Cuando aprendes a montar en bicicleta, no logras inmediatamente la habilidad de equilibrarte. Empujas la bicicleta hasta un terreno seguro y abierto, brincas y saltas, inclinándote para aquí y para allá, y haces muchos intentos por adquirir el equilibrio. Una vez que has obtenido esa habilidad, ya nunca piensas ni te preocupas acerca del equilibrio. Haces automáticamente las correcciones necesarias. Puedes andar por calles estrechas y senderos, y aún por callejones atestados - no necesitas más el gran terreno seguro y abierto. Así también, sólo la práctica te equipará con la concentración profunda, la que te sostendrá aún en tu situación más difícil. Por lo tanto, no te desanimes si no eres capaz de concentrarte por mucho tiempo en la plegaria o la meditación. ¡Es sólo el comienzo!
- Divine Discourse, Feb 23 1958. |