Uno ha de desarrollar un profundo desapego. De nada sirve renunciar a algunos alimentos o bebidas a los que se hayan vuelto adictos, cuando escuchan un discurso o cuando es explicado algún texto religioso. Despréndanse de todo lo que les mantenga alejados de Dios. Dediquen más tiempo a la meditación o al namasamarana, porque la paz y la alegría no se encontrarán en la naturaleza externa, son tesoros ocultos en los ámbitos internos de todos y de cada uno. Una vez que se han encontrado, uno nunca más podrá sentirse triste o agitado. Con cada inhalación enuncien el Nombre del Señor. Con cada exhalación, emitan el Nombre del Señor. Usen en plenitud esta espléndida y preciosa oportunidad de su vida. Vivan en Dios, para Él y con Él.
- Divine Discourse, Oct 15, 1966. |