Ustedes deben ser humildes, y al mismo tiempo fuertes para resistir a la tentación. No cedan como cobardes a las taimadas insinuaciones de los sentidos. No utilicen todo su tiempo en la tarea de acumular información y adquirir habilidades que les den un ingreso con el cual vivir. Deben usarlo también para adquirir el arte de ser contentos y calmos, circunspectos y valientes. Cultiven asimismo una sed abrasadora por conocer la verdad acerca del mundo, y del sí mismo de cada uno. Sus palabras deben ser como la miel. Sus corazones deben ser blandos como la manteca. Su actitud debe ser la de la lámpara, que esparce iluminación, no confusión. Sean como el árbitro en el campo de fútbol, observando el juego y juzgándolo de acuerdo a las reglas establecidas, sin ser afectado por el éxito o el fracaso de uno u otro equipo.
- Divine Discourse, Mar 13, 1964. |