la profundidad del silencio. En el tráfago, ruidos y confusión del mercado, no pueden oir Sus suaves pisadas. Él resuena con claridad cuando el silencio lo llena todo. Por lo tanto, insisto en el silencio, la práctica del hablar suavemente y el mínimo de sonido. Hablen poco, hablen en susurros, con dulzura y verdad. Cuando deseen poner en el suelo algo muy pesado, colóquenlo con cuidado, no lo dejen caer y haciendo ruido a su alrededor. Dóblense algo, sosténganlo y pónganlo suave y cuidadosamente en el suelo. De manera similar examinen cada uno de sus actos y cuiden de ejecutarlos con suavidad y silenciosamente. Usen un mínimo de palabras en todas sus transacciones y tratos y eliminen el ruido. No le griten a las personas que estén a distancia, acérquense a ellas, o háganles señas para que ellas vengan hacia ustedes. El ruido fuerte es un sacrilegio para el cielo, del mismo modo en que se hacen usos sacrílegos de la tierra y el agua.- Divine Discourse, Oct 15, 1966. |