Jesús sacrificó Su vida y derramó Su sangre para inculcar el Amor y la Compasión en el corazón del hombre, para que estén felices cuando los demás están felices y tristes cuando los demás están tristes. Hoy los insto a renunciar, en honor a esta ocasión santa, a dos males de la mente: ¡la auto alabanza y la difamación! ¡Renuncien a ellos! En lugar de ello, adopten un hábito: el hábito del servicio amoroso a los afligidos. Si gastan todo su tiempo y energía en la comodidad mundana y el deleite sensual, están deshonrando esta existencia humana. No desperdicien su vida tan sólo en disfrutar de la comida; coman lo que necesitan para vivir. Mantengan su cuerpo como el templo donde reside Dios. Manténgalo limpio, fresco y fragante, desarrollando la compasión y el amor; dejen que surjan de ustedes pensamientos, palabras y acciones santos. No lo degraden utilizándolo para tareas bajas, triviales y profanas. Estén donde estén, ¡tomen esta resolución hoy mismo! | - Divine Discourse, Dec 25, 1976. |